El año 2024 se perfila como el más cálido jamás registrado a nivel global, superando un récord establecido apenas hace un año.
Este calentamiento excepcional ha intensificado eventos extremos particularmente letales en el Sur Global, incluyendo inundaciones devastadoras en Kenia y Brasil, severas sequías en Zimbabwe, Ghana y Ecuador, y voraces incendios en Chile.
Los impactos económicos asociados a eventos climáticos extremos están en aumento, con pérdidas y daños globales estimados entre 100 y 500 mil millones de dólares anuales.
Sólo las pérdidas ocasionadas por los incendios que afectaron la Región de Valparaíso el verano pasado podrían llegar a los 1000 millones de dólares. Para los países del Sur Global, cuya economía depende fuertemente de la agricultura (y por lo tanto del clima), los efectos del cambio climático son especialmente devastadores.
La magnitud de los impactos de los eventos climáticos extremos hace necesario que los países del Sur Global redirijan y prioricen sus siempre escasos recursos hacia la mitigación de riesgos, pérdidas, y daños.
En la última cumbre climática (COP), celebrada en Azerbaiyán, los países firmantes de la convención de las Naciones Unidas para el cambio climático acordaron avanzar hacia la financiación climática de los países del Sur Global, estableciendo una meta de 300 mil millones de dólares anuales al 2030.
Aunque se trata de un avance en “justicia climática”, no está claro si estos fondos serán una subvención, una compensación, o simplemente un crédito.
Tampoco hay claridad si se privilegiará el financiamiento del abatimiento de emisiones o la mitigación de riesgos climáticos.
¿Cómo podemos desde la ciencia contribuir a mitigar la creciente alza de riesgos, pérdidas, y daños en el Sur Global? La prestigiosa revista Nature Sustainability acaba de publicar nuestra respuesta a esta pregunta que propone priorizar cuatro líneas de acción:
1. Mapas de riesgo de alta resolución:
Es urgente producir mapas con la frecuencia y distribución espacial de extremos climáticos históricos y proyectados, permitiendo planificar políticas de adaptación basadas en datos claros y accesibles.
2. Atribución de extremos climáticos:
Distinguir entre eventos naturales y aquellos atribuibles al cambio climático es esencial. Métodos como los de la iniciativa World Weather Attribution pueden ayudar a identificar las contribuciones antrópicas en desastres específicos, fortaleciendo las demandas del Sur Global por justicia climática (i.e., compensaciones por parte del Norte Global).
3. Evaluación de pérdidas económicas y no monetarias:
Las herramientas existentes, como el Post-Disaster Needs Assessment del Banco Mundial, pueden cuantificar daños económicos en sectores clave. Pero también necesitamos valorar pérdidas no monetarias, como la desaparición de tradiciones y patrimonio cultural asociada a la migración climática.
4. Sistemas de Alerta Temprana:
En muchos países del Sur Global, estos sistemas son aún incipientes. Una componente de dichos sistemas es la respuesta de la población a la alerta, un aspecto en el que en Chile tenemos aún que avanzar. La implementación efectiva de sistema de alerta temprana podría salvar vidas y reducir drásticamente las vulnerabilidades frente a eventos extremos.
Priorizar estas cuatro líneas de acción y enfocar nuestros esfuerzos en los eventos de mayor impacto (como las sequías, inundaciones, e incendios) puede hacer una diferencia.
Los científicos climáticos en el Sur Global debemos rápidamente cerrar las brechas de información que obstaculizan la mitigación de riesgos, pérdidas, y daños asociados a estos eventos climáticos extremos. Los récords establecidos este 2024 no durarán mucho así que no hay tiempo que perder.
*Dr. Raúl R. Cordero @Antarcticacl, Académico de la UdeSantiago.