Sin duda, el reciente incendio que afectó a la Región de Valparaíso fue uno de los más devastadores desde que se tenga registro en el mundo. No solo por la expansión de las llamas, sino por el alto costo de vidas humanas y pérdidas materiales que provocó el siniestro.
Ante esto, un grupo de científicos se dedicó a estudiar rápidamente sobre el comportamiento de este megaincendio, para conocer su comportamiento tan devastador. Es por esto que científicos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y de la Universidad de Chile elaboraron un informe sobre el paso y la severidad del incendio ocurrido a inicios de este mes. Entre otras cosas, el reporte manifiesta que era prácticamente inevitable que este incendio, que inició como forestal, terminara afectando los asentamientos urbanos colindantes.
En concreto, el informe fue realizado por Roberto Chávez, del Laboratorio de Geo-información y Percepción Remota de la PUCV, además de Matías Pérez, Sebastián Fuentes y Gabriel Castro. También participaron en la elaboración Luis Álvarez, del Instituto de Geografía PUCV y Miguel Castillo, del Laboratorio de Ingeniería de Incendios Forestales de la Universidad de Chile.
Dicho informe fue realizado a partir de imágenes satelitales proporcionadas por la Agencia Espacial de Estados Unidos (NASA) y la Agencia Europea Espacial (ESA). Cabe recordar que el pasado 2 de febrero se desató el incendio de gran magnitud en la región de Valparaíso, originado inicialmente en las inmediaciones del Lago Peñuelas.
A través de imágenes satelitales: informe revela cómo el incendio de la V Región llegó a zonas urbanas
El incendio se volvió incontrolable a partir de múltiples focos que se expanden rápidamente hacia centros urbanos de Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana y Limache. Se logró controlar la emergencia, periodo en el cual el siniestro cobró la vida a 123 personas y 372 se encuentran desaparecidas. También afectó a industrias, infraestructura de servicios y alrededor de 6.000 viviendas, según el reporte del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred).
Del informe se desprende de que esta zona que presenta un historial de incendios que, por las repercusiones económicas, sociales y ambientales que ocasionan los daños directos del megaincendio, es que se hace necesario nuevamente evaluar los patrones geográficos de su severidad. El Laboratorio de Geo-información y Percepción Remota del Instituto de Geografía de la PUCV puso a disposición diversos mapas del incendio y de las zonas afectadas.
¿Cómo es posible cuantificar científicamente la severidad de un incendio? Según cuenta Roberto Chávez, académico del Instituto de Geografía de la PUCV y director del Laboratorio de Geo-información y Percepción Remota de la misma casa de estudios, las estimaciones de severidad dependen en gran parte de criterios biofísicos. “Eso quiere decir que son patrones, son elementos que hay en el territorio que aparecen y desaparecen y que son capturados por las bandas espectrales del satélite. Entonces, esta severidad que se calcula usando los satélites no tiene nada que ver con la severidad sobre las casas o sobre la población, que es una cosa más social que después los expertos tienen que trabajar. Pero, en el fondo, lo que cambia en el territorio después de un incendio es el combustible que había, que en general, a nivel territorial, es básicamente vegetación. Pastos secos, arbustos, árboles, plantaciones forestales, y la madera que está también en las casas después”, relata el académico.
De esta forma, la severidad que usaron los científicos en el mapa tiene que ver con la pérdida de la cantidad de vegetación y su humedad, que son las dos cosas que desaparecen después de un incendio. “Entonces, una definición simple de severidad desde el punto de vista biofísico es la pérdida de cobertura vegetal, que constituye el combustible del incendio”, comenta Chávez.
En específico, se tomó una serie de imágenes satelitales para conocer cómo se comportó el siniestro durante los días de actividad. La primera de ellas, tomada por el satélite Sentinel 3, de la ESA, fue tomada el 3 de febrero pasado, y permite observar los múltiples focos activos y plumas de humo proyectándose hacia el norte, siguiendo los vientos predominantes del sureste. Estos focos se encontraban peligrosamente colindantes con la conurbación Viña del Mar – Quilpué – Villa Alemana por el sur y por el oriente. Una verdadera “cicatriz” del fuego que pasó por el lugar. “Los focos identificados están emplazados en las áreas con predominio de uso forestal abandonado, y su proyección directa a las áreas urbanas centrales del Gran Valparaíso, que comprende el interior de las comunas de Viña del Mar y la zona poniente de la comuna de Quilpué”, dicta el informe.
Dos días después se puedo visualizar la “cicatriz del incendio”, y al mismo tiempo se pudo calcular el índice normalizado de área quemada (NBR) para las imágenes previa y posterior al incendio, para luego y mediante la resta o diferencia entre ambas (dNBR), estimar la severidad del incendio en términos de cobertura vegetal quemada. De acuerdo con este cálculo, el área quemada alcanza las 9.429 hectáreas, lo que considera zonas de baja, media y alta severidad.
Informe revela cómo el incendio de la V Región llegó a zonas urbanas
Se pudo identificar también que donde se inicia el incendio, ubicado en el sector La Engorda en Las Tablas, la severidad es baja-media, pero en la medida que el fuego se proyecta hacia quebradas y barrancos, el nivel de severidad aumenta. En este primer tramo de avance, la vegetación principal afectada por el fuego correspondió a mosaicos adultos de Eucalyptus globulus y matorrales semidensos entremezclados con otras especies arboladas, entre ellas aromo y remanentes de pino insigne.
“Todas estas formaciones presentan alto poder de encendido e inflamabilidad, acentuado además por la baja humedad del combustible fino en el piso de la hojarasca, pastizales y manto orgánico. En esta topografía abrupta, el incendio gana envergadura y avanza hacia sectores poblados”, recita el informe.
