La discusión presupuestaria recién comienza y se van conociendo detalles interesantes. En PULSO la semana pasada dos economistas, ubicados en veredas macro distintas, han afirmado que el Presupuesto para el próximo año fue hecho bajo un solo criterio dominante: evitar que las agencias clasificadoras de riesgo bajen la nota crediticia de Chile. Alejandro Fernández (Gemines) y Luis Eduardo Escobar (Chile 21) a partir de esta tesis deducen consecuencias y objetivos diferentes: uno reclama más austeridad y otro más gasto expansivo. Si bien esto puede dar la razón al ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, que señala que las críticas cruzadas muestran que el Presupuesto es equilibrado, también revela que hay una amenaza objetiva de que el endeudamiento termine pasándole la cuenta a la economía chilena, lo que ha quedado de manifiesto en las declaraciones de las autoridades respecto del limitado margen que tendrán las próximas autoridades respecto del gasto, y la advertencia de que incluso habrá que realizar nuevos ajustes.

Acá lo fundamental es que ha quedado claro que si se quiere gastar más, ello no es inocuo. Será a costa de inestabilidad o de un impacto en la clasificación de riesgo, lo que tiene implicancias en el financiamiento no sólo del sector público, sino también en el ámbito privado.