Desde la administración de George Bush padre, a principios de los años noventa, no ocurría que un secretario de Estado de EEUU no completara su periodo presidencial, racha que rompió ayer Donald Trump cuando anunció el despido de Rex Tillerson. El ex CEO de Exxon Mobile perdió la jefatura de la diplomacia estadounidense a sólo una semana de la salida de Gary Cohn, ex asesor económico principal del Presidente Trump, reflejando las turbulencias que atraviesa la Casa Blanca.
Apegado a su estilo, el mandatario hizo pública su determinación a través de Twitter. "Mike Pompeo, director de la CIA, será nuestro nuevo secretario de Estado. Hará un trabajo fantástico. ¡Gracias a Rex Tillerson por su servicio! Gina Haspel será la nueva directora de la CIA, y la primera mujer en alcanzar este cargo. ¡Felicidades para ella!", señaló.
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Más tarde, ahondó en el asunto en los jardines de la casa de gobierno. "Rex y yo habíamos hablado de esto por un largo tiempo. Nos llevamos bien, pero estamos en desacuerdo en cosas", señaló Trump, ejemplificando con el acuerdo de Irán: "Yo creo que es terrible, pero él pensaba que estaba bien".
Horas más tarde, salía a la luz que Steve Goldstein, subsecretario de relaciones públicas del Departamento de Estado, también era removido de su cargo.
Por su parte, Tillerson enfrentó a la prensa por la tarde, asegurando que recibió la llamada de Trump tres horas después del anuncio realizado en la red social. Además, informó que delegará inmediatamente todas sus funciones al subsecretario de Estado, John Sullivan, y se comprometió con "una ordenada y tranquila transición".
Flujo anormal
El ritmo con el que han renunciado o han sido despedidos los funcionarios bajo la administración Trump, ya van seis en los primeros meses de 2018, no es usual.
Desde que llegó a la Oficina Oval, Trump ha visto partir a más de 20 miembros de su gobierno. Adicionalmente, de acuerdo a la organización Partnership for Public Services, de los 640 puestos claves que debe nominar el Jefe de Estado, para posteriormente ser confirmados por el Senado, sólo 274 han pasado todo el proceso, 146 esperan el visto bueno de la cámara alta, mientras cuatro están a la espera de la nominación y 216 simplemente no han sido nominados.
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"La avalancha de salidas de la administración Trump no tiene precedentes. El principio operativo en esta administración parece ser el caos", señala a PULSO Bill Schneider, profesor de política, gobierno y relaciones internacionales de la George Mason University.
Y aunque la salida de Tillerson tras un historial de desencuentros con el Presidente, a quién llamó "imbécil" pocos meses atrás, no llamó particularmente la atención, sí lo hace la lista que engrosa.
"Trump realmente no cree en delegar autoridad. Quiere ser su propio ministro de Asuntos Exteriores, su propio jefe de gabinete y su propio asesor económico", detalla Schneider. "Él dispara a personas que se interponen en su camino o que tienen sus propias ideas. Probablemente está frustrado por el hecho de que no puede despedir al Congreso o a los tribunales", agrega el académico.
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Su análisis es compartido por Paul Musgrave, profesor de la University of Massachusetts Amherst, quien agrega que "las partidas del asesor Gary Cohn y el Secretario Tillerson, junto con la rumoreada partida del Asesor de Seguridad Nacional H.R. McMaster, muestran que el Presidente confía cada vez más en su capacidad de elegir funcionarios más leales a él y más en línea con sus prioridades políticas que durante su primer año", a partir de lo cual considera que "los próximos meses o años estarán más llenos de iniciativas de Trump en política exterior".
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El peor
Aunque la sumatoria de despidos preocupa, varios festejan la partida de Tillerson, que desde el comienzo despertó suspicacias por su falta total de experiencia diplomática y los lazos que lo unían a Rusia desde sus años de empresario petrolero.
"Él se va como uno de los peores secretarios de Estado. Era bastante malo para el cargo", indica Todd M. Rosenblum, un ex alto funcionario de defensa y seguridad nacional en la administración de Barack Obama. "Estuvo enfocado en un asunto muy acotado, la reorganización del departamento, y no en las políticas más importantes para el país. Tenía una muy mala relación con los funcionarios de la secretaría de Estado y una muy evidente pobre relación con el mandatario", detalla el ahora investigador de Atlantic Council.
De todas maneras, el momento en que Trump decide hacer a un lado a Tillerson parece "particularmente inoportuno" para Amanda Mattingly, directora del Truman National Security Project. "Estados Unidos necesita un equipo fuerte de diplomáticos para preparar la mesa de negociaciones entre el Presidente Trump y Kim Jong-un. Se debe negociar mucho antes de tiempo y se necesita una gran cantidad de trabajo (...) Me temo que sin un equipo experimentado en el Departamento de Estado, esto será difícil de lograr", explicó.