Las sociedades cascada, con las que Julio Ponce controla SQM, siguen bajando su deuda, pero a mayor velocidad que lo presupuestado.
Pampa Calichera tiene que pagar unos US$45 millones todos los años de aquí a 2022 por el bono emitido en mercados internacionales, pero tras cancelar la cuota de febrero la cascada logró reducir sus pasivos en US$88 millones. Así, las sociedades aguas arriba vieron una reducción de sus pasivos desde los US$818 millones de diciembre 2016, a US$730 millones tras el pago de la cuota del bono.
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La situación financiera ha sido una de las preocupaciones constantes de las sociedades que controlan a la minera no metálica, sin embargo, en el último tiempo su perfil financiero ha ido mejorando.
Con el pie en el acelerador
El buen momento por el que atraviesa SQM ha favorecido el pago de las deudas de la cascada. De hecho, las utilidades de la minera no metálica registraron un crecimiento de 30% en 2016 a US$278 millones "gracias a un gran aumento en los precios promedio del litio, así como en las cantidades producidas por SQM", señaló Norte Grande en un informe del año pasado, donde además detallaba que "las perspectivas futuras se ven bastante bien. Para 2017, el directorio de SQM ha aprobado inversiones en el desarrollo del proyecto de litio Caucharí-Olaroz en Argentina, lo que aumentaría fuertemente la capacidad de producción. También se está invirtiendo en yacimientos de litio en Australia", apuntaba.
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El boom del litio fue más allá y en 2017 llevó a SQM a incrementar sus ganancias en 61% a US$ 317,2 millones a septiembre versus igual período del año anterior.
Con utilidades más altas de SQM, la cascada incorpora más dividendos, ya que las firmas de Ponce reciben el 30% de lo que se reparte en total. Esta situación se suma a la nueva política de dividendos que acordaron los accionistas de SQM en marzo de 2017, donde pactaron repartir el 100% de las utilidades anuales en forma trimestral, pero sujeto a ciertos parámetros financieros. Esto se compara con el 50% de utilidad que antes entregaba la compañía.
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El directorio de las firmas que forman parte de la cadena de control de SQM también se está moviendo para aligerar la carga financiera. Eso fue lo que ocurrió, por ejemplo, en agosto del año pasado con la aprobación del plan de refinanciamiento que implicó una novación para cambiar el deudor, donde Pampa Calichera asumió la obligación contraída por su matriz Norte Grande en favor de Itaú por unos US$30 millones.
Este plan había sido puesto en marcha luego de que en un informe Econsult advirtiera a Calichera: "pensamos que hay un riesgo no despreciable de que si no se realiza esta reprogramación el holding enfrente dificultades para cumplir con sus compromisos en 2018".
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Más tarde, en enero de este año, Calichera (US$22 millones) y Potasios (US$15 millones) informaron que pidieron un crédito para hacer una nueva reestructuración financiera con recursos que serían destinados a refinanciar pasivos bancarios de la sociedad o de las sociedades relacionadas.
El buen momento por el que atraviesa SQM ha llevado a la acción a cotizar en máximos: SQM-A registró ganancias de 69,05% en 2017, y logró su mayor nivel histórico el 1 de enero de este año. SQM-B, en tanto, subió 91,46% el año pasado, y marcó su máximo histórico el 24 de octubre de 2017. Por su parte, Norte Grande anotó un alza de 128,33% el año pasado, mientras que Oro Blanco acumuló ganancias de 114,93% en igual período.
Con este positivo telón de fondo, las sociedades de Ponce miran tranquilas el movimiento de los papeles, teniendo en cuenta que los créditos que tiene la cascada con la banca tienen en prenda acciones de la serie A y cláusulas de cross default.