¿Estaría dispuesto a hacer algo ilegal para que su hijo ingrese a la universidad?

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La polémica sobre dónde están los limites a la hora de promover el éxito en los hijos, ha puesto en el tapete el caso del empresario Agustín Huneeus, que se declaró culpable de usar una red de sobornos para asegurar el ingreso de su hija a una destacada universidad en EE.UU. Un tema, que expertos coinciden, cuestiona el valor de la meritocracia en la sociedad chilena.


¿Estarían dispuestos madres y padres a hacer algo ilegal para asegurar el éxito de sus hijos? Es una pregunta que genera controversia. Cuestionamiento que planteó en el pasado Congreso Futuro, en enero, el etólogo, biólogo evolutivo y divulgador científico británico Richard Dawkins, al debatir sobre los alcances de tiene la génetica: "¿Es menos moral darle genes de músico a un niño, que obligarlo a tocar un instrumento?", cuestionó al respecto.

La polémica sobre dónde están los limites paternos y maternos a la hora de promover el avance de sus hijos, que recuerda el caso del empresario chileno acusado de utilizar una red de sobornos para conseguir el ingreso de su hija a una destacada universidad en EE.UU., quien finalmente se declaró culpable y actualmente arriesga una pena de hasta 15 meses de cárcel.

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Agustin Huneeus. AP Photo/Michael Dwyer)[/caption]

fue acusado por el Departamento de Justicia de EE.UU. de pagar 50 mil dólares para adulterar los resultados de la prueba de ingreso de su hija a la Universidad del Sur de California. Las grabaciones del FBI así lo constataron. Pero además sobornó con otros 200 mil dólares a la persona encargada de deportes y al entrenador de waterpolo, para que la presentaran como deportista destacada. Esa última información la demostraba una fotografía en que la joven se veía compitiendo, la que también era falsa.

Exitismo

Las críticas ante el caso de Huneeus fueron inmediatas. En especial porque se trató de hacer algo ilegal para ayudar a su hija.

Pero también con esos comentarios surge una interrogante: ¿Es una práctica transversal? Para la investigadora principal del Centro de Estudios para el Conflicto y la Cohesión Social (COES) y directora de Sociología de la Universidad Diego Portales (UDP), María Luisa Méndez, es difícil comparar una situación así entre clases sociales. Esto, porque tanto en clases más altas como en las bajas, dice, el sistema educativo es visto desde distintos ángulos. No significan lo mismo. "Porque la educación en clases más bajas tiene la expectativa de la meritocracia, pero no la ven como los sectores privilegiados, no ven lo que ellos están haciendo para asegurar la transmisión generacional de esos privilegios", destaca.

Es así como, por ejemplo, dice Méndez, que en clases más bajas se le pueden hacer regalos a la profesora, porque el padre o madre quiere que tenga una buena disposición a su hijo, pero se trata de una práctica muy diferente. "No actúa como este otro caso, en que se busca que todos los elementos estén a favor y disponibles para la hija o hijo, ya sea como capital cultural, social, idiomas, alta cultura y desempeño académico de excelencia".

Lo que sí es transversal, dice Méndez, es que padres y madres contemporáneos tienen como objetivo la búsqueda de que sus hijos sean exitosos. "Puede haber instancias en que todas las clases sociales tratarán de movilizar todos los recursos disponibles para ello, pero ésta organización compleja en que se ven a los hijos como proyectos, está más presente en los sectores más altos, porque ellos ya han superado esas barreras", indica.

Para la decana de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez, Magdalena Browne, situaciones sobre hacer algo ilegal para beneficiar a los hijos, generan una discusión sobre un tema que viene hace años en Chile, que es la desigualdad. "Se trata de casos particulares, que ponen en la discusión publica de que aquí el concepto de la meritocracia puede ser roto por ciertas situaciones particulares", aclara.

Jorge Atria, sociólogo, académico del Centro de Economía y Políticas Sociales de la Universidad Mayor e investigador adjunto del Coes, coincide en que lo importante en este tipo de situaciones, es el tema de la desigualdad. "Independiente de si todos lo haríamos, lo interesante sociológicamente es que las diferencias económicas son importantes y que no sólo se expresan en diferencias adquisitivas, sino que se reflejan también en accesos distintos a organizaciones educacionales".

Esto desnuda los mecanismos mediante los cuales las personas en situaciones más privilegiadas "aseguran sus privilegios mediante la retórica de la meritocracia", agrega Méndez. Por mucho tiempo, dice, se ha tendido a dar valor a los talentos como factor de movilidad social, pero eso no siempre es así. "Muestra lo que la literatura en sociología expone como que el mérito es conseguido y acumulado como un capital donde los grupos más privilegiados tienen más herramientas para obtenerlo".

Esta retórica de la meritocracia ha ayudado a legitimar la distribución desigual de recursos, subraya Méndez,  los pone como talentos de los individuos, pero no muestra el proceso de acumulación en el tiempo que las familias despliegan para lograrlos. "Este caso muestra que son personas ricas, gente privilegiada que necesitan entrar en esta acumulación de ciertas credenciales para legitimar las posiciones que quieren mantener", dice.

Valor de la educación

Méndez junto con el investigador de la Universidad Diego Portales, Modesto Gayo, comprobaron en el estudio Sobre las viejas y nuevas formas de reproducción social en la clase media alta en Chile, que si bien la educación es relevante para todas las clases, existen diferencias sobre la valoración que cada una les dan.

En ese trabajo se muestra que al ser consultadas las distintas clases sociales sobre cómo mejorar su posición social, la clase media alta contesta mayoritariamente, que se logra al "tener un buen nivel educacional" (44,5%), versus el 29,5% del resto de la población.

En la investigación se encuestaron a 400 familias del cono de alta renta (segmento socioeconómico ABC1 que correspondió a las comunas de Las Condes, Vitacura, Providencia, La Reina y Lo Barnechea), y a 800 familias del resto de las clases sociales, con entrevistas cara a cara, en un trabajo de campo que se hizo el año 2015 en la Región Metropolitana.

"Lo que nuestro estudio muestra es que hay mecanismos de acumulación, de ventajas, que están instalados en las familias de sectores medios altos, pero que también funcionan en las organizaciones de educación privada. Existen las cartas de recomendación, que hay que comprar acciones, certificaciones religiosas de todo tipo, etc. En nuestro estudio mostramos que estos mecanismos de acumulación de ventajas están instalados y generan brechas que es imposible revertir en clases que no invierten en esos frentes", asegura Méndez.

A su vez, si se observan los resultados de encuestas, dice Atria, se ve que existe la apreciación muy generalizada de que las persona pobres lo son por "flojas". Y lo que ocurre con casos como éste, agrega, es que "actúan como un recordatorio de que hay otras razones que hacen que la personas lleguen a situaciones de privilegio y poder, que no todo está regulado por el talento y el esfuerzo, y que la distribución de privilegios no está atravesada sólo por criterios meritocráticos, sino también por criterios de otros tipo"

Se trata además, de prácticas que cada vez son más cuestionadas, indica Browne, y que hace décadas estaban naturalizadas. "Décadas atrás nadie las ponía en cuestión, pero ahora todo aquello en que parece que hay cierta elite que accede a ciertas posiciones privilegiadas, levanta este tipo de discusiones. En Chile la gente no tiene tanta claridad de qué es la meritrocracia,  pero sí ven que se han esforzado, pero no tienen los mismos beneficios de quienes tienen más privilegios", sostiene.

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