Ya en el año 1520, Enrique VIII de Inglaterra, esgrimía esta frase, aludiendo a la necesidad de buscar nuevas rutas comerciales e incrementar la riqueza de La Corona a través de un mayor intercambio con Asia y Europa. Suena obvio para muchos, pensar que el crecimiento es sinónimo de mejor calidad de vida, e impensado sostener, en estos tiempos, que crecer implica lucro y bienestar solo para algunos. Esto último resulta más un argumento político que económico.
Las verdaderas dimensiones del crecimiento no estriban solo en lo material, sino también en aspectos geopolíticos, de educación, desarrollo tecnológico, turismo, posicionamiento de marca país, y nuevas oportunidades para emprender, para soñar con un futuro mejor. Gravitante es el amor por nuestro país y por los logros alcanzados con tanto esfuerzo, ya que nadie desea vivir en una nación decaída, triste, sin proyecciones laborales donde los profesionales destacados deben migrar en busca de un mejor vivir.
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Pero para sostener un crecimiento económico, se debe mantener una política pública de gasto fiscal valiente, con una potente inclinación al emprendimiento e innovación, porque caer en la trampa de la pobreza es fácil, pensar que somos un país en vías de desarrollo porque tenemos acceso a viajar al extranjero o de poder cambiar el auto cada dos o tres años, no refleja la realidad del Chile de hoy. Mientras el gobierno se esfuerza por reducir el gasto público, buscando alcanzar la eficiencia fiscal, los empresarios todos, deben procurar desarrollar al máximo su auténtico talento y, a mi juicio, Chile no debe ser el único mercado, como también, se debe replantear nuestra matriz de producción, siendo hoy la cobredependencia una variable clave a mitigar. Aquí la responsabilidad es de todos los sectores.
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No podemos proyectar un Chile sólido y optimista estando preocupados todos los días si el dólar sube o baja, o si las 5 principales acciones de la bolsa se comportan favorablemente, o bien, si el alza del precio del petróleo me inducirá a una pérdida operacional en mi empresa, o si el Banco Central corregirá al alza la tasa de interés. Tampoco tenemos que quedarnos enfrascados en discusiones públicas financieras de antiguas y actuales autoridades tratando de explicar lo inexplicable.
Hay que avanzar. Nuestra economía debe sustentarse en un proyecto país de largo plazo, pasando primero por diversificar nuestros sectores económicos, crear oportunidades en nuevas áreas de la investigación e innovación y poner los recursos en aquellos desarrollos que nos permitirán generar ingresos estructurales en el largo plazo.
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El cobre pasará como también lo hará el litio y nuestra economía, que lleva más de 250 años sustentada en la extracción de commodities, no puede seguir dependiendo de ellos con un bajo o nulo valor agregado. Chile merece y debe crecer económicamente y este desafío nace de la urgencia de políticas públicas, como ya señalé, y de cambiar la mirada de país y de cómo los chilenos nos vemos. Los países brillantes, viven exigiéndose, y exigirse crecer es lo mínimo que podemos hacer para vivir bien.
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*Analista financiero y socio de AltaDireccion Capital