La inflación en Brasil se disparó a su mayor nivel para ese mes en 11 años, dejando al banco central en un dilema y poniendo en riesgo las posibilidades de reelección de la Presidenta Dilma Rousseff.

Una severa sequía en el sur agrícola de Brasil a comienzos de este año ha llevado a un aumento en el costo de los alimentos básicos. Por ejemplo, el precio de los tomates y papas saltaron más de 30% en marzo en comparación con el mes anterior.

Los costos de los combustibles también se dispararon, impulsando al alza el índice de precios del consumidor del país (IPCA) 0,92% en marzo. Se trató del mayor incremento mensual en marzo desde 2003 y superó las proyecciones de los analistas en una encuesta de Bloomberg.

Las cifras se conocen en un momento difícil para Rousseff, quien está luchando por mantener su alta popularidad de cara a las elecciones presidenciales de octubre.

El apoyo a Rousseff cayó a 38% este mes desde el 44% de febrero, según un sondeo de Datafolha dado a conocer durante el fin de semana. Si bien esto todavía le da un espacio cómodo de liderazgo en las encuestas, analistas esperan que los candidatos ampliamente desconocidos de la oposición ganen más votantes a medida que empieza la campaña.

"La inflación se volverá un tema político cada vez más importante, a medida que avanzamos hacia la temporada de elección", dijo Tony Volpon, economista de Nomura, quien estima que Rousseff actualmente sólo tiene 50% de probabilidades de ser reelecta.

"Las últimas encuestas dadas a conocer la semana pasada revelan que para casi dos tercios de los encuestados la inflación es la principal preocupación y esperan que empeore", dijo Volpon.

La inflación es un tema particularmente sensible entre los brasileños, muchos de los cuales sufrieron profundamente de la hiperinflación en los '80 y '90.

Los precios de las bebidas y alimentos, que subieron 1,92% en marzo, representaron 51% de la inflación del mes, según la oficina de estadísticas brasileña IBGE.

El etanol, el popular combustible utilizado en autos, subió 4,017%, mientras los pasajes aéreos subieron 26,5% tras una fuerte caída en febrero.

Las cifras dadas a conocer ayer también ponen al banco central brasileño en una posición difícil. Apenas la semana pasada, el banco indicó que el alza de 375 puntos base estaba llegando a su fin. Los rendimientos de los futuros de las tasas de interés subieron ayer, a medida que los traders apuestan que el presidente del banco central, Alexandre Tombini, tendrá que repensar esa estrategia.

La inflación de Brasil a doce meses subió 6,15% en marzo, muy lejos de la meta de 4,5% y levemente por debajo del límite de 6,5% de la llamada "banda de tolerancia".

Analistas esperan que la inflación anual permanezca por sobre 6% todo el año y supere el límite de 6,5% en julio, justo cuando el gobierno enfrente posibles protestas por el gasto del Mundial de Fútbol.

"Con la política fiscal laxa (debido a las elecciones presidenciales) creemos que el banco central se verá forzado a elevar las tasas de nuevo en mayo", dijo Luciano Rostagno, estratega jefe de Banco Mizuho en Brasil. Además, esperamos que el banco central siga dando apoyo a la moneda local, por lo cual esperamos algo de ayuda al tipo de cambio para frenar la inflación".

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