Un poco tortuoso. Así fue el partido de la final de la Copa del Mundo 2014 entre Alemania y Argentina. A casi 5 minutos de terminar el alargue, con dos equipos 0 a 0, un gol del alemán Mario Götze definió todo, dejando a los europeos como campeones por un 1 tanto de diferencia.
Era la tercera vez que ambos equipos se enfrentaban en una final. En México ’86 ganó Argentina, con Maradona como la estrella y en Italia ’90 la victoria fue de los germanos.
Pero al igual que una afrenta de este tipo, que siempre es de extrema tensión, este Mundial de Fútbol en general fue un poco tortuoso también para Brasil. No sólo porque su selección sufrió una de las vergüenzas más grandes en la historia futbolística frente a Alemania, o porque terminó en cuarto lugar, al ser derrotado por Holanda el sábado. Sino porque antes y durante el campeonato, el gobierno de Dilma Rousseff fue el blanco de innumerables críticas por la alta inversión que significó la organización de Brasil 2014, en un país donde aún hay muchas deudas a nivel social y económico.
Por eso, ahora que ya se terminó el Mundial de Fútbol y las miradas están en Rusia 2018, la pregunta del millón es ¿Qué ganó Brasil con la Copa del Mundo? (En realidad es la pregunta de varios miles de millones de dólares).
Inversión en el tiempo
Antes que nada se debe analizar qué se hizo previamente al campeonato. Se estima que la inversión total de parte del Estado brasileño para el Mundial llegó a casi los US$12.000 millones, destinada principalmente a infraestructura vial, mejoramiento de aeropuertos y puertos, movilidad urbana y obviamente, mejoramiento y construcción de estadios.
A esto hay que sumarle la inversión privada. Para hacerse una idea, sólo la infraestructura de telecomunicaciones, alcanza a US$8.100 millones. Finalmente entre entidades privadas y públicas, el Mundial Brasil 2014 tendría un costo cercano a los US$63.000 millones.
Quizá uno de los sectores más visibles en cuanto a la forma en que queda el país post evento es el turismo. Según el Banco Central de Brasil, durante los primeros 18 días de junio los extranjeros gastaron R$810 millones (US$365 millones) en el país, un 24% superior al mismo período del año pasado.
“La visibilidad que el país ha obtenido con la realización de este mega evento, ha logrado la apertura a nuevos mercados turísticos como el colombiano, mexicano y australiano, muchos de los cuales llegaron a Brasil por primera vez. Hoy hay seis millones de extranjeros que visitan el país y la meta del Plan Nacional de Turismo es duplicar esta cifra para el 2022”, según indica Embratur.
Imagen internacional
Las cifras pueden parecer alegres. Pero para muchos inversionistas tienen algo de fuegos artificiales.
Según Irene Mia, directora regional del área América Latina y Caribe de The Economist Intelligence Unit, efectivamente se vio a un Brasil que pudo solucionar muchos de sus problemas. “De hecho, a pesar de las críticas, los estadios funcionaron bien y la mayor parte del sistema de transporte también. Pero aún hay muchas deudas pendientes en cuanto a infraestructura y seguridad. Obviamente es un país interesante para los inversionistas internacionales, pero creo que no se logrará atraer tantos como se pensaba”.
Incluso, mientras estaba el campeonato en plenos octavos de final, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter aprovechó su participación en un seminario sobre gestión deportiva que se llevaba a cabo en Río de Janeiro, para acallar las críticas. “¿Dónde están las protestas? ¿Dónde está la furia social?”, comentó el máximo ejecutivo de la FIFA.
Lo que Blatter no sabía es lo que pasaría después con Brasil vs Alemania y Brasil vs Holanda, partidos que contribuyeron a aumentar el descontento social de los brasileños. Pero claro, el actual dirigente ya anunció que quería reelegirse en el cargo para estar como timonel de la FIFA en Rusia 2018. Pero esa es harina de otro costal.
Sebastien Leroux, senior consultant de FutureBrand Santiago, una consultora internacional en imagen de marca, cree que a pesar de que el Mundial de Brasil salió bien, la imagen país no quedó como se esperaba. “Para muchos turistas que fueron a la Copa del Mundo, Brasil es un país con muchas deudas sociales, pobreza y que no está totalmente preparado en cuanto a seguridad. Y en definitiva, a pesar de un bonito espectáculo deportivo, para los inversionistas es una nación que no mejoró su economía con la Copa del Mundo. No hubo relación entre desarrollo económico y Mundial”, explica Leroux.
El tema no es menor si se considera que Brasil será el organizador de los próximos Juegos Olímpicos en dos años más. Ahí tendrá la oportunidad nuevamente de mostrar un país que ha solucionado parte de sus problemas o que simplemente, es capaz de organizar un lindo espectáculo.