Nariz y ojos irritados, tos seca y dificultad para respirar. El polen que circula en el ambiente durante la estación de primavera genera altas tasas de alergia en quienes respiran día a día las micropartículas desprendidas de la vegetación cercana. De acuerdo a los especialistas consultados, el aumento en las lluvias durante el invierno provocó un aumento de la carga polínica que agudizó y aumentó la cantidad de cuadros alérgicos durante las últimas semanas. ¿Es posible contrarrestar esto? ¿Cómo saber si los medicamentos destinados a disminuir estos síntomas ayudan realmente?
“Este año los síntomas alérgicos comenzaron antes. Con el calor, los primeros árboles en florecer son los aromos, luego algunas malezas y cuando los pacientes son alérgicos a estas cosas puntuales son los primeros en verse afectados”, afirma la Dra. Gema Pérez, broncopulmonar infantil de Clínica Dávila Vespucio. La alergia a la primavera se puede manifestar como una rinitis alérgica -inflamación de las mucosas nasales-; como una conjuntivitis alérgica e incluso como cuadros de asma.
Eso sí, es necesario hacer una aclaración. “Lo que nos da alergia es el polen que emite el pasto, malezas y árboles. A diferencia de las pelusas que vemos, desprendidas de los árboles, el polen no se ve, es microscópico. Lo que nos da alergia es lo que no vemos”, afirma la Dra. Teresa Peralta, inmunóloga del Centro de Alergias de la Red Clínica UC-Christus. Dicho polen vuela por el aire, entra a las mucosas de la nariz y en las paredes del tracto respiratorio. Esto genera una reacción inmune que produce los síntomas que gran parte ya vive y conoce.
Según el inmunólogo, Leandro Carreño, director alterno del Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia (IMII), las personas son alérgicas “porque en algún momento de su vida realizaron algo llamado ‘sensibilización’. Quienes no son alérgicas respiran polen y el sistema inmune no genera respuesta porque no lo reconoce como extraño. Por otro lado, una persona alérgica genera una respuesta inmune, porque detecta al alérgeno como un ‘agente peligroso’. Además cuenta que el sistema inmune está diseñado para combatir parásitos, y los síntomas asociados a la alergia no son más que métodos que ayudan a excretar estas partículas del cuerpo. “Esto lo realiza el cuerpo para evitar la entrada de algo peligroso. Pero el polen no hace nada, es el organismo que reacciona inflamando sus mucosas o provocando irritaciones”, dice.
En el caso de los pólenes, según detalla la Dra. Peralta, las horas con más carga polínica son de 7:00 a 10:00 y de 19:00 a 22:00. “Las alergias dependen exclusivamente del alergeno, de cuándo y cómo me expongo a los alergenos”, agrega. Actualmente estamos en el peak de polinización de los pastos. Ya pasó el plátano oriental, según la especialista, que poliniza durante un mes aproximadamente. El pasto, en cambio, poliniza alrededor de tres meses.
Nuestro sistema inmune reconoce estos pólenes, a través de anticuerpos específicos que están en la superficie de unas células inmunitarias. Cuando éstas reconocen al polen se activan y liberan múltiples mediadores, dentro de ellos está la histamina. “Por eso usamos antihistamínicos para el control de las alergias, porque de esa forma bloqueamos los receptores de histamina y controlamos los síntomas mediados por histamina”, explica la Dra. Peralta.
Antihistamínicos
Si bien, existen tratamientos no farmacológicos para reducir los cuadros de alergia -como usar mascarilla y anteojos de sol en lugares con alta carga polínica-. los antihistamínicos son los medicamentos que por excelencia ayudan a reducir los síntomas generados ante la presencia del polen en el aire. Existe un tipo de ellos que genera, además, un importante efecto adverso: el sueño.
“El sitio de acción donde hacen efecto los antihistamínicos no solamente están repartidos en la parte donde se genera las alergia, como en las mucosas nasales o vías respiratorias. Una de esas es en nuestro Sistema Nervioso Central, a nivel cerebral”, explica Daniel Amigo, químico farmacéutico del Colegio Farmacéutico de Santiago. El profesional detalla que la histamina presente en el organismo, además de gatillar los síntomas de la alergia, también son uno de los responsables de generar un estado de vigilia. Al suprimir esta molécula se genera un efecto sedante en el paciente. “Cuando se avanzó en las siguientes generaciones, uno de los grandes desafíos fue evitar este efecto adverso”, explica.
Ejemplos de estos antialérgicos de primera generación, como la clorfenamina o la hidroxicina, generan un efecto sedante que puede traer otras complicaciones. Según cuenta Amigo, estos pueden producir además estados de confusión, olvido frecuente y caídas en caso de adultos mayores. “Hoy tenemos múltiples antihistamínicos de segunda generación, como la levocetirizina, desloratadina o rupatadina, que no generan sueño, para manejar la alergia sin tener que sedar a nuestros pacientes”, complementa Peralta.
Eso sí, hay condiciones especiales en pacientes con enfermedades crónicas, niños o adultos mayores, donde algunos antialérgicos están contraindicados. “En ellos, o pacientes con muchas patologías, es importante que consulten a su médico para que les pueda decir qué antihistamínico utilizar”, añade la inmunóloga UC.
Pero, ¿Son realmente efectivos estos medicamentos? El tratamiento con antihistamínicos es sintomático, reduce la irritación de nariz, ojos y vías respiratorias; sin embargo, no permiten cambiar el curso de la alergia. “Existe el credo popular de que hay que alternar los antialérgicos y de que van perdiendo eficacia con el tiempo, pero no existe evidencia de que eso sea correcto y se puede explicar más bien por una intensificación de los síntomas. El riesgo de desarrollar efectos adversos es mayor al cambiar de antialérgico sin supervisión médica”, advierte el químico farmacéutico, Oscar Aguilar Kent.
Asimismo, Carreño remarca que “los antihistamínicos funcionan, pero muchas veces seguimos estando expuestos al polen luego de tomar estos medicamentos y los alérgenos siguen provocando esta reacción. Muchas veces quedan pegados en el pelo, la piel o la ropa”. Es por esto que el especialista recomienda que al volver de una zona con alta carga de alérgenos, como parques o bosques, es preferible bañarse para que el polen se diluya con el agua.
Alergia y mascarillas
¿Nos hemos vuelto más alérgicos por andar con mascarillas? Sin duda, la pandemia produjo que al salir a espacios exteriores la gente lo hiciera principalmente con cubrebocas. No para cubrirse del polen, pero de todas formas ésta ayudó a generar menos cuadros alérgicos en la calle y en los parques donde el polen transita delante de nuestros ojos, sin que lo podamos ver.
“La mascarilla es una excelente estrategia, y también el uso de anteojos de sol, es una excelente medida para cuando los alérgicos salgan de sus casas, además de mantener su casa cerrada para que sirva como refugio antialérgico”, recomienda Peralta al respecto.
Aún no es posible determinar si la falta de exposición en los años anteriores nos hizo más o menos sensibles al polen suspendido en esta primavera. Lo que sí, la principal recomendación es conocer a qué se es alérgico, prevenir y tratar con medidas físicas -como la mascarilla- y antihistamínicos. En casos persistentes existen otros tratamientos, como la aplicación de corticoides o inmunoterapia. Esta última puede, incluso, llegar a curar una alergia.