La Conferencia Internacional de Diseño de Aspen de 1983 fue especial para el joven Steve Jobs. Con sólo 28 años ya había fundado Apple con su amigo Steve Wozniak, un año antes había sido portada en la revista Time y a inicios de ese mismo 1983 había lanzado Lisa, un avanzado computador que en su momento no obtuvo éxito comercial, pero que a corto plazo instauró toda la base de lo que hoy conocemos en la industria de los computadores personales.
Porque en aquella conferencia, rescatada de un archivo de audio en 2012 y que hoy se considera objeto de culto, Jobs no sólo se adelantó a conceptos como la asistente personal Siri, Google Maps, una tienda de aplicaciones como la App Store y una red similar a internet que estuviese disponible para todos, sino que habló de un aparato que casi 40 años después, se ha erigido como un útil dispositivo para el entretenimiento, la productividad y la información.
"Lo que queremos es poner una computadora increíblemente genial en un libro que puedas llevar contigo y que puedas aprender a usar en 20 minutos. Queremos hacerlo en esta década, y lo haremos con un enlace de radio para que no tenga que conectarse a nada, está en comunicación con todas estas bases de datos y otras computadoras. No sabemos cómo hacer eso en este momento. Es imposible, técnicamente", afirmó.
De esta forma nacía un concepto básico de lo que hoy conocemos como tableta, aunque pasarían años antes que se hiciera realidad. Pero, ¿realmente fue Jobs quien lo ideó?
El libro
La historia de la tecnología nos dice que el famoso "libro inteligente" ya tenía un precedente similar. Se llamaba "Dynabook", y fue una idea generada en 1968 por el científico informático Alan Kay. En su investigación de 1972 titulada "Una computadora personal para niños de todas las edades", describía una herramienta educativa capaz de mostrar texto y gráficos dinámicos, una interfaz de usuario sencilla que cualquiera pudiese utilizar, la capacidad de conectarse a una gran red de información, una pantalla y un teclado virtual.
Kay, que trabajaba en el Centro de Investigación Xerox Palo Alto, ideó el aparato para ser capaz de albergar varias horas de archivos de audio, junto a un sistema de descarga de libros muy similar a la App Store. ¿Su precio? 500 dólares (3 mil dólares de la época) cifra que sería importante en el futuro.
En varias entrevistas, el científico incluso se burló de la idea que afirmaba que Jobs le había robado la idea del "libro inteligente", aunque ciertamente reconoce que el Dynabook sí fue una "inspiración" para lo que vendría después. Además, en aquella época era muy difícil no vincular cualquier proyecto futurista al Xerox Parc, sitio del que salieron conceptos como el papel electrónico, el ratón y los computadores personales, la impresión láser y muchos otros.
No fue la única vez que los los caminos de Jobs y Kay se cruzarían. Este último trabajó en Apple a mediados de los 80, y fue consultado por el fundador de la compañía sobre un nuevo dispositivo llamado iPhone, presentado en 2007.
En una breve conversación, Jobs le preguntó a Kay su opinión, si el recién estrenado smartphone era "lo suficientemente bueno como para ser criticado", a lo que el científico respondió: "Sólo haz la pantalla al menos de 5x8 pulgadas, y dominarás el mundo".
Steve Jobs no olvidaría esas palabras.
https://www.youtube.com/watch?v=jj6q_z2Ni9M&feature=emb_title
"Un iPod Touch gigante"
Tres años después, el mundo tecnológico había avanzado a pasos enormes. El dominio de los PC de escritorio había dado paso a los notebooks, que irrumpieron con fuerza tras bajar sus costos, su conectividad con la incipiente red wifi y su portabilidad, y smartphones como el iPhone 3GS estrenado en 2009 ya habían ganado popularidad gracias a una sólida base de aplicaciones y desarrolladores. Mientras tanto, los sistemas Android poco a poco comenzaban a avanzar gracias a dispositivos como el primer Samsung Galaxy S y los terminales de HTC.
Así, el 27 de enero de 2010 Steve Jobs saltó al escenario en un evento especial de la compañía celebrado en San Francisco para presentar su "tableta", un nuevo aparato que definió como una "tercera categoría de dispositivos", un híbrido entre el iPhone y un MacBook, lanzado en 2006 como heredero del iBook de 1999. Su nombre: iPad.
El dispositivo, un proyecto personal de Jobs y al que le tenía especial fe, estuvo desde sus inicios marcado por la incredulidad y las burlas de ser sólo "un iPod Touch gigante". No quedaba claro su uso, la interfaz era simple y similar al iPhone, pero su enfoque centrado en el ocio no justificaba los 500 dólares del modelo de entrada. Más, en un mundo que aún no conocía los smartphones gigantes que conocemos hoy.
