Londres.-Aquí hay una oportunidad de jugar a ser presidente por un día. Eres un líder elegido democráticamente en el occidente. Has sufrido semanas de protestas por estudiantes y opositores radicales que quieren cambiar "el sistema".

Las protestas han llevado a tu país a las portadas de la prensa mundial, pero esto no es Ucrania. ¿Qué haces ahora? a) Lo admites. Escuchas a los manifestantes e intentas acomodarte a sus demandas, incluso si no las satisfaces completamente. b)  Desinformas. No haces nada y esperas que las protestas se acaben. Cuando los desórdenes persisten, anuncias planes vagos de reforma. Esperas que el clima se enfríe. c) Niegas. Llamas a los protestantes "fascistas", agentes de fuerzas extranjeras y mandas a la guardia nacional. Cuando esto falla, propones el diálogo, incluso si ahora casi todos están demasiado sobresaltados para conversar.

Si elegiste a) felicitaciones, eres el presidente de Chile, la economía más exitosa de Sudamérica y una de las democracias con instituciones más sólidas de la región. Ese es el camino que tomó Sebastián Piñera en 2011 cuando enfrentó protestas por los costos de la universidad.

Aunque su enfoque, en términos básicos, fracasó - el partido de centro derecha de Piñera perdió en diciembre contra la coalición de centro izquierda de Bachelet - nacionalmente fue un éxito, pues respetó las normas democráticas. De hecho, tras asumir hoy oficialmente, será trabajo de Bachelet implementar su promesa de educación gratuita para todos. Aunque podría no haber suficiente dinero para esto, eso es problema de su gobierno. Los votantes lo eligieron. 

Si elegiste b), felicitaciones nuevamente, eres Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, quien enfrentó protestas inesperadas el año pasado, cuando un millón de brasileños se tomaron las calles para manifestarse por el estado arcaico de los servicios públicos.

Tras un largo silencio, Rousseff reconoció que los manifestantes eran más que un grupo de anarquistas con quejas legítimas, y que no todo era tan amable en Brasil como su gobierno había indicado. Aunque la popularidad de Rousseff se desplomó, un año después es nuevamente la favorita para las elecciones presidenciales de octubre.

Por último, si elegiste la c), eres Nicolás Maduro, el asediado presidente socialista de Venezuela, donde las protestas a favor y en contra del gobierno las últimas tres semanas han dejado al menos 20 muertos, de ambos lados.

Problema extra: aunque tu presidencia no está claramente bajo amenaza, tu enfoque ha radicalizado a la oposición, dificultando una solución negociada. Peor aún, podría haber alienado parte de tu base de poder popular también.

Juguemos otra vez. Una vez más, eres el líder de un país occidental. Esta vez debes responder a la situación en Venezuela. ¿Qué haces? 1) Condenar, criticar, llamar al diálogo, y proponer a un tercero de mediador. 2) Lamentar la amenaza violenta contra el orden constitucional y, consciente de los políticos de izquierda molestos en tu país, nociones vagas de solidaridad y otros intereses comerciales, déjale las críticas a eso. Este es un asunto interno de Venezuela. 3) Usar una plataforma multilateral para encontrar un enfoque regional a uno de los países más aproblemados del hemisferio occidental.

EEUU, Panamá, y, en menor medida, Colombia y Perú, han elegido la primera opción, pero con escaso éxito. La opción dos es la que muchos otros países latinoamericanos han tomado (o escondido). De igual forma, ha mostrado poco progreso hasta ahora. Eso deja la tercera opción, que será probada esta semana en Santiago, cuando se reúna la Unasur.

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