Cincuenta años después de su histórico viaje a la Luna, Buzz Aldrin recordó que los primeros momentos del lanzamiento del Apolo 11 fueron tan placenteros que ni él ni sus dos compañeros de tripulación, Neil Armstrong y Mike Collins, supieron con certeza en qué momento dejaron el suelo.

Recordó el descenso cargado de nerviosismo a la polvorienta superficie de la Luna en el Eagle, un módulo lunar de cuatro patas, mientras Armstrong tomaba el control manual de la nave de alunizaje para pilotarla hasta aterrizar de forma segura, cuando faltaban apenas unos segundos para quedarse sin combustible.

Y como el segundo humano en pisar la Luna - Armstrong fue el primero en bajar la escalerilla - Aldrin recordó sentirse con paso firme en la gravedad de la Luna, que es aproximadamente una sexta parte de la de la Tierra, mientras observaba la "magnífica desolación" que lo que lo rodeaba.

Aldrin dice que él y sus compañeros de tripulación estaban tan absortos en hacer su trabajo que curiosamente se desconectaron de lo trascendental que era la ocasión, mientras cientos de millones de personas lo seguían desde la Tierra, viéndolo todo en directo por televisión.

"A veces pienso que los tres nos perdimos 'el gran evento'", dijo Aldrin durante una gala del 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna en la Biblioteca Ronald Reagan en las afueras de Los Angeles. "Mientras estábamos en la Luna, el mundo se estaba uniendo más, justo aquí".

Aldrin, que ahora tiene 89 años y es una de las cuatro personas vivas que han caminado sobre la Luna, relató el sábado lo más destacado de sus experiencias con el Apolo 11 en una entrevista con un organizador del evento, que estuvo cerrado a los medios de comunicación.

El martes se cumplieron 50 años de que Aldrin, Armstrong y Collins fueron lanzados al espacio sobre un cohete Saturn 5 desde el Centro Espacial Kennedy de Florida.

En camino al satélite

"No supimos el instante en que dejamos el suelo. Sólo lo sabíamos por los instrumentos y las comunicaciones de voz que confirmaron el despegue", recordó. "Nos miramos unos a otros y pensamos:'Debemos estar en camino'".

Después de alcanzar la órbita lunar, dejando atrás a Collins como piloto del módulo de mando Columbia, Armstrong y Aldrin descendieron a la superficie lunar en el Eagle. Armstrong terminó pilotando la nave hasta un alunizaje seguro después de anular un sistema de orientación por ordenador que los dirigía a un campo de guijarros.

Durante esos momentos tensos, la voz de Aldrin se escuchó en la transmisión de televisión gritando datos de navegación mientras Eagle se movía hacia abajo y hacia adelante sobre la superficie para alunizar.

"Sabíamos que seguíamos quemando combustible. Sabíamos lo que teníamos, y luego oímos "30 segundos". Si nos quedábamos sin combustible, sabíamos que sería un aterrizaje difícil. Vimos la sombra proyectada frente a nosotros. Eso era nuevo, no algo que vimos en el simulador", relató Aldrin.

"Vi que el polvo creaba una neblina, no partículas, sino una neblina que se apagaba, polvo que el motor estaba recogiendo", dijo.

En los últimos segundos del descenso, Aldrin confirmó una luz indicadora que mostraba que al menos una de las sondas que colgaban del Eagle había tocado la superficie, y dijo "luz de contacto".

Segundos después llegó el famoso anuncio de radio de Armstrong para el control de la misión en Houston - "Houston, aquí Tranquility Base. Eagle ha alunizado".

El alivio de los dos astronautas fue mutuo. "Neil recordaba que nos dimos la mano, y yo recuerdo que puse mi mano en su hombro y sonreímos", dijo Aldrin.

Horas más tarde, las palabras de Armstrong al convertirse en el primer humano en poner un pie en la Luna - "Es un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad" - fueron inmortalizadas. Como recuerda Aldrin, "Se le ocurrió a Neil. No estaba en la lista."

El turno de Aldrin fue el siguiente.

"Entonces me puse en posición para descender.... bajé por la escalera y salté, teniendo cuidado de no cerrar la puerta detrás de mí", dijo, contando que "era fácil mantener el equilibrio" mientras se movía por la superficie lunar para realizar experimentos de la Nasa.

Hasta el día de hoy, agregó Aldrin, se mantiene firme en su propia frase más conocida, aunque un tanto menos famosa, de la Luna: su improvisada descripción del paisaje lunar como una escena de "magnífica desolación".