A dos semanas del 18, primavera parte con récord en Santiago: así estará el tiempo las próximas semanas

El último 18 de septiembre (2023) en Santiago estuvo marcado por jornadas sin precipitaciones, temperaturas mínimas en torno a entre 7 y 8°C y máximas cercanas a entre 15 y 17°C.

Aunque es imposible meteorológicamente saber cómo estará la versión 2024 de estas Fiestas Patrias, si al menos se puede especular estadísticamente cuál son las proyecciones climáticas para las próximas semanas.

Según el último informe trimestral de la Dirección Meteorológica, las proyecciones para septiembre sugieren mayores probabilidades de presentar una condición por debajo de lo normal en cuanto a lluvia en gran parte del territorio nacional, particularmente en la zona central.

En relación a la temperatura, el mismo documento establece mínimas bajo lo normal para la capital y la zona central, mientras que las máximas estarían sobre lo normal.

Pese a la proyección de precipitaciones bajo lo normal, en lo que va del año ha sido todo lo contrario. Este sábado 31 de agosto culminó el invierno meteorológico (distitno al invierno astronómico que termina el 20 de septiembre), y si bien el pronóstico de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) indicaba de que la capital podría superar el registro de precipitaciones de 1972, esto finalmente no ocurrió, aunque de todas formas 2024 se ubica entre los años más lluviosos del registro.

Luego de más de una década marcada por la megasequía, los últimos dos años en Santiago y parte importante de la zona central han estado caracterizados por abundantes precipitaciones.

Junio, por ejemplo, se ubicó entre los “junio” más lluviosos desde que existe registro. Mientras que agosto volvió a ser como los agostos de “los viejos tiempos”,

Presentó lluvia, frío e incluso neblina, acumulando un superávit de agua caída de 59,6% a la fecha.

Posiblemente el mayor hito, climatológicamente hablando, del octavo mes del año, fue el sistema frontal que azotó a parte importante del país con vientos superiores a 120 km/h, convirtiéndose en el inicio más lluvioso para este mes desde que existe registro.

Los últimos chubascos de agosto, permitieron acumularon 11 mm en la estación de monitoreo ubicada en Quinta Normal, totalizando 379,1 mm durante el presente año, posicionándose al año 2024 en el sexto lugar como el año con más lluvias desde que hay registros en esta estación, como muestra esta gráfica.

Además, es el año con de más agua caída desde 2002, es decir, en los últimos 22 años.

Sin embargo, el comienzo de la primavera meteorológica fue muy diferente. El domingo 1 de septiembre alcanzó una máxima de 27,2°C en la capital, la cifra más elevada desde 2015 (28,6°C) para la fecha, es decir, hace casi una década. Aunque aún lejos de los 32,6°C del 16 de septiembre de 1996.

Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, señala que hemos tenido en muchos aspectos una temporada otoño-invierno récord. “Por ejemplo, tuvimos la tormenta de viento más intensa jamás registrada en la capital. Llevamos además, a la fecha, tres intensas olas de frío en la zona central”.

Además, agosto se presentó con jornadas de frío extremo. “Lo normal a esta fecha es tener siete días con temperaturas bajo cero, y este año llevamos 16″, agrega Cordero.

En efecto, 2024 es hasta la fecha el tercer año con más días con temperaturas bajo cero registrados desde 1950 en la capital, “y es el año con más días con temperaturas bajo cero en 17 años (desde 2007)”, añade el climatólogo.

Y es no es todo, aclara Cordero. “Lo normal a esta fecha es tener 21 días fríos. Pues este año llevamos 28″.

Esta situación (asociada al frío del invierno), en gran medida, fue provocada por un fenómeno denominado baja segregada.

Cordero define el fenómeno como “una masa de aire frío en comparación con las temperaturas en la superficie. El contraste de temperatura entre esa masa de aire frío y el aire más cálido de la superficie puede provocar un flujo ascendente de aire y dar lugar a la formación de tormentas”.

Las similitudes entre el invierno de 2024 y el invierno de 2002 probablemente no sean coincidencia, añade Cordero. “Ambos inviernos han estado marcados por un débil vórtice popular y un evento de calentamiento estratosférico súbito que ha debilitado aún más los vientos en la parte alta de la atmósfera antártica”.

Un débil vórtice polar suele permitir que escapen de la Antártica masas de frío que pueden causar intensas olas de frío en latitudes medias. “También un débil vórtice polar, puede permitir que escapen hacia latitudes medias (incluido Chile central) algunas de las tormentas que abundan en el océano Austral, el que rodea el continente blanco”, sostiene.

Aunque El Niño y La Niña suelen tener gran importancia en la variabilidad interanual del clima en Chile, “pareciera que es la debilidad del vórtice polar antártico el factor que ha predominado y marcado la actual temporada otoño-invierno en Chile y el hemisferio sur”, considera el climatólogo.

Probablemente, adiciona, “la debilidad del vórtice polar explique porque el índice de la oscilación antártica, que caracteriza la intensidad de los vientos en superficie que soplan en torno al continente blanco, alcanzó recientemente el valor (-4,41) más bajo jamás registrado durante una temporada otoño-invierno. La debilidad extraordinaria de los vientos en torno al continente antártico ayuda a entender por qué esta temporada ha sido tan lluviosa”.