STOP. Esa palabra se comenzará a escuchar cada vez más desde la Subsecretaría de Prevención del Delito. En realidad no se trata de una palabra, sino de una sigla que proviene del programa "Sistema Táctico de Operación Policial", una de las grandes líneas que el mismo Presidente Sebastián Piñera anunció el día que asumió Hermes Soto como nuevo general director de Carabineros.

Con menos de un mes en el cargo, la subsecretaria de esta entidad, Katherine Martorell, habla con autoridad del tema. Esta abogada de 36 años ya ha tenido bastante experiencia en barrios y comunas como directora de Desarrollo Comunitario de la Municipalidad de Conchalí y concejala en Quinta Normal, entre otros lugares.

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Según Martorell, lo fundamental de STOP es que permite trabajar con datos, para así tener una mayor dirección de cómo focalizar los proyectos. "Pero además, incorpora la colaboración con las autoridades locales y organizaciones sociales. Esto es clave ya que, justamente, nuestro sello es la participación ciudadana en la prevención del delito", afirma.

¿De qué forma?

-El programa permitirá que toda la información de Carabineros, más la de los alcaldes y de la comunidad, pueda ser traspasada a un sistema que genere metas concretas de trabajo en conjunto, coordinando y focalizando los esfuerzos, porque hoy pasa mucho que se generan proyectos más de la "guata" o de la sensación de inseguridad, que del conocimiento real de cuáles son los lugares más afectados o de la problemáticas que viven las personas todos los días.

¿Cuáles son los primeros pasos de STOP?

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-La gran importancia es la estrategia que se genera en base a las reuniones donde participan alcaldes, comisarios, el Ministerio Público, etc. De alguna forma, todas las instituciones que interactúan en un territorio o comuna en particular y que muchas veces, por problemas de coordinación, no han podido cumplir con el objetivo de la prevención. Pero lo más importante es que este sistema permite escuchar y levantar las necesidades de las personas, lo que se está canalizando a través de los alcaldes y los Consejos Comunales de Seguridad Pública. Nadie conoce mejor el miedo de una mamá de que su hijo caiga en la droga, que aquella que vive a dos cuadras donde hay una banda de narcotraficantes. Nadie conoce mejor los problemas, que quienes viven en su propio barrio. El objetivo es poder reflejar la realidad de la ciudadanía.

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¿Cómo cree que sea la recepción de las municipalidades, los alcaldes y los concejos municipales?

-Hasta el momento ha sido muy positiva porque, lamentablemente, los Consejos de Seguridad funcionan muy bien en algunas comunas, pero en otras no, básicamente porque a veces los alcaldes, las policías o los ciudadanos no tienen el contenido que esperan. Lo que estamos impulsando es una herramienta que les permita a ellos -a través de los Consejos de Seguridad- , tener las metas establecidas. Incluso, en la mayoría de las comunas, las metas ya estarán asignadas, las cuales están definidas por el STOP. O sea, también tendremos un rol fiscalizador ciudadano acerca de cómo se van cumpliendo.

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¿Cuál es el valor de las redes sociales en ese levantamiento de información? Especialmente las más masivas como Facebook.

-Juegan hoy un rol fundamental en la coordinación. Han permitido que, por ejemplo -como los mismos vecinos de San Miguel me lo contaron-, que la ciudadanía se organice de forma efectiva y que junten más fuerza y unión para detectar los problemas. De hecho, hay un rol muy facilitador de la prevención en las redes sociales.

Recuperar el alma de Carabineros

¿Qué otras líneas de trabajo van a marcar a esta administración?

-Hay varias, pero creo que otra clave es el Fondo Nacional de Seguridad Pública, cuyas bases ya se lanzaron, y el próximo 16 de abril se abre el proceso de postulación a través de la página web de la Subsecretaría del Delito. El concurso está desarrollado con una mirada hacia la ciudadanía. Además, hemos incentivado y capacitado a organizaciones sociales para que ellas sean las primeras en postular, buscando así el acceso a medidas de seguridad, reconociendo nuevamente, que la realidad local la conoce quien vive en el barrio.

¿Son tan importantes las organizaciones sociales?

-A veces se estigmatiza mucho a las organizaciones sociales con la idea de que se juntan sólo para manifestarse. Pero van mucho más allá. Hacen trabajos coordinados y capacitan a comunidades para que puedan organizarse ante situaciones de posibles delitos. Son fundamentales.

¿Cuáles son las prioridades para la Región Metropolitana y Santiago, con la diversidad de comunas que existen?

-Es importante hacer la distinción porque los delitos son muy diferentes, dependiendo de los lugares donde te encuentres. Me he reunido con diversos alcaldes y claramente el tema del comercio ambulante ilegal es algo que se ha convertido en un problema muy importante, así como los portonazos. Y en ambos casos, te encuentras nuevamente con un diagnóstico negativo con respecto a la coordinación de las instituciones. Si somos capaces de coordinar a Carabineros y a los sistemas de seguridad municipal, entre otras entidades, lograremos que más carabineros estén en las calles y delegar ciertas responsabilidades en los municipios.

¿Aquí entra la modernización de Carabineros que ha planteado este gobierno?

-Exactamente. Apunta a que tengamos más carabineros en las calles, como lo ha dicho el mismo director general Soto. Pero antes hay que determinar bien cuántos de ellos están efectivamente en terreno y cuántos haciendo labores administrativas. Y en eso estamos trabajando, lo que está muy de la mano con el proyecto de la modernización de las policías en general, además de rescatar y reposicionar el alma del carabinero, que es la prevención del delito.

¿Recuperar esa alma podría ser otro sello de este gobierno?, especialmente con todo lo que ha pasado últimamente con esta institución, que antes de los recientes escándalos era una de las mejor evaluadas por la ciudadanía.

-Absolutamente. Todas las instituciones tienen algún punto de quiebre a lo largo de su vida. Hoy, Carabineros tuvo su punto de quiebre, pero también creo que los cambios que ha habido en el alto mando van a reflejar un cambio profundo en la orgánica institucional y, principalmente, en la esperanza, la fe y el honor que cada carabinero siente al pertenecer a esa institución.