A pesar de ello, la compañía anunciaba al nuevo producto como "un dispositivo mágico y revolucionario a un precio increíble", concepto que con el paso de los días obtuvo el beneplácito de la crítica especializada. Se elogió al dispositivo por su amplia gama de capacidades y lo etiquetaron como un competidor para computadoras portátiles y netbooks, una especie de notebook pequeño muy popular en esos años. Por otro lado, entre los aspectos negativos destacaban la naturaleza cerrada del sistema operativo y la falta de soporte para el formato multimedia Adobe Flash.
Nada de eso importó, más en días que los lanzamientos de productos de Apple eran precedidos por expectación y largas filas de espera. En su primer día, 3 de abril de 2010, se vendieron 300 mil iPads, y un mes después las ventas llegaron a un millón de unidades. Durante los primeros 80 días se vendieron 3 millones de iPads, y seis meses después la compañía anunció que había vendido más iPads que Macs, dándole una vez más la razón al testarudo Jobs. En total, Apple vendió más de 15 millones de iPads antes del lanzamiento de la segunda generación del dispositivo.
Pero este vínculo especial entre la tableta y su creador terminó de manera abrupta. Al año siguiente, el 2 de marzo de 2011, un Steve Jobs más delgado de lo habitual presentó la segunda generación del dispositivo, siendo la última vez que el icónico ex fundador de la compañía estuviese en un escenario. Fallecería de un cáncer seis meses después.
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Las tabletas, hoy
"En ese momento, la tableta encontró un espacio intermedio entre lo que podíamos hacer con un smartphone -mas pequeño y restringido- y lo que podíamos hacer con un PC, que era más productivo pero que quedaba al debe en interacciones más sencillas", comenta Cristian Peña, Analista de Consumo de IDC.
Para el especialista, "el dispositivo de inmediato generó atracción por su capacidad portable, integrado con tecnología inalámbrica y el sistema táctil, muy novedoso en ese tiempo. Además, "potenciaba la misma plataforma de los smartphones, y un ecosistema más alla del PC que hizo más sencilla la forma de crear aplicaciones, un modelo muy exitoso".
De acuerdo a Peña, el mercado de las tabletas ha ido de "incipiente" en 2010, a tener un gran aumento hasta 2014 y después un declive y estabilización, que es lo que hemos tenido hasta ahora. Esto se ve reflejado en las ventas en Chile: 116 mil unidades en 2010; 593 mil en 2012; 2,137 millones en 2013; 1,499 millones en 2014 (su mejor año); 1,157 millones en 2015; 1,025 millones en 2016; 765 mil en 2017; 726 mil en 2018; y 467 mil hasta el último trimestre de 2019, según IDC.
Un punto interesante tiene que ver con la irrupción de Android en el mercado de las tabletas, que comenzó a competir con Apple a través de decenas de fabricantes en su mayoría chinos. Cristian Peña afirma que esta alza declinó cuando estas empresas no contaban con las certificaciones adecuadas y las experiencias de usuario no fueron las mejores. "Fue determinante para lo que ocurrió posteriormente: las marcas se enfocaron en dispositivos híbridos convertibles que trataban de igualar lo que hacía la tableta, pero con el formato base o infraestructura de un computador personal", comenta.
"Desde la vereda de los smartphones el hecho que crecieran de tamaño mermó el espacio de las tabletas", agrega. "Los últimos cinco años de la década pasada, el mercado fue decreciendo y se estableció en usuarios de nicho que sí valoraron el ecosistema completo y se fidelizaron. Usuarios con aplicaciones específicas; al principio fue masivo, pero en el ambiente empresarial hubo usos que estaban construidos alrededor de la interacción con una tableta".
Peña afirma que en los últimos años son los usos específicos y los usuarios que valoran el formato quienes siguen manteniendo el mercado, algo que continuará en los próximos años. Así lo podemos ver con los últimos modelos de iPad, por ejemplo, con modelos "Pro" de mayor pantalla, un lápiz inteligente y compatibilidad con Mac como una segunda pantalla, y la posibilidad de usar software avanzado como Photoshop, lo que hace a estos aparatos útiles para diseñadores, arquitectos, fotógrafos, o estudiantes.
"Es un mercado que tiene un piso y no vemos que se vaya a contraer aún más, porque el producto, tamaño y funciones son los que van a permitir más usuarios en el futuro, fidelizar a quienes están ahí y capturar usuarios nuevos", señala el analista de IDC.