El Fondo Monetario Internacional actualizó su visión para los países de América Latina, dando una noticia relativamente positiva para Chile, ya que después de varios ajustes a la baja, la entidad revisó al alza la proyección de crecimiento de la economía chilena en 0,1 punto porcentual: desde 2% a 2,1% para 2017.
Los fundamentos de la entidad para este giro están en la mayor demanda externa, las perspectivas más favorables de los precios del cobre y una “importante” expansividad monetaria. Esto sería un repunte no despreciable desde el cerca de 1,6% que creció Chile en 2016. No es satisfactorio, pero sería positiva una tasa más elevada.
No obstante, el organismo realizó varias advertencias que deberían ser consideradas por las autoridades locales. Destacó las inciertas perspectivas de la región, el incremento de tasas de interés en Estados Unidos y la aún escasa confianza interna. A ello se suman los ruidos que están saliendo casi a diario desde la Casa Blanca con el nuevo Presidente. Todo lo anterior podría amenazar la débil recuperación de América Latina.
Ante esto, a riesgo de parecer majaderos, es necesario no obnubilarse -en especial los parlamentarios- con este ligero ajuste al alza del FMI y seguir trabajando para no ceder a las corrientes populistas que ponen en riesgo cualquier atisbo de repunte económico.