En Chile, solo el 34% del personal investigador en ciencia son mujeres. La cifra OCDE de 2018, sitúa al país con un porcentaje muy cercano a la mediana a nivel mundial, donde Lituania se ubica en primer lugar con un 51% de participación femenina y Japón en último lugar con un 17%.
Pero no se trata de la única cifra que visibiliza la brecha en esa área. En el caso de quienes trabajan en investigación y desarrollo (I+D), considerando a los trabajadores y trabajadoras de jornadas completas, ellas son menos del 50%, promediando un 38% entre los años 2011 y 2017. Uno de los porcentajes más bajos de toda Latinoamérica.
Una diferencia en desmedro de las mujeres que se inicia tempranamente: Solo 28% de las personas matriculadas en carreras vinculadas a Ciencias e Ingeniería durante el 2020 fueron mujeres. Así lo indican los datos de Radiografía de Género en CTCI, que reveló además que solo un 38% de las personas con publicaciones en revistas indexadas a Web of Science (WoS) entre el 2008 y la actualidad son mujeres, y apenas un 15% del total de solicitudes de patentes en Instituto Nacional de Propiedad Industrial son realizadas por mujeres.
Lograr condiciones educacionales, sociales y laborales que incentiven la participación de mujeres en todas las áreas de la ciencia, la tecnología y la innovación, no solo es una deuda pendiente, también tiene un enorme beneficio social. Difícilmente, advierten estudios, un país puede obtener el crecimiento social, cultural y económico deseado si no elimina las trabas a una participación femenina en igualdad y equidad de género.
Y en esa materia, hoy en el Foro Generación Igualdad, encuentro mundial en pro de la igualdad de género convocado por ONU Mujeres, que se realiza en París, Francia, el presidente Sebastián Piñera realizó un importante anuncio: la primera Política Nacional de Igualdad de Género para la Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI) con su plan de acción denominado “50/50 para el 2030”.
El Gobierno liderado por el Ministerio de Ciencia y con la contribución de los ministerios de la Mujer y la Equidad de Género, Educación y la Subsecretaría de Telecomunicaciones, generaron la iniciativa que se enmarca en el compromiso por “alcanzar un sistema nacional de creación, transferencia y difusión de conocimiento sin sesgos ni discriminaciones de género”.
“50/50 para el 2030”
La nueva política impulsa un conjunto de acciones que apuntan a cerrar la brecha de género en el área. Lo que se busca, tal como su nombre lo dice, es que para el 2030 se genere “un punto de inflexión y crear una igualdad real entre hombre y mujeres en el sistema de ciencia, tecnología, conocimiento e innovación”, explica Carolina Torrealba subsecretaria de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.
“Es la primera política nacional que busca hacerse cargo de estas brechas, una necesidad urgente, más aún en el contexto actual de pandemia”, plantea Torrealba.
En la crisis sanitaria por Covid-19 se ha vivido un increíble fervor científico. La ciencia ha abierto esperanzas para enfrentar la pandemia. Pero en ese mismo contexto, añade Torrealba, las desigualdades de género se han ampliado. “Esta política es fundamental. No es posible alcanzar el modelo de desarrollo científico que el país necesita si no nos hacemos cargo de esas brechas”, apunta.
El documento constituye un marco de acción en ese sentido. Fue creado entre enero de 2020 y mayo de 2021, mediante un proceso que Torrealba define como “ampliamente colaborativo”. Contó con una extensa participación de la academia, sociedad civil y actores clave a través de una consulta pública, mesas de trabajo e insumos internacionales. Participaron en total más de 1.800 personas.
Cuatro objetivos orientan la nueva política. El primero es Niñez inclusiva, protegida y con habilidades para el futuro, que busca garantizar espacios educativos libre de sesgos, violencia y discriminación. Para eso se promoverá la educación y exploración científica escolar desde las primeras edades hasta la educación media, junto con cerrar la brecha de género digital en mujeres y niñas. Una de las medidas incluye el Programa de Investigación Científica para Primeras Edades (Pipe), con módulos de exploración e investigación para niños y niñas de primeras edades.
El segundo eje es Ecosistemas de CTCI inclusivos, transformadores y responsables. Implica apoyar sostenidamente los planes institucionales de las universidades y otras entidades de la CTCI, promover el liderazgo femenino en ciencia, tecnología e innovación y visibilizarlas como “referentes de la investigación científica e innovación nacional”, señala Torrealba. Aquí se considera, entre otras medidas, la creación de un fondo concursable de $10.500 millones de apoyo a planes institucionales de las universidades para que cierren sus brechas de género.
