Muy lejos de “El Dorado” -como es el nombre del aeropuerto de su capital, Bogotá- terminó siendo el mercado colombiano para las retailers chilenas, que buscaban repetir allí el éxito obtenido en Perú.

La primera víctima fue La Polar, que en 2014 anunció su salida tras permanecer en Colombia entre 2010 y 2013. Ayer se sumó Ripley, que anunció el fin de sus operaciones en ese país después de tres años, poniendo fin a una serie de dificultades y resultados negativos acumulados desde entonces.

En encuentros con analistas, la empresa ya había dado algunas luces acerca de que estaba analizando distintas opciones para su operación colombiana, que se ha visto golpeada por una combinación entre desaceleración económica, devaluación del tipo de cambio y un aumento de los aranceles de importación vigente desde 2014. Entre las alternativas sobre la mesa estaba la venta de la unidad o bien el cierre, tal como informó ayer.

En el mercado se señala que aunque las fichas estuvieron puestas en el tamaño del mercado -Colombia tiene una población de 47 millones de habitantes- esto no fue suficiente para asegurar el éxito. La analista de BCI Equity Research, Verónica Pérez, sostiene que si bien la baja penetración de los negocios de retail en el país cafetero disparó las perspectivas de crecimiento, las empresas se encontraron con otras dificultades para operar en Colombia. “Además de la desaceleración de su economía, recientemente se ha sumado un alza en impuestos”, plantea.

El mea culpa

Fuentes de la compañía relatan que tras esta decisión hubo un largo proceso de análisis de varias alternativas para revertir la situación.

Destacan que además del término de las operaciones, también evaluaron la entrada de un socio o la venta a terceros que estuvieran interesados en continuar con el negocio, pero que ese escenario no se presentó, por lo que finalmente optaron por salir.

También dan un paso atrás en el tiempo, y apuntan a lo “tarde” que la compañía decidió entrar con su operación en el país caribeño, dado que otros retailers locales ya tenían presencia en ese mercado desde el año 2006 -Falabella- y 2007 -Cencosud-, mientras que la firma controlada por la familia Calderón entró recién en 2013.

El gerente corporativo de finanzas de Ripley, Juan Diuana,  señaló ayer en conferencia con analistas que “esta es una decisión responsable que tendrá un impacto positivo en los resultados de Ripley que, con una visión estratégica consistente, podrá enfocar sus recursos en consolidar su presencia en los mercados de Chile y Perú, en los que actualmente tiene operaciones sólidas y con oportunidades de crecimiento”. La filial colombiana representaba a junio el 3% de los ingresos y 4% del patrimonio de la compañía. En 2014, generó una pérdida de US$27 millones.

Tras conocerse el hecho esencial de Ripley, el mercado respondió positivamente, con altos montos transados y un alza de 2,57% en los papeles.

Diversos analistas coincidieron en valorar la decisión dado el contexto que enfrenta en el país. De todas formas, mantienen la cautela sobre Ripley debido al deterioro que ha venido presentando el consumo en Latam y que podría afectar la operación de la compañía, por su elevada exposición a tiendas por departamento.