En seminarios y reuniones con empresarios he hablado de “innovación inclusiva” con la intención de abrir perspectivas y superar los viejos prejuicios: que la innovación es sólo para algunos y que consiste siempre en acciones radicales y disruptivas. Para instalar una sólida cultura de innovación en la empresa es necesario abrir los ojos a la innovación incremental, sin duda la categoría que concentrará la mayor parte de las ideas provenientes de los empleados. Y en esta línea recibo una pregunta frecuentemente: ¿por qué hablar de “innovación incremental” en lugar de “mejora continua”?.

En muchas empresas chilenas la mejora continua (como principio de gestión aplicado a través procesos específicos) se instaló de la mano de las certificaciones de normas ISO 9000. Ciertamente comparte el espíritu de la innovación incremental, en tanto pretende elevar los estándares de calidad y eficiencia a través de modificaciones de menor alcance dentro del proceso productivo. Pero las consecuencias de vincular la mejora continua a los procesos de certificación han sido negativas: procedimientos que existen sólo en el papel y bajo compromiso del personal.

Les propongo un rebranding estratégico: incorporar la mejora continua en su gestión de innovación bajo el concepto de innovación incremental. Este enfoque presenta dos ventajas claves.

En primer lugar, permite evaluar el riesgo del portafolio global de innovación. Los expertos señalan que una sana cartera de proyectos de innovación debiera distribuir aproximadamente  un 70% a innovaciones que apuntan a su core business, un 20% a innovaciones en mercados adyacentes y sólo un 10% a iniciativas disruptivas de alto impacto y mayor riesgo. Si mantienes la mejora continua en un canal separado de las innovaciones radicales será imposible gestionar con visión de totalidad los proyectos de innovación de la empresa.

En segundo lugar, la innovación motiva e involucra a las personas. Invitar a los operarios y colaboradores a participar en procesos de innovación genera altos niveles de compromiso con la empresa, estimula la motivación de los empleados y, consecuentemente, aumenta sus niveles de productividad.

En definitiva, los procesos de mejora continua han sido ampliamente subutilizados; relanzar estos esfuerzos bajo la consigna de innovación presenta ventajas estratégicas para provocar impactos reales en la empresa.