Como tercer punto está un Estado comprometido con los datos, instrumentos y políticas para la igualdad de género en CTCI. Es decir, explica Torrealba construir un sistema de recolección, sistematización, análisis y entrega de datos con respecto a la participación de las niñas y mujeres en el sistema de CTCI. Además, revisar y rediseñar de ser necesario, los instrumentos y programas del Estado que promueven el desarrollo de la ciencia, tecnología e innovación. Esto incluye, entre otros aspectos, la publicación anual de la Radiografía de género en CTCI.
Y como último punto está una Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación para resolver los impactos de la brecha de género en nuestra sociedad, al promover una CTCI que permita comprender las brechas de género, mitigar los efectos de esta en la sociedad y contribuir con herramientas para abordarla. Considera, entre otros puntos, la creación de un fondo de $2.250 millones para financiar investigación asociativa para comprender la desigualdad de género y sus principales problemáticas (5 anillos de investigación).
Consulta ciudadana
Torrealba resalta el trabajo previo que se realizó para generar Política de Igualdad de Género en CTCI. Entre el 17 de diciembre 2020 y el 24 de enero 2021, se abrió una Consulta Pública en línea para orientar ese objetivo.
Se obtuvo en ese tiempo una amplia diversidad de opiniones sobre de qué manera se puede alcanzar la igualdad de género en el área. Participaron 1.550 personas de todo el país, un 60% indicó que trabajan en una universidad. Se recopilaron más de casi 6 mil respuestas.
Las opiones revelaron la importancia que para población general tiene el tema: un 93% se manifestaron a favor de una política de igualdad de género en CTCI.
Lo deja en claro la respuesta dada por una mujer de 39 años de la Región de Los Ríos: “Porque la ciencia y tecnología necesitan perspectivas femeninas para resolver preguntas que hasta ahora han sido respondidas sólo desde una perspectiva masculina. Además, porque la situación de la mayoría de las investigadoras es diferente de la de los investigadores y los parámetros de evaluación deberían considerar estas diferencias”.
Los resultados, dice Torrealba muestran áreas con mucha relevancia para la población, como la importancia de actuar desde primera infancia para promover interés científico en niñas y jóvenes para eliminar estereotipos. “Otras de las necesidades que se nombraron fue el generar ambientes amigables, ambientes de trabajo sin sesgo, libres de discriminación”, indica.
Ambientes y condiciones laborales sin sesgo que detalla la opinión de una mujer de 52 años de la Región de Valparaíso: “Garantizar condiciones equitativas para la postulación a proyectos y financiamiento para la investigación, desarrollar acciones desde la autoridad pública, universidades y centros de investigación para la conciliación de la vida laboral y familiar, incluir en la formación superior asignaturas obligatorias con perspectiva y sensibilidad de género, financiar investigaciones sobre la materia”.
Al ser consultados hombres y mujeres de por qué Chile necesita una política de igualdad de género en CTCI, un 2% de las mujeres se manifiesta en contra de una política de ese tipo, mientras que un 12% de los hombres dice que no se necesita. Entre las razones que dieron están que “es ofensivo para las mujeres” y el negar la existencia de la brecha de género, argumentando que se debe a “diferencias innatas entre sexos”.
Un resultado que a Torrealba no sorprende, “refleja una realidad que uno la ve”. Efectivamente este es un proceso cultural lento y complejo, e implica, hacerse cargo de la comprensión de esas brechas, que se dan, entre otras causas, por ambientes laborales hostiles para las mujeres y por estereotipos que se inician en niñez. “Hay que hacerse cargo del tema, hemos avanzado en conciencia y esta política es un plan concreto de acción”, asegura.
Se require cambiar. Y tal como un hombre de 47 años, de la Región de Valparaíso señaló en la consulta pública: “Debe ser considerada desde la génesis de cada emprendimiento/proyecto, como un factor estratégico para el desarrollo”.
Torrealba subraya que tal cómo la recién política anunciada dice “se trata de una demanda necesaria que está instalado en todas partes, es una necesidad urgente”.
Socialmente hay mayor conciencia del por qué urge cerrar esas brechas. Algo que se ha reforzado, dice Torrealba, en el contexto de relevantes cambios sociales como la Convención Constitucional con paridad de género. “Es un momento tremendo y único para poder generar este punto de inflexión. El futuro definitivamente va a ser con más mujeres en ciencia, tecnología, conocimiento e innovación, y con espacios de trabajos más asociativos y colaborativos”, afirma.