El presidente del Banco Central, Mario Marcel, precisó la pasada semana que el ente rector no considera intervenir en el mercado del dólar, tras la baja de este, aunque en términos generales se advierta una relativa inestabilidad del tipo de cambio. En cinco semanas la paridad dólar-peso ha descendido $52,5, llegando el tipo de cambio real a niveles cercanos a los de la intervención cambiaria anterior. Según el Banco Central y la mayoría de los expertos, el movimiento de la divisa se encuentra dentro de un margen razonable y en el marco de los fundamentales para una economía como la chilena, que empieza a recuperarse de la mano de un aumento de las exportaciones. Es normal que los exportadores, sobre todo aquellos de actividades más estacionales, deseen un tipo de cambio alto y defiendan el margen de ganancia por su efecto reactivador interno. Sin embargo, no parece razonable pretender que todo el resto de los actores de la economía deba subsidiar las actividades de los exportadores. Una intervención en los niveles actuales provocaría una distorsión innecesaria en los precios, lo que afectaría a todo el resto de la actividad.
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Los exportadores todavía tienen espacio para rentabilizar y probablemente incluso aún podrían mejorar en eficiencia. Lo que deben hacer los sectores exportadores es tomar la cobertura cambiaria que estimen más conveniente para el negocio. Así, su preocupación principal deberá ser su negocio y en menor grado el nivel del tipo de cambio. Por lo demás, la experiencia acumulada en el país desde que se dejó actuar al mercado en la asignación del precio del dólar, muestra que las intervenciones cambiarias acarrean más costos que beneficios, que su efecto es de corto plazo y, en última instancia, no pueden contra la corriente del mercado. Con todo, la evolución y proyección del tipo de cambio no parece dramática y no está desalineada respecto de los fundamentales de largo plazo
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