Sin duda el ex Presidente Ricardo Lagos enfrenta un problema serio con su intención de postular a la Presidencia de la República en la próxima contienda electoral. Esta no prende y la base de la Nueva Mayoría, según las encuestas, parece confiar más en un liderazgo nuevo, pero también mucho más incierto e impredecible, como lo es el de Alejandro Guillier. El episodio del fin de semana en el PS evidencia que para el campo sociológico y político de centroizquierda, ya no es la hora de Lagos. La cuesta arriba de su candidatura ha llevado a Lagos a asumir cierta discursividad y actitudes que se contradicen con la percepción que él había dejado en la historia reciente. Si bien hace algunos meses una elección Lagos-Piñera era vista como una señal de sensatez y de regreso a buenas prácticas de gobierno, esa sensación se ha debilitado, abriéndose un terreno más incierto. Esto, debido a sus críticas y propuestas en materia previsional y tributaria. Sin embargo, no se debe perder de vista que este es el Lagos candidato, que está jugando un partido en la cancha de la Nueva Mayoría. Por lo tanto, se debe entender que parte de sus planteamientos estén enfocados en captar adeptos dentro de la izquierda de la Nueva Mayoría. De ser así, esta táctica puede resultar riesgosa, pues puede generar falsas expectativas en un segmento del bloque oficialista.