Este mes mi familia está obsesionada con un pequeño y blanco aparato de plástico. ¿La razón? Mi hija recibió un iPod touch para Navidad, mientras que su hermana recibió una estación de conexión para su iPod. Ahora están tan felices con sus regalos que ya están en campaña para que Santa les traiga iPhones o iPads para la próxima Navidad (a lo cual me estoy resistiendo).
De alguna manera, ese pequeño ícono de la manzana ha capturado el corazón de mis hijos. La única cosa con la que se puede comparar es con la obsesión que sentí por el Sony Walkman cuando era una adolescente.
Estos días, el nombre “Sony” raramente saca siquiera un murmullo de los jóvenes. ¿Por qué? Parte de la historia tiene que ver con el talento de Steve Jobs y otros de Apple en años recientes.
Mientras millones de niños se han enamorado de Apple, el alguna vez gigante japonés está sufriendo una derrota: no sólo ha reportado resultados pobres, sino que su reputación ahora ya no es “cool”.
Uno de los problemas más grandes de Sony en las últimas dos décadas, es que el grupo ha sido acosado con una mentalidad “de silo”.
Siete décadas atrás, cuando Masaru Ibuka y Akio Morita crearon Sony en Japón, los grupos de electrónicos tenían una cultura relativamente empresarial y pionera. La cultura corporativa japonesa es muchas veces rígida y jerárquica, pero en el caos después de la Segunda Guerra Mundial, pequeños grupos de nuevas empresas eran capaces de operar con un espíritu libre y creativo.
Por eso el hecho de que en los ‘70 los televisores y los Walkmans Sony dominaran las listas de los deseos para regalos de Navidad alrededor del mundo. Después comenzó la caída: mientras el tamaño de Sony aumentaba (incluyendo medios), una mentalidad “silo” se instauró. Cada departamento por separado estaba determinado a proteger sus propios logros, como un mini-feudo, reacio a compartir sus ideas en una manera creativa.
El Walkman era un caso puntual. En los ‘90 los ejecutivos de Sony sabían que su sucesor sería un equipo de música digital. Sony estaba listo para desarrollar esto y ya tenía una división de música y un departamento de consumidores de electrónicos. Pero los distintos departamentos no colaborarían.
En 2005, el declive estaba tan marcado que sir Howard Stringer, nombrado como jefe ejecutivo, trató de hacer frente a la maldición de los “silos”. Pero se enfrentó a una tarea casi imposible: los feudos corporativos estaban tan arraigados que fue dolorosamente difícil llevar a que ejecutivos de la división de Playstation, por ejemplo, colaboraran con cualquiera.
¿Podría Sony alguna vez volver a repuntar? Algunos optimistas esperan que sí. Pero la pregunta verdaderamente interesante es preguntarse lo que significa para Apple.
Estos días, en la nueva generación tecnológica, como Amazon, Apple o Facebook, aseguran que están determinados a evitar los errores de Sony: tienen programas internos para impulsar la creatividad e impedir ser atrapados por “silos”.
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