Gracias a su trabajo, ahora es posible entender cómo la célula controla una serie de procesos al descomponer ciertas proteínas específicas. También es posible conocer cómo funciona la división celular, la reparación del ADN, el control de calidad de las proteínas recién producidas y partes importantes de la defensa inmune. Sabemos también que cuando la degradación de proteínas no funciona correctamente, pueden aparecer enfermedades como la fibrosis quística y el cáncer de cuello uterino, entre otras.

Todo esto hizo que Aaron Ciechanover (77) fuera merecedor del Premio Nobel de Química en 2004. Junto con Avram Hershko e Irwin Rose lograron demostrar que la célula funciona como una estación de control altamente eficiente, donde las proteínas se acumulan y descomponen a un ritmo vertiginoso, pero de manera selectiva y controlada al detalle. El entendimiento de esto ha hecho que ahora se puedan desarrollar medicamentos contra múltiples enfermedades, inclusive el cáncer.

Aaron Ciechanover, Nobel de Química israelí: “¿Sabes cómo ganamos la guerra? Con ciencia y tecnología”

Nació en 1947 en Haifa, al norte de Israel, en el seno de una familia judía que llegó desde Polonia luego de la Segunda Guerra Mundial. Se graduó de doctor en Ciencias Biológicas del Technion, el Instituto de Tecnología de Israel, donde actualmente es Profesor Distinguido de Investigación en la Facultad de Medicina.

Ahora, Ciechanover está en Chile junto a una delegación del Hospital Rambam de Haifa, en una visita de exploración con miras a futuras relaciones de cooperación con la academia e instituciones de salud en el país. El Hospital Rambam es uno de los tres más grandes de Israel y cuenta con el recinto asistencial subterráneo más grande del mundo que, por primera vez, estuvo en pleno funcionamiento durante la guerra contra Hezbolá.

En entrevista con Qué Pasa, el galardonado científico habla sobre las virtudes de compartir esfuerzos con otras instituciones al otro lado del mundo, y la oportunidad de intercambiar conocimientos desarrollados por los científicos mejor calificados de cada país. También habla sobre la reciente guerra en Medio Oriente y cómo ha afectado la forma de hacer y compartir ciencia con el mundo. Ciechanover da, además, su visión sobre el contexto bélico. Lo hace como persona, no como científico, ya que cree que la ciencia habita en un espacio neutral alejada de la política.

Aaron Ciechanover, Premio Nobel de Química 2004. Foto: Mario Tellez/ La Tercera.

-¿Cuál es el motivo de su visita?

El motivo de mi visita es venir en nombre del Hospital Rambam. Es un hospital grande y estamos tratando de generar colaboraciones con instituciones académicas, con instituciones médicas como la Clínica Alemana. Recientemente dimos una charla en la Universidad del Desarrollo. Y, por supuesto, venimos a hablar con la comunidad judía en estos tiempos difíciles para Israel.

Por ahora estamos mostrando la cara buena de Israel, la cara real de Israel, no la falsa. Queremos mucho a Chile y disfrutamos mucho venir.

-¿Cómo es el trabajo científico en uno de los hospitales más importantes de Israel, con relevancia a nivel mundial?

Trabajamos en estudios clínicos para tratamientos que están principalmente relacionadas al trauma. Desafortunadamente estamos en la parte norte del país, cerca de las fronteras con Siria y Líbano, y estamos experimentando mucho las amenazas del trauma de la guerra.

Por un lado es desafortunado, pero por el otro trauma es trauma. Chile está expuesto a los incendios, a los terremotos, así que pienso que tienen mucho que aprender de nosotros, sobre cómo tratar a sus víctimas. Nosotros también tenemos mucho que aprender de los chilenos, porque mi mayor convicción es que la ciencia y la salud no le pertenecen a ninguna nación ni a ninguna persona. Son hechas para ayudar a la gente a nivel mundial. La cooperación y colaboración de ciencia en salud es fundamental en estos momentos y debemos promoverlo fuertemente.

Un miembro del personal médico trabaja mientras las camas de los pacientes se trasladan a un hospital de emergencia subterráneo en el Campus de Atención Médica Rambam, en Haifa. Imagen: Reuters.

-¿Cómo la guerra está afectando la forma de hacer ciencia en Israel?

La afectó porque muchos estudiantes tuvieron que irse al ejército. Así que por supuesto que afectó, pero nos estamos recuperando. Esto no nos ha detenido.

-¿Han cambiado las prioridades científicas durante este contexto?

No, tenemos una muy buena base en ciencia. Tenemos un gran desarrollo de fármacos, de investigar en medicamentos contra el cáncer. Hacemos lo mismo de siempre, aunque a veces de manera un poco más lenta. Pero ahora que existe un cese al fuego parcial estamos retomando de nuevo el ritmo.

-¿Cree que los científicos prefieran continuar sus investigaciones en otros países, mientras dure el conflicto?

No, estamos hablando de un país libre. Algunos se van y muchos llegan por diversas razones. Hay antisemitismo en el mundo, incluso en Chile. El gobierno no es partidario del Estado de Israel, pero las cosas cambiarán afortunadamente en el futuro. Israel es realmente estable.

Tenemos salud, ciencia, tenemos premios Nobel con tecnología israelita de vanguardia. Si lo piensas, somos un país pequeño, rodeado de grandes potencias como Irán, y ahora está colapsando. Hezbolá y Siria han caído y, afortunadamente, las cosas cambiarán para bien en Medio Oriente.

Aunque, la única manera de hacer eso es ayudando a las personas en educación, ciencia y salud. Matar no es un propósito.

Imagen de referencia. Crédito: AFP.

