Tener una idea y saber cómo llevarla a cabo, no es algo que dependa sólo de los manuales de emprendimiento o un capital inicial. Hay elementos de la personalidad, previos al proyecto, que son indispensables para que dicha iniciativa se concrete. Basta con ver cómo ciertas incubadoras y aceleradoras diagnostican a sus postulantes más por sus atributos psicológicos que por la idea misma. Es el caso del centro Founder Institute, donde han podido prever casos de éxitos, durante el tiempo en que han usado esta metodología.

Pero, ¿cuáles son estos atributos?

Transgrediendo toda norma que vea en el capital el punto de inicio, Luis Lino, director general del centro de innovación de la Universidad de Santiago, Innovo Usach, dice que todo se sustenta en el proyecto de vida de quien emprende: "Si la persona está realmente convencida, puede generar una realidad distinta. Va a estar seguro de sí mismo y por ende, de su idea a emprender. Después de eso, aparecen otras cualidades como la constancia, pudiendo superar todo tipo de obstáculos. Es decir, creerse el cuento". Agrega que con ello, es predecible un buen liderazgo dentro del equipo, haciendo más expedito el camino hacia la concreción del proyecto.

Para otros especialistas en la materia, las buenas conductas son aspectos importantes que deben estar presentes en todo aquél que emprende. Así lo indica Vanesa Kolodziej, socia de Nazca Venture y mentora de Founder Institute.

"Sin lugar a dudas lo más relevante de un emprendedor son sus valores éticos. Como en todas las actividades de la vida, la idea a emprender debe estar basada en tales principios para poder mantenerse en el tiempo y tener un impacto positivo. Esto no quiere decir que los negocios deban contar con un fin social, sustentable o de integración solamente, sino actuar bajo una manera ética de crear y hacer negocios, sin excepciones", afirma.

Dicho argumento se liga con los diferentes códigos de ética existentes para emprendedores, dispuestos en las bibliotecas online de academias y aceleradoras. Destaca aquí el Dont be Evil de Google.

A juicio de Vanesa, estos valores se fundan en el saber priorizar, ejecutar con urgencia o tomar decisiones con rapidez, tener disciplina, capacidad de resilencia y soportar grandes niveles de incertidumbre. Suma a ello el saber escuchar y comunicarse con clientes, empleados, partners e inversores.

No obstante, Luis Lino sostiene que si bien la ética debe estar desde un principio, cuando el emprendedor demuestra tener seguridad en sí mismo y un buen liderazgo, se genera "una confianza plena en él donde no es necesario hacerles tantas preguntas de su comportamiento anterior o actual. Lo que debe primar aquí es el liderazgo", aclara.

Sociable pero a la vez solitario

Pero, ¿cuándo se es un emprendedor? Juan Carlos De la Llera, decano de la Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica, explica que existen dos personalidades: el innovador tecnológico (que cuenta con la capacidad de anticiparse e identificar una oportunidad desde su base de conocimiento, añadiéndole valor a la idea y generando bienestar en las personas). Y el emprendedor, quien es el que finalmente lleva a cabo la idea inicial. Sin embargo, agrega que siendo generalmente la misma persona la que se desenvuelve en estos dos aspectos, no siempre sucede.

Lo anterior se relaciona con las habilidades blandas, que según los expertos, suceden al relacionarse correctamente, construir y liderar equipos, adaptarse a los cambios, enfrentar riesgos, tolerar el fracaso, e identificar oportunidades para capturarlas. “Tales competencias son perfectamente aprendibles y entrenables”, argumenta De la Llera.

En cuanto a los riesgos, advierte que estos no deben manejarse con excesiva cautela, ya que el mayor peligro es cuando el emprendedor no cuenta con una pasión suficiente.  “Sin pasión, se nubla su profundo sentido de realismo. Él debe contar con una personalidad que en alguna dimensión encante, congregue y atraiga a otros”, añade.

Por su parte, Jaime Arnaiz, gerente del Insituto 3IE de la Universidad Federico Santa María (USM), dice que pese a que  generalmente un emprendedor es aquel que tiene ciertas habilidades blandas, en Chile tal perfil se caracteriza por ser más bien introvertido y solitario. “Muchos de ellos han pagado muy alto el costo de emprender, sacrificando las relaciones familiares y de pareja en función del objetivo, convirtiéndose en una suerte de rebelde con causa”, señala.

No obstante, reconoce que muchos sobresalen por su empatía y sofisticación. “El perfil de los emprendedores en Chile se parece más al ‘constructor de nuevas realidades’ que al ‘avaro que busca acumular riqueza’”, expresa.P