En este trayecto del fuego, y tras superar la Reserva Lago Peñuelas en su avance hacia el norte, el incendio se encontró con una cadena de cerros dominados por palmares adultos, mezclas de matorral en las partes altas y remanentes de bosques en fondo de quebradas. En esta condición de quebrada, el fuego adquiere un comportamiento extremo debido al abastecimiento de oxígeno producto de la inclinación de las llamas en pendiente, y dirección a favor del viento, que en el desarrollo inicial de la emergencia, tuvo un vector de propagación desde el Suroeste hacia el Norte-Noreste. Algo similar ocurre en las quebradas de las laderas sur de la cuenca del Estero de Viña del Mar y también en el foco en el sector El Rincón de Villa Alemana.
De las principales lecciones que emanaron del informe, destaca que el comportamiento del fuego adquirió especial intensidad debido a las condiciones meteorológicas prevalecientes al momento inicial del primer foco. “En particular, el efecto acumulado de baja humedad del combustible fino y muerto, la seguidilla de días consecutivos con temperaturas sobre los 26°C, el efecto desecante y permanente del viento, la dirección del viento hacia el Norte y Noreste, se conjugaron para otorgar las condiciones necesarias para el rápido avance de las llamas”.
La irregularidad topográfica convierte al fuego en eruptivo: Los valores de severidad son muy irregulares en el territorio, producto de la presencia de quebradas y barrancos, donde se concentran los valores más altos de severidad debido a la presencia de vegetación más densa, tanto de especies nativas como de plantaciones forestales, principalmente pinos y eucaliptos. Estas condiciones, propician que un incendio “normal” se transforme en eruptivo, avanzando violentamente en dirección norte hasta alcanzar las zonas urbanas. De esta forma, el fuego se torna eruptivo y altamente peligroso producto de la geografía predominante de la zona.
Asimismo, se concluyó que a mayor distancia del área urbana se ubique el foco inicial, mayor extensión y severidad tomará el incendio. Según comenta el reporte, existe una distancia promedio de 20 km entre los focos originarios y las primeras construcciones o poblaciones periféricas. Ese margen de proyección, de acuerdo a lo observado en las imágenes satelitales, provoca un efecto acumulativo de energía del incendio.
Incontrolable: informe revela cómo el incendio de la V Región llegó a zonas urbanas
Por esta razón, cuando el fuego alcanza las primeras poblaciones, la fuerza del mismo se hace incontrolable lo que explica la voracidad del siniestro en las poblaciones al norte del eje del Estero de Viña del Mar, ubicadas en las cimas de las laderas de exposición sur. Este fue el caso de la Quebrada El Olivar, donde está contenido íntegramente el Jardín Botánico Nacional, que resultó quemado en un 95%, avanzando el fuego hacia el norte donde se encuentra la población El Olivar donde se observa una alta severidad.
El Lago Peñuelas actuó como un cortafuego natural, deteniendo el avance del fuego desde su origen cerca de la Ruta 68 hacia el oeste. El fuego continuó su avance predominantemente hacia el norte “rodeando” el espejo de agua. Por el contrario, obras de infraestructura, en particular la ruta 68 con 70 metros de faja fiscal, no fue capaz de contener el avance del fuego.
“Esto es importante de recalcar, porque en la actualidad se ha indicado como solución la planificación e implementación de caminos cortafuegos. Sin embargo, en este incendio solo el Lago Peñuelas tuvo un rol efectivo de cortafuegos, que de haber tenido un mayor volumen de agua, podría haber contenido mayormente la proyección del incendio”, comenta el informe. Desafortunadamente, el volumen de agua embalsado se encontraba bajo niveles históricos, no sólo limitando su rol de cortafuego sino que además su aporte de humedad ambiental que podría haber atenuado la severidad del incendio.
El informe concluye también que “todo megaincendio que parte siendo forestal termina como estructural”. Esto es por la relación del emplazamiento urbano metropolitano y la constante del viento de orientación suroeste que lo proyecta irremediablemente en sentido norte hacia la ciudad. Asimismo, el académico e investigador del Instituto de Geografía de la PUCV, Luis Álvarez, explica que esto se da porque el viento predominante en el Gran Valparaíso como constante proviene del suroeste, “por tanto cualquier foco el arco periférico del Gran Valparaíso irremediablemente se proyecta a la ciudad, y allí se convierte en incendio estructural”.
El informe también muestra cuáles son las áreas más vulnerables a atender. “Las periferias suburbanas y las condiciones de ruralidad, respecto de sus usos en el arco circundante al sur del área metropolitana es una vulnerabilidad que debe ser atendida de extremo a extremo, allí se incuba y proyecta el fuego como riesgo”, manifiesta el reporte realizado por el grupo de científicos.
A esto se suma la fragilidad de la interfaz urbano-forestal. “La alta densidad de edificaciones en zonas no preparadas para recibir infraestructura y el uso de áreas destinadas exclusivamente para cortafuegos y corta combustibles, acentuaron gravemente esta condición de propagación, por cuanto la vulnerabilidad estructural y los procesos de combustión, van en directa relación con el tipo de materiales con los cuales los asentamientos precarios poseen menores tiempos de encendido”, explica el informe.
Esta condición de rápido avance ocasionó en consecuencia, según concluye el reporte, que incluso el fuego avanzó libremente hacia zonas edificadas con mayor condición estructural (fierro, cemento, hormigón) con tiempos de encendido mucho mayores y temperaturas mucho más altas para la combustión inicial. “No obstante, la escasez de caminos, inexistencia de puntos de abastecimiento de agua para los carros de bomberos, y la congestión producto de la alarma pública por las alertas SAE de evaluación, agravaron aún más la logística de operaciones en el proceso de movilización de vehículos, personas, mascotas y también las operaciones de emergencia”, cierra el informe.