-¿Cómo les afectó que al inicio de la guerra muchas universidades e instituciones médicas hayan roto relaciones con Israel?

Con altos y bajos, dependiendo de la época. En Chile, la Universidad de Chile demostró el ejemplo de lo que se debe hacer. Ayer fuimos a ver a la rectora (Rosa Devés) y nos recibió cálidamente ¿Por qué? Porque ella entendió que la ciencia solo tiene un propósito, y todo lo que representamos y hacemos es para el bien de las personas.

Hoy dimos una charla en la Universidad del Desarrollo, donde nos dieron la bienvenida. Fuimos también a la Clínica Alemana y también nos recibieron de manera muy cálida. Eso nos demostró que tenemos mucho para ofrecer, y creo que las personas acá lo agradecen. Las cosas están cambiando, sin duda.

-¿Cree que la relación con otras instituciones se están haciendo más fuertes ahora, a diferencia de los primeros meses de la guerra?

Al principio fue bien desfavorable, tuvimos algunas protestas en Columbia y en el MIT, pero ahora está cambiando de nuevo. Creo que la gente se está dando cuenta de la verdad, y no nos pueden quitar nuestros Premios Nobel, no nos pueden quitar nuestros logros ¿Sabes cómo ganamos la guerra nosotros?: con ciencia y tecnología. Somos mucho mejor que nuestros vecinos, estamos generaciones más adelante que ellos.

Entonces, al final la gente se está dando cuenta de la verdad y las cosas están mejorando en gran medida. No es todavía el ideal, todavía hay países que se mantienen afuera, pero esperamos que eso vaya cambiando.

Un contramanifestante proisraelí sostiene un cartel mientras los manifestantes se reúnen fuera de la Universidad de Columbia (Nueva York) para exigir un alto el fuego y el fin de los ataques israelíes a Gaza, durante el conflicto en curso entre Israel y Hamás. Foto: Reuters.

-¿Teme que el conflicto pueda producir una fuga de cerebros de Israel?

En algún momento el que tenía un mejor pasar se fue y algunos regresaron y también llegaron nuevos. La gente que vive en Estados Unidos o Europa volvió y nunca se cansó de venir. Creo que solo se trata mantener un equilibrio, y no he visto un gran movimiento. Tenemos la misma institución, la misma gente.

-¿Deberían los científicos dar más su opinión sobre este tipo de temas, o entregar sus visiones sobre cómo la guerra podría afectar sus investigaciones?

Los científicos son personas y ciudadanos de un país. En mi caso, por supuesto que tengo una opinión, pero mi opinión no tiene nada que ver con mi ciencia. Está bien tener una opinión, pero creo que la ciencia es neutral. La ciencia no sabe de política.

La enfermedad necesita el fármaco, no sabe de izquierdas o derechas, de Allende o Pinochet. Y creo que nosotros hacemos esto por las personas, al fin y al cabo. La personas tienen opinión, pero la ciencia debe ser neutral, en cierto modo, respecto a la política.

-El Presidente Gabriel Boric dijo recientemente que Benjamín Netanyahu es un criminal de guerra ¿Cuál es su posición con respecto a eso?

Yo estoy totalmente en contra de Benjamín Netanyahu. Pero como ciudadano, no como científico.

Él no debería ser el Primer Ministro de Israel, en mi opinión. Pero recuerda, somos una democracia y la gente votó por él. Nunca tuvimos una dictadura en Israel, nunca tuvimos un Pinochet. La gente votó por él, la mayoría votó por Netanyahu. Ahora esperamos por otras elecciones. Y si me preguntas qué me gustaría mí, quisiera que Netanyahu fuera a la cárcel.

Aaron Ciechanover, Premio Nobel de Química 2004. Foto: Mario Tellez/ La Tercera.

-¿Cómo cree que seguirá la situación con Hamás y Hezbolá si la guerra sigue?

Hamás debe desaparecer completamente. No hay lugar en el mundo para un movimiento terrorista de asesinos que matan personas a la luz del día.

Y me gustaría recordar un poco de historia. En 2006 cedimos la Franja de Gaza para los palestinos para que construyeran allí Nueva York y Las Vegas. Ellos tenían 70 kilómetros de playa donde podrían construir un Hilton, un Marriot y un Sheraton ¿Sabes lo que construyeron?: misiles para matar judíos.

Perdieron la oportunidad de ayudar a su gente, y ahora la Franja de Gaza ya no está. Ellos trajeron destrucción sobre sus cabezas, ellos mismos se destruyeron y merecen todo lo que les pasó.

-¿Qué espera que ocurra con eso?

Espero que haya paz con los palestinos, ellos se merecen mejores líderes que Yahya Sinwar. Merecen educación, salud, merecen tener casas decentes, merecen trabajo. Yo rezo por una muy buena vida para ellos, y por una vida en paz.

-Es interesante que separe su opinión como científico y como persona.

¿Por qué debería importar mi opinión como persona? Es mi opinión política pero nada más ¿Por qué mi trabajo en el desarrollo de medicamentos para el cáncer tendría algo que ver con mi opinión política? No creo que influya.

Mi trabajo ha logrado entregar medicamentos para millones de personas que salvaron sus vidas, aquí en Chile incluso. Hicimos mucho por el mundo, no ganamos el Nobel por nada. Lo hicimos por hacer algo muy significativo para todos, y eso no tiene nada que ver con mi opinión política.

Estoy en contra de Netanyahu y de este gobierno de Israel, pero estoy mucho más en contra de Hamás y el terrorismo. Pero eso no influye en mi trabajo que es ayudar y salvar vidas, incluso vidas chilenas.