Con el propósito de romper la acusación de defensa del statu quo o del inmovilismo en materia previsional, la CPC entregó un paquete con 22 propuestas orientada a perfeccionar el sistema de pensiones. Estas apuntan a enfrentar problemas clave del modelo, como la edad de jubilación -que proponen elevarla a 67 años- y el monto de cotización (pasando del 10% a un 16%). Se trata de una fórmula que la autoridad debe estudiar, si bien el ministro de Hacienda ha subrayado su principal crítica: que aumenta el gasto público en una proporción más significativa que el aporte de los privados.
También se ha puesto de manifiesto que a la propuesta le falta gradualidad. Es natural que a quienes por razones político-ideológicas están contra el mecanismo de capitalización individual la iniciativa de la CPC no les guste, a pesar de que es razonable. En este contexto sí es preocupante que la Presidenta Bachelet cuestione al sistema de AFP por sus pensiones, sugiriendo su rechazo a este, sin hacerse cargo de problemas del mercado laboral y la legislación que son los que realmente están detrás de las jubilaciones bajas. El sistema de pensiones necesita perfeccionamientos, eso es un hecho; pero sólo con críticas no se soluciona el problema. Dado ello, resulta prioritaria la decisión política para de una vez por todas hacer los cambios que requiere el sistema.