La tortuosa apuesta de cuatro años de Google por escapar a las sanciones de competencia en Europa estuvo ayer a punto de colapsar luego que Bruselas tomara el paso inédito de rechazar un tercer acuerdo tentativo de paz.

La decisión de Joaquín Almunia, el comisionado de competencia de la Unión Europea, de rechazar la tercera versión del borrador del acuerdo antimonopolio de Google marca un cambio de dirección que deja abierto el destino para un proceso altamente contencioso. El fracaso del plan elaborado de manera muy cuidadosa representa un duro golpe a la credibilidad de la comisión en su caso de mayor notoriedad de antimonopolio desde que se enfrentó a Microsoft en los años ‘90.

Almunia dijo que estaba “tratando de extraer” mejores términos para mejorar un paquete en el cual Google había prometido dar a los rivales una mejor proyección junto con sus resultados para las investigaciones sobre temas como restaurantes, vuelos y tiendas.

“Algunos demandantes han introducido nuevos argumentos, nuevos datos, nuevas consideraciones”, dijo Almunia a Bloomberg TV. “Ahora tenemos que analizar esto y ver si podemos encontrar soluciones, Google puede encontrar soluciones a algunas de estas preocupaciones que consideramos justificadas”.

Google dijo: “Seguimos trabajando con la Comisión Europea para resolver las preocupaciones que han mostrado”.

Esto se produce luego de un cambio en el clima político en Bruselas, que observadores del caso dicen que hizo más difícil para Almunia y para José Manuel Barroso, el saliente presidente de la comisión, ganar amplio apoyo para el último acuerdo con la compañía tecnológica. “Un caso de competencia nunca ha llegado a tal nivel de intensidad y lobby político”, dijo un experto en competencia europeo, con la amplia oposición alemana vista como un factor decisivo.

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