Supuestamente conservador, el Bundesbank no es una fuente obvia de información acerca del papel de la mujer en las finanzas y la inversión. Pero el Banco Central alemán no sólo tiene una vice presidenta - Sabine Lautenschläger es una de las pocas altas funcionarias monetarias en el mundo que no es hombre - está también haciendo una investigación pionera sobre el impacto de las diferencias de género.
El último artículo de Bundesbank sobre el tema, publicado el mes pasado, es explosivo: el género es un pobre predictor de la disposición a invertir en activos riesgosos.
El estudio se centró en los hogares en Austria, Italia, Países bajos y España. Si bien es apresurado sacar conclusiones de esto acerca del probable comportamiento de los principales profesionales de las finanzas de la industria, el paper del Bundesbank cuestiona la idea popular de que el sistema financiero global sería intrínsecamente más seguro si fuera dirigido por mujeres - actualmente subrepresentadas - en lugar de hombres cargados de testosterona, y que Lehman Brothers no habría colapsado si hubiera sido Lehman Sisters.
Como los autores del paper admiten, estudios académicos anteriores han encontrado diferencias significativas de género y han sugerido que las mujeres están menos dispuestas a asumir riesgos financieros que los hombres. Pero también notaron que "un número creciente de estudios ponen los hallazgos previos en perspectiva o lo refutan por completo".
Otro estudio del Bundesbank, publicado hace un año, fue aún más lejos, concluyendo que los cambios de directorio que resultan en una mayor proporción de ejecutivas en la banca "dan lugar a un comportamiento más arriesgado en los negocios".
La actitud hacia la toma de riesgos depende de una serie de factores, incluyendo el contexto social. Las mujeres recién ascendidas a un directorio de un banco podrían sentir la presión de eclipsar a sus rivales masculinos, por ejemplo.
Donde los investigadores de Bundesbank encontraron mayor evidencia de que el género juega un papel en la actitud ante el riesgo, fue en Italia, donde la desigualdad entre sexos se considera mayor que en muchos otros países europeos.
Más crucial que su género, sin embargo, es la edad de los inversionistas o gestores de inversiones. Un estudio de la población alemana citado en un paper del Bundesbank mostró que la propensión al riesgo de los hombres, disminuye con la edad. Entre las mujeres, la mayor caída en la toma de riesgos está entre la adolescencia tardía y los 30. Estos resultados parecen plausibles. Todo el mundo sabe la irresponsabilidad de la juventud, ¿confiarías tus ahorros de vida a alguien menor de 30?
Una encuesta realizada el año pasado por el Investment Company Institute, que representa a la industria estadounidense de fondos mutuos, mostró que la tolerancia al riesgo entre los hogares encabezados por los inversionistas menores de 35 años ha retornado a los niveles vistos por última vez antes del colapso de Lehman a fines de 2008.
Pero no está claro qué debiera hacerse con estos resultados. ¿Los inversionistas más jóvenes en EEUU no lograron apreciar las implicancias de la crisis para el futuro de las finanzas occidentales? ¿O sólo han sido más rápidos que sus pares más viejos en concluir que los actuales niveles de incertidumbre global son la "nueva normalidad"?.
Cuando se trata de gestores de inversiones profesionales, tal vez no sea su sexo o edad, lo que más afecta sus comportamientos, sino la época en la que aprendieron su oficio.
Aquellos que entraron en el sector financiero a finales de 1990 podrían ser más propensos a creer que el último rally de acciones es el comienzo de una carrera alcista.
Podría decirse que tan interesante como el estudio de la diferencia de género, será ver la repercusión de la formación académica en la toma de riesgos y el desempeño de la inversión.
Los matemáticos y físicos son culpados de fomentar el desarrollo de productos financieros que resultaron tóxicos, pero al menos ellos comprenden los sistemas inestables, probabilidad y conceptos de incertidumbre incalculable. Los antropólogos están familiarizados con el comportamiento irracional y las flaquezas humanas.
Una víctima de las crisis ha sido la posición de los economistas, que se basan excesivamente en supuestos de comportamiento racional, ignorando los riesgos de inestabilidad financieros, o creyendo que los ciclos económicos de expansión han perdido su ferocidad.
Tal vez los historiadores son menos propensos a asumir que las hojas de cálculo de los datos de los últimos 30 años, son una buena guía para el futuro, y sean más capaces de poner las crisis de los últimos seis años en el contexto adecuado.
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