Los ataques homofóbicos no son comunes en el centro de la ciudad de Moscú, pero han surgido incidentes en medio de un aluvión de violencia anti-homosexual, aparentemente impulsada por una nueva ley rusa que prohíbe la "propaganda" homosexual.
La ley se ha transformado en un conflicto internacional. Muchos bares en EEUU dejaron de vender el vodka ruso Stolichnaya en protesta (aunque sus dueños rápidamente señalaron que lo producen en Letonia.
El presidente de EEUU, Barack Obama, criticó la ley en la televisión estadounidense, horas antes de cancelar una cumbre bilateral con Vladimir Putin el próximo mes.
Más preocupante para el Kremlin es que han aumentado los llamados para boicotear los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi, durante febrero, en los que Rusia ha gastado US$50.000 millones. Las preocupaciones son que los turistas sufran por culpa de la ley.
Stephen Fry, el actor y escritor británico, le escribió al primer ministro, David Cameron, y al Comité Olímpico Internacional (COI) urgiendo que los juegos se cambiaran a "Utah, Lillehammer, cualquier lugar que quieran".
Entre el torrente de leyes y encarcelamientos cuestionados en Rusia durante el último año, la ley anti-gay ha logrado la mayor resonancia en el exterior. Sin embargo, es complicado para occidente movilizarse contra ciertas posturas en Rusia.
La opinión de Fry de que Putin está "utilizando a gente homosexual como chivos expiatorios, como Putin lo hizo con los judíos" es exagerada. También es la probabilidad de que los turistas olímpicos se vean afectados por la ley, o el odio que ésta puede promover.
El dilema de occidente es que si, al ir a Sochi, se vea respaldando un liderazgo ruso que, lejos de proteger a las minorías, aprobó una ley que consiente prejuicios arraigados en el bloque ex comunista.
La ley, además, es parte de una ola de conservadurismo ligado a las medidas drásticas hacia la oposición política y la sociedad civil desde que Putin volvió como presidente el año pasado, después de protestas en las calles de Moscú.
Cultivando vínculos con la Iglesia Ortodoxa de Rusia, Putin apela a un votante más tradicionalista y provincial, buscando evitar a la oposición urbana.
Se cuenta, por ejemplo, el encarcelamiento de los miembros de Pussy Riot, la banda de punk feminista que cantó una canción contra Putin en la catedral de Moscú, una causa que también levantaron Fry y estrellas de pop, incluyendo a Madonna y Lady Gaga. El caso de alta visibilidad en los tribunales tenía como principal objetivo reforzar en la base de Putin la imagen de los manifestantes como una especie diferente, más que reducir las protestas.
El Kremlin y sus flexibles estaciones televisivas puede, mientras tanto, representar a cualquiera que haga un conflicto de la ley, ya sea occidente o los críticos en Rusia, como estar fundamentalmente alejado de los "valores" de los rusos comunes.
Eso significa que el boicot de Sochi, tomando en cuenta que nadie boicoteó los Juegos Olímpicos de Beijing, podría reforzar la narrativa del Kremlin de que el occidente busca constantemente socavar a Rusia. Lejos de generar una división entre Putin y los rusos, podría consolidar su apoyo.
Un mejor acercamiento, como algunos atletas homosexuales proponen, es que las naciones extranjeras asistan. Pero, junto con el COI y la Fifa, cuya Copa Mundial de 2018 también se hará en Rusia, podrían utilizar los juegos e intervenir para hablar contra la ley anti-gay y otras medidas intolerantes. La presión de auspiciadores occidentales también podría ser efectiva.
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