En octubre de 2011 entró en vigencia la Ley de Postnatal Parental. Se extendió así hasta los seis meses el cuidado de la madre que trabaja de su hijo recién nacido. Pero además, se consideró un nuevo aspecto, el traspaso de semanas completas de permiso al padre. Desde entonces, es posible que él tenga un mínimo de una y hasta seis semanas, equivalente a un máximo de 42 días de su posnatal.

Que los padres que trabajan pudieran estar presentes en las primeras etapas de vida de sus hijos y compartir con la madre ese cuidado, era uno de los objetivo de la normativa. Pero a siete años de vigencia de la ley, los resultados no son muy alentadores. Solo se han registrado 1.556 traspasos a hombres, es decir, el 0,23% del total de permisos de postnatal parental iniciados, que alcanza los 678.328, incluidos los tomados por las mujeres, según los últimos datos de la Superintendencia de Seguridad Social y la Subsecretaría de Previsión Social, entregados en octubre de 2018.

En teoría, representa un avance desde el punto de vista de la corresponsabilidad. Sin embargo, en la práctica, al no entregar un derecho exclusivo e intransferible a los hombres, casi no se utiliza, plantea Paula Poblete, directora de Estudios de ComunidadMujer.

¿Por qué no resulta? Al ser un traspaso voluntario, son múltiples los factores que influyen. Pero son especialmente relevantes aquellos culturales y económicos, aclara Poblete. "En cuanto a los primeros, es fundamental reconocer que hoy en día la sociedad chilena sigue siendo sumamente machista y conservadora, persistiendo sesgos de género en la definición de los roles asociados a ser hombre y ser mujer, y en la asignación de las responsabilidades familiares y sociales que a cada uno de ellos les compete".

Discriminación al padre

Lo que más pesa a la hora de no considerar el posnatal masculino es el factor económico. En ese sentido, Poblete indica que existe un problema de diseño de la legislación. El subsidio es equivalente a la remuneración, siempre y cuando ésta no supere las 78,3 UF bruta, tope que no incluye a las y los funcionario públicos (tope que supera los 2 millones 150 mil pesos). "En la práctica, esto funciona como un desincentivo para todos aquellos trabajadores y trabajadoras que exceden el tope imponible, cuestión que es más probable que ocurra en el caso de los hombres, quienes en general tienen mayores salarios".

Si se analiza el número de subsidios traspasados al hombre en relación con los iniciados entre 2011 y 2016, Poblete indica que los que presentan la mayor tasa (0,3% y 0,27%) son aquellos que tienen las remuneraciones más altas, entre 1,6 y 1,8 millones y sobre los 1,8 millones de pesos, respectivamente. Y estos triplican la tasa de aquellos que tienen remuneraciones inferiores a los 400 mil pesos y duplican la de quienes ganan entre 400 y 800 mil pesos.

Hoy el Código Laboral incurre en una discriminación, al no otorgar el derecho ni tampoco la obligación de cuidar a los padres trabajadores, sostiene la experta de Comunidad Mujer. No se hace cargo de los avances culturales, ni contribuye a la consolidación de una distribución equitativa de las tareas de cuidado entre mujeres y hombres.

Se requiere una reingeniería del sistema de protección a la maternidad y paternidad completo, contenido en los artículos 194 a 208 del Código del Trabajo, agrega. Que se otorguen derechos exclusivos a los padres trabajadores, es decir, "que no queden supeditados a la decisión de la madre y a la pérdida del derecho de ella, para que puedan cumplir con sus responsabilidades familiares, igualando los derechos y deberes de la paternidad y maternidad, asumiendo que tanto hombres como mujeres son cuidadores y proveedores al mismo tiempo".

"Habría que modificar lo relativo al posnatal paternal y parental, al fuero, al derecho de alimentación, las licencias por enfermedad grave del hijo/a menor de un año, la sala cuna, etc. Todos asuntos que equiparándose, contribuyen a igualar los costos de contratación entre hombres y mujeres, que actualmente son distintos, expresándose en una menor empleabilidad y salarios más bajos para las mujeres".

No es justo que las mujeres se lleven toda la carga que implica el trabajo de crianza. Aunque no se remunere, es trabajo que debe ser reconocido y valorado socialmente, señala Poblete. Avanzar en una distribución más equitativa de las tareas reproductivas de los hogares, acompañado por una ampliación en la cobertura del sistema de cuidados institucional, permitiría que ellas estén menos demandadas por este tipo de tareas, aumentando su disponibilidad para trabajar de manera remunerada y así, posibilitar su independencia económica y el aumento de la productividad de la economía nacional.

Pero las condiciones de trabajo actuales no son favorables para que el hombre ni la mujer se hagan cargo de la mejor manera de la crianza. "Con jornadas de trabajo tan largas, con lugares de trabajo distantes de los hogares, etc. es muy difícil para ambos compartir con los hijos/as un tiempo de calidad. En el caso de los hombres, se acentúan las dificultades porque no tienen garantizado ningún derecho a cuidar y porque además, las culturas organizacionales de las empresas todavía son muy conservadoras y no muestran la misma comprensión, por ejemplo, frente a las contingencias con los hijos/as en el caso de los padres que de las madres".