El ex ministro socialista Germán Correa ha formulado en PULSO reveladoras reflexiones que se deben considerar en el debate técnico y político. En su calidad de presidente de EFE ha subrayado, de forma indirecta, la falta de rigor que hubo en la oferta programática sobre la construcción de una red de trenes de cercanías, promesa que claramente se incumplirá.
Además, llamó la atención sobre el rol distorsionador que pueden jugar alcaldes y parlamentarios a la hora de intentar obtener ventajas locales o corporativas por sobre el interés general. Pero, asimismo, el timonel de la empresa estatal subrayó la necesidad de que grandes obras de infraestructura sean sustentables desde el punto de vista económico, se encuadren en planes de largo plazo e incorporen la inversión privada. Sólo para dar un ejemplo: en países como Francia y Reino Unido, los últimos planes ferroviarios se han trazado en un plazo superior a los 25 años.
Lo que ha ocurrido con el demorado y encarecido Rancagua Express es una muestra de los problemas de gestión que aún arrastra el Estado y de los riesgos de promesas políticas sin sustento técnico ni financiero. Al mismo tiempo, resulta necesario que tratándose de un sector que puede aportar tanto a la actividad del país, el tema ferroviario debe ser visto con una visión de largo plazo que traspase al Gobierno de turno.