La crisis que vivió la industria cuprífera en Chile en los últimos años, con un desplome de los precios luego de un período de bonanza, significó para los actores del sector replantearse su rol como agentes productivos en la cadena minera. El desafío se tradujo en generar modelos de negocios distintos, de tal manera de mejorar la productividad y optimizar los costos. Pero ante las mejores expectativas anunciadas, ¿cómo debemos responder?

Las estimaciones de crecimiento para 2018 prevén un mayor dinamismo en la industria chilena y un mejor escenario que el vivido en estos últimos años. La Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) anticipó que este año la cotización del cobre alcanzará un promedio de US$3,06 la libra, mientras para 2019 ajustó la cifra a los US$3,11 por libra.

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Si bien los guarismos del cobre son mejores, las empresas serán más cautelosas en el desarrollo de proyectos greenfield (desde cero), apostando con inversiones menores, expansiones (brownfield) y la gradualidad, con énfasis en la rentabilidad y el flujo de caja.

En el sector maquinaria estimamos que se mantendrá una contracción en la venta de equipos nuevos. Si analizamos la demanda que hubo en el peak del "superciclo" y la comparamos con su parte más baja, hoy día estamos en torno al 35% del boom. Esto responde a la restricción en las inversiones de capital por parte de las compañías mineras y a una mayor exigencia de productividad a las flotas existentes.

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De acuerdo con un estudio realizado por Cochilco, "Análisis del mercado de insumos críticos en la minería del cobre", para el período 2017-2026, el sector requerirá 530 camiones de extracción nuevos, mientras que la mediana minería de otras 130 unidades. El uso intensivo recién ocurrirá en 2021 y 2022, de acuerdo con cálculos sobre las horas de uso y durabilidad de los equipos.

Si bien veremos un mejor ritmo en la demanda y renovación de las flotas, la tendencia seguirá siendo una mayor extensión en la utilización de las unidades usadas que quedan disponibles en las distintas operaciones del mundo. Todos estamos de acuerdo en que ya tocamos fondo y que hay una recuperación, pero todavía estamos la parte más baja de la curva.

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Esta etapa de transición requiere cautela por parte de los actores de la industria. Mantener un rol activo como aliado de los clientes y facilitador de soluciones modernas, superando el antiguo paradigma de entregar una máquina y su llave.

Este año y el siguiente tendremos una recuperación conservadora en las operaciones mineras en nuestro país que generarán mayor estabilidad. El precio del cobre permitirá tener utilidades y un flujo de caja positivo, pero es prematuro estimar una activación en nuevos proyectos greenfield. Será un año para consolidar los aprendizajes en productividad y eficiencia, en un escenario de mayores ingresos.

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*El autor es gerente general Komatsu Chile.