EL CLAVO oxidado, el Manhattan y el Tom Collins son algunos clásicos cócteles basados en whisky. Pero de a poco, este destilado se ha ido transformando en un buen acompañamiento para las comidas, que ahora tiene como uno de sus principales consumidores a jóvenes y mujeres.
Nacido de la fermentación de cereal envejecido en barriles de madera de roble, su nombre varía dependiendo del origen o característica de la barrica (por ejemplo: bourbon o whiskey). De acuerdo a Nielsen, la categoría de whisky es la más dinámica en destilados, creciendo más de un 15% en valor en el último año móvil. Esto se explica porque ha dejado de ser un producto de nicho, aumentando su oferta mediante un portafolio mucho más extenso y con propuestas variadas para los diferentes consumidores. "Indudablemente está atrayendo nuevos consumidores jóvenes y que se atreven a probar productos distintos y de calidad, abandonando consumos más clásicos", dice María Urrejola, brand manager de whiskies Pernod Ricard.
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La arremetida femenina
En un principio, las mujeres eran más reacias a este destilado debido al estigma de que sólo es un trago para hombres, pero hoy las barreras se han ido derribando debido a una gran variedad de opciones para todos los gustos. "En general, las personas que dicen que no les gusta el whisky es porque aún no han encontrado el indicado para ellos. Hay tantas variedades y combinaciones que es imposible que no te guste ninguno", señala Urrejola.
Un buen whisky
Sebastian Maggi, regional reserve brand ambassador de Diageo, explica que un buen whisky se puede resumir en tres aspectos: "Suavidad al paladar, que se logra gracias a la técnica de destilación; diversidad, debido a la mezcla de productos que se traduce en su complejidad; y tercer, patrimonio y herencia, que se obtiene mediante la experiencia en la disciplina de la elaboración".
Maggi cuenta que aquellos que quieren apostar por este destilado pueden empezar vía mixability, es decir, mezclando un whisky con alguna bebida o agua. "La recomendación es buscar una opción que sea refrescante, siempre cuidando exista un balance 70/30 entre la bebida y el whisky, para que sea suave al paladar".
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Pero el whisky también se reinventa a través de la gastronomía, no sólo a través de maridajes, sino como un ingrediente más de la cocina. El sommelier Christian Vargas cuenta que una buena alternativa es el boeuf bourguignon, que tiene carne, cebollas perla, champiñón, tocino y salsa con reducción de vino. "Es un plato que tiene mucha consistencia. Acá se trata de igualar, buscar una armonía entre estos dos elementos. Por eso, jamás se intentará con un plato ligero. En este caso, se toma el whisky sin hielo y a temperatura ambiente".
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