El pasado 5 de julio se publicó el Decreto 48, que modifica el Reglamento Sanitario de los Alimentos a favor de la fortificación de vitamina D. La normativa fue alterada como parte de un proyecto de ley, presentado este año por los senadores de la comisión de Salud, que promovía el fortalecimiento del consumo de esta vitamina en la población, ante la evidencia de los bajos niveles mostrados en los últimos años.
El proyecto se basó en la Encuesta Nacional de Salud (ENS) del año 2016- 2017, que estudió a las mujeres en edad fértil, entre 15 y 49 años, y adultos mayores de 65 años. Los grupos objetivos revelaron que solo un poco más del 13% de la población tiene niveles óptimos de vitamina D. Si vemos el detalle, el 52% de las mujeres en edad fértil y el 59% de personas mayores presentaron algún grado de deficiencia de vitamina D.
Otro estudio en niños de entre 4 y 14 años de edad, desarrollado el año 2019 en grandes ciudades del país (Santiago, Concepción y Antofagasta), arrojó que más de las tres cuartas partes de ellos presentaban bajos niveles de vitamina D.
Según el estudio Deficiencia de vitamina D: propuesta de modelo chileno para una política nacional de fortificación alimentaria del Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica de 2020, la deficiencia de vitamina D está asociada a bajos niveles de exposición solar y a su baja ingesta dietética.
Lo anterior se podría considerar “una epidemia del estilo de vida moderno” ya que se asocia a la prevalencia de sedentarismo, la latitud del país donde la llegada de rayos UVB es mínima en zonas más al sur, especialmente en otoño e invierno, y la obesidad, pues el aumento de grasa corporal disminuye los niveles de vitamina D circulante.
Entre las principales funciones de la vitamina D está el fortalecimiento del sistema inmune, además de la regulación de la excreción de calcio y fósforo a nivel renal, contribuir al desarrollo cerebral, participar en la formación ósea o su importante rol antiinflamatorio.
Los problemas asociados a la falta de esta vitamina puede producir efectos clínicos en la salud ósea, como raquitismo, osteoporosis, osteomalacia, fracturas, entre otras complicaciones.
Sin embargo, Carla Leiva, nutricionista y máster en Ciencias de la Nutrición y una de las autoras del estudio, explica que “es mucho más que solo hueso”, ya que también se ha visto que la vitamina D tiene funciones en el sistema inmune, sobre la masa muscular y a nivel neurológico.
“Tiene que ver con funciones súper relevantes, por eso actualmente se le llama una hormona o prohormona, porque finalmente participa en prácticamente todos los órganos de nuestro cuerpo y por ende es importante mantener a la población sobre los niveles deseados”, comenta.
El decreto modifica el Reglamento Sanitario de los Alimentos, obligando a que toda leche, líquida y en polvo, y harina que se producen o comercializan en Chile deberá ser fortificada con vitamina D3. Para definir la fórmula de poner en práctica, Leiva fue invitada a la mesa de trabajo del gobierno para elaborar en conjunto y elegir los mejores alimentos para ser fortificados.
Leiva explica que la leche y los lácteos se escogieron porque “son el mejor vehículo siempre pensando en que no solamente tienen vitamina D al estar fortificados, sino también calcio”, aunque reconoce que Chile tiene una baja ingesta de lácteos.
“Los chilenos consumimos menos de dos vasos de leche al día. Entonces no podía ser el único vehículo. Y ahí dentro del modelaje que hicimos, identificamos que el único vehículo que funcionaba respecto a la ingesta en Chile eran las harina, porque era altamente consumido en el país y no discrimina por nivel socioeconómico, ni desde el punto de vista social y además tiene un costo bajo”, explica.
Según Leiva, el costo de la vitamina D es de centavos de dólar para una empresa. Por lo que prácticamente no aumenta el costo y no es complicado para la industria porque no es algo nuevo. “No es primera vez que se fortifican los molinos de Chile con otros nutrientes. Básicamente es agregar la vitamina D a la premezcla que ellos ya utilizan”.
El decreto entrará en vigencia 24 meses después de su publicación en el Diario Oficial, es decir, el 6 de julio de 2024, es decir en dos años la población chilena comenzará a alimentarse con alimentos fortificados en vitamina D.
“Siempre es importante dar este tiempo de bandera roja en el fondo para que ellos [la industria] comiencen a implementar la política. Y claro, la idea es que después de eso se empiece a controlar, se empiece evaluar si realmente se está cumpliendo, porque obviamente esa es la idea, que todos lo hagan”, dice Carla Leiva.
Otros alimentos fortificados
Desde hace 50 años se fortifican la harinas en Chile con hierro, tiamina, riboflavina y niacina. El año 2000 se agrega ácido fólico, micronutriente que debe estar presente en la dieta de las mujeres antes de la concepción, a fin de prevenir las mal- formaciones del tubo neural, según un documento del Ministerio de Salud (Minsal).
El documento hace mención a la yodación de la sal, que fue iniciada hace varias décadas, y ha llevado a la supresión del bocio endémico del escolar como problema de salud pública en Chile.
El agua potable también es fortificada con flúor, y existe el deseo entre algunos investigadores nacionales para añadirle litio, como una manera de prevenir suicidios y trastornos mentales. En Estados Unidos existen algunos datos: los niveles de litio en el agua son mucho más altos en la costa noreste y este, y muy bajos en el oeste. Esto se condice con las tasas de suicidio: mucho más bajas en el noreste, y más altas en el oeste.
Esto implica que, si se aplica esa reducción del 50 al 60 por ciento a los EE.UU., donde cerca de 45 mil personas murieron por suicidio en 2016, se salvarán entre 22 mil a 27 mil personas al año.