Quién tiene la siempre creciente deuda gubernamental de EEUU? Esta pregunta  ha generado una angustia importante entre los políticos estadounidenses recientemente; o al menos lo ha hecho en relación a la identidad nacional.

Sin duda. Hace 50 años, el porcentaje de deuda pública de EEUU en manos de extranjeros era menos de 5%; pero en 2008 el ratio superó 50%. Y aunque desde entonces ha retrocedido un poco (porque la Reserva Federal ha estado engullendo bonos) el cambio de manos es, sin embargo, total -junto con el nuevo poder de acreedores como China.

Pero hay un segundo punto importante sobre la deuda estadounidense, que hasta ahora ha recibido sorprendentemente poca atención: la naturaleza cambiante de los inversionistas de bonos al interior de EEUU. En las últimas décadas, a menudo se asumía que los bonos del Tesoro estaban en gran parte en manos del público.

BONOS COMO PEGAMENTO SOCIAL
De hecho, desde los días de Alexander Hamilton, que fundó un fuerte departamento del Tesoro de EEUU, muchos políticos han pensado (o esperado) que una amplia participación en el mercado de bonos, ya sea de viudas, huérfanos, ciudadanos de media clase y oligarcas, sería una fuente de identidad cívica común y pegamento social.

No obstante, Sandy Hager, miembro de investigación postdoctoral en la London School of Economics, procesó los datos históricos recientemente. Esta investigación sugiere que si uno observa los mercados de bonos del gobierno de EEUU “abiertos a bolsa” (a saber, los que no están en manos de otra agencia de gobierno de EEUU, como la Fed), la participación extranjera de bonos federales subió desde cerca de 5% en 1970 a 55% hoy, a expensas de empresas y hogares estadounidenses.

Más específicamente, el ratio del mercado de bonos en manos de empresas durante este período retrocedió desde cerca de 40% a 30%, mientras que para los hogares cayó de 30% a casi 15%. Pero lo que es más interesante es la categoría de ”hogares”. Contrario a la suposición normal de que la deuda gubernamental está ampliamente repartida entre sus tenedores, los datos de Hager sugieren que la propiedad se ha vuelto mucho más concentrada recientemente, haciendo eco de una mayor concentración de riqueza en EEUU.

En los ‘70, por ejemplo, el 1% más acaudalado de estadounidenses “solo” tenía 17% de todos los bonos federales que estaban en manos del sector privado. Esto se debió en parte a que durante la segunda guerra mundial y el período que siguió hubo un fuerte intento de distribuir ampliamente los bonos del Tesoro. Pero desde los ‘80, la proporción de deuda que tenía ese 1% empezó a subir drásticamente, alcanzando 30% en 2000 y 42% en 2013. La última vez que estuvo así de alta fue en 1992, cuando el ratio llegó a 45%.

Pero el cuadro no está completo. Hager admite que los datos históricos son a menudo irregulares, y podría decirse que los ciudadanos modernos son también dueños indirectos de deuda gubernamental a través de agencias públicas y fondos de pensiones, de maneras que no se ven en los datos. Pero, al menos, el patrón le da un nuevo significado a preguntas que Hamilton y otras figuras históricas debatieron hace tres siglos: específicamente, ¿es la deuda pública una fuente potencial de cohesión civil? ¿O meramente un sutil forma para que las elites aseguren su poder?

ARRIESGAR EL PELLEJO
Hager, por su parte, toma la última perspectiva; después de todo, señala, este patrón implica que los más ricos están recolectando más y más ingresos de intereses, pero no pagando un incremento proporcional en impuestos.

“En las últimas tres décadas, y especialmente en el contexto de la actual crisis, la propiedad de bonos federales e intereses federales se ha concentrado rápidamente en las manos de dueños dominantes, el primer 1% de hogares y las 2.500 mayores empresas, aunque el sistema federal de ingresos tributarios ha hecho poco para redistribuir progresivamente el ingreso federal por intereses recibido por dueños dominantes”, escribió. “La deuda pública vino a elevar el poder de aquellos en la cúspide de la jerarquía social”, agregó, concluyendo que “la noción de Marx de una poderosa ‘aristocracia de finanzas’ en el corazón de la deuda pública es un rasgo muy real de la economía política contemporánea de EEUU”.

Incluso si uno no está de acuerdo con la inclinación política de izquierda de Hager, los datos ciertamente arrojan nuevas luces a la dinámica política de las actuales peleas fiscales.

Para las elites más ricas en EEUU que poseen bonos del gobierno, parece evidente que el gobierno tiene que mantener la santidad y el valor de los bonos del Tesoro; este grupo tiene un fuerte incentivo para asegurarse de que esto suceda vía una reforma fiscal (en particular si incluye recortes presupuestarios en lugar de mayorse impuestos). Pero lo que es poco debatido es que millones de estadounidenses pobres arriesgan mucho menos (o nada) en el juego de los Treasuries. No es de extrañar, entonces, que el debate esté tan polarizado, y probablemente se mantenga así por un tiempo.

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