El 22 de abril de 2015 la localidad rural de Ensenada –que pertenece a la comuna de Puerto Varas–, quedó literalmente cubierta de cenizas, producto de una de las erupciones explosivas más grande de las últimas dos décadas en Chile. Se trata del despertar del volcán Calbuco que hace seis años, después de una seguidilla de temblores, comenzó una erupción que duraría días y que significó el desplazamiento temporal de 6.685 personas en las cercanías del volcán.
El Calbuco –caracterizado como estrato volcán– es el tercero de mayor peligrosidad en Chile, después de los volcanes Villarrica y Llaima. “Sabemos por estudios de erupciones pasadas que es un tipo de volcán de intensa actividad y cuya peligrosidad puede estar dada por la eyección de flujos piroclásticos violentos, flujos de lava y debido a que este volcán tiene nieve gran parte del año, puede generar lahares, que son flujos de sedimento volcánico y agua que se movilizan desde las laderas de los volcanes hacia abajo arrasando con todo a su paso”, explica Felipe Aguilera, académico de Geología UCN, director de Ckelar Volcanes e investigador Cigiden.
De acuerdo al vulcanólogo lo que sucedió en 2015 –cuya investigación del Calbuco realizó in situ–, es que hubo una primera explosión muy grande con flujos piroclásticos violentos que provocó la quema de los bosques en las laderas del volcán, y una serie de lahares, el más grande que bajó por el río Blanco, con tefra (cenizas) caliente, sumado a una columna eruptiva de grandes dimensiones que se vió a kilómetros del lugar.
Efectos de la erupción
“Por lo tanto, estamos hablando de una última erupción que afectó notablemente la conectividad de la región, con caminos y puentes destruidos, con una importante cantidad de cenizas que hizo colapsar techos, afectando a poblados tanto en Chile como Argentina. Además se cancelaron vuelos comerciales y hubo cierre de colegios y comercio en las localidades más inmediatas al volcán”, asegura el Dr. Aguilera.
El evento de 2015 –que ocurrió 54 años después de la última gran erupción del volcán en 1961 que también fue explosiva–, complementa el experto, da cuenta de un volcán con una historia reciente muy violenta. “Esto hace indispensable contar con un mapa de riesgo que nos permita enfrentar una posible emergencia para la población cercana en localidades como Ensenada, Puerto Montt, Puerto Varas, Llanquihue y Cascada, entre otras”, advierte Felipe Aguilera.
De acuerdo al geólogo UCN, si bien en 2015 había mucha menos instrumentación que hoy en el Calbuco, aún sigue siendo insuficiente para el peligro y la cantidad de población que existe hoy en riesgo. “El mapa de peligro –que vela por el nivel de peligrosidad de los eventos que pueden ocurrir en una erupción– carece de escenarios más catastróficos, de los cuales existen registros en tiempos pasados y que son gigantescos, y que deben ser tomados en cuenta por las autoridades. Eso permitirá zonificar nuevamente zonas de alto, mediano y bajo peligro, en esta parte del territorio que, además, es muy turística y donde confluyen muchas actividades económicas”, dice Felipe Aguilera.
Finalmente, el investigador insiste en que un mapa de riesgo permitirá generar información valiosa para la gente que vive en la región y/o acuda al lugar por turismo, identificando zonas seguras y vías de evacuación claramente y, saber cómo reaccionar en caso de que el volcán Calbuco vuelva a tener un erupción similar o mayor a la de 2015. “Es decir si tuviéramos mapa de riesgo estaríamos realmente mitigando el riesgo de desastre en Chile”, concluye el experto.