Ciudad del Cabo, Sudáfrica

Ciudad del Cabo lleva casi cuatro años en crisis hídrica y el año pasado estuvo al borde de pasar por el "día cero", jornada en que los habitantes de la ciudad se quedarían sin agua. Esta fecha, programada por el gobierno, tuvo como resultado que los ciudadanos entraran en pánico y ahorraran agua para ese día, limitando el consumo de agua diario a 50 litros por persona. Para tener una comparación en Estados Unidos, el consumo diario es de 375 litros por persona.

Sao Paulo, Brasil

La capital financiera de Brasil enfrentó su "día cero" en 2015 cuando su principal embalse cayó bajo el 4% de su capacidad. Pero no solo Sao Paulo se verá enfrentado a esto. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la zona que se verá más afectada por la sequía es el Amazonas. De hecho, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), indica que el 82,6% de las municipalidades de esa zona fueron afectadas por la sequía entre 2012 y 2017.

Jakarta, Indonesia

Jakarta, ciudad costera de Indonesia, tiene un 40% de la ciudad por debajo del nivel del mar según las estimaciones del Banco Mundial y menos de la mitad de los residentes de la ciudad tiene acceso a agua potable, lo cual ha producido la excavación ilegal de pozos subterráneos, dejándolos sin agua y produciendo el hundimiento de la ciudad.

El Cairo, Egipto

En El Cairo, Egipto, la Organización de las Naciones Unidas estima una situación de escasez de agua crítica para el 2025, principalmente porque más del 95% del agua del país proviene del río Nilo, el cual pierde 3 millones de metros cúbicos al año a causa de la evaporación del agua. Además, el río se ve afectado por la contaminación por parte de actividades humanas, quienes situaron diversos vertederos a las orillas del Nilo.

Beijing, China

En Beijing, el escenario es similar. Según un estudio de la U. de Columbia, entre el 2000 y el 2009, las reservas acuíferas del país disminuyeron 13%. Uno de los principales problemas de China es la contaminación, que no solo afecta la calidad del aire, sino también la de sus aguas. Desde 1997 permanece cerrado el segundo embalse más grande de la ciudad precisamente por eso y según cifras de 2015, el 40% de las aguas superficiales no pueden ser consumidas por su contaminación.