Una vasta red de corrientes oceánicas, conocida como la “gran cinta transportadora oceánica global“, se está desacelerando. Esto es un problema porque este sistema vital redistribuye el calor por todo el mundo, lo que influye tanto en las temperaturas como en las precipitaciones.
Una de estas corrientes es la llamada Circulación Meridional Atlántica, la que canaliza el calor del planeta hacia el norte a través del Océano Atlántico. Se trata de una corriente crucial para controlar el clima y los ecosistemas marinos. Actualmente es más débil que en cualquier otro momento de los últimos 1.000 años, y el calentamiento global podría ser el culpable. Pero los modelos climáticos han tenido dificultades para reproducir los cambios observados hasta la fecha, hasta ahora.
Algo muy extraño está sucediendo en el océano y estos serán los efectos en el clima
Un nuevo estudio sugiere que el reciente debilitamiento de la circulación oceánica puede explicarse potencialmente si se tiene en cuenta el agua de deshielo de la capa de hielo de Groenlandia y los glaciares canadienses.
La investigación muestra que es probable que la circulación de retorno del Atlántico se debilite un tercio de lo que era hace 70 años con un calentamiento global de 2 °C. Esto traería grandes cambios al clima y a los ecosistemas, incluido un calentamiento más rápido en el hemisferio sur, inviernos más duros en Europa y un debilitamiento de los monzones tropicales del hemisferio norte.
Según Raúl Cordero, climatólogo de la U. de Santiago, “las consecuencias del debilitamiento de la AMOC son una alteración en los patrones de circulación y por lo tanto de precipitaciones alrededor del mundo. Los efectos más adversos se esperan en el hemisferio norte. En el hemisferio sur, los efectos podrían ser más bien moderados y probablemente imperceptibles durante las próximas décadas”.
Las simulaciones también muestran que es probable que dichos cambios ocurran mucho antes de lo que otros habían sospechado.
La circulación del océano Atlántico se viene monitoreando de forma continua desde 2004, pero es necesaria una visión a más largo plazo para evaluar los cambios potenciales y sus causas.
Existen diversas maneras de determinar qué sucedía antes de que comenzaran estas mediciones. Una técnica se basa en análisis de sedimentos. Estas estimaciones sugieren que la circulación meridional del Atlántico es la más débil del último milenio y aproximadamente un 20% más débil desde mediados del siglo XX.
La evidencia sugiere que la Tierra ya se ha calentado 1,5ºC desde la revolución industrial y el ritmo de calentamiento ha sido casi cuatro veces más rápido en el Ártico en las últimas décadas.
Las altas temperaturas están derritiendo el hielo marino del Ártico, los glaciares y la capa de hielo de Groenlandia.
Desde 2002, Groenlandia ha perdido 5,9 billones de toneladas (gigatoneladas) de hielo. El agua dulce derretida que fluye hacia el océano subártico es más ligera que el agua salada del mar, por lo que desciende menos agua a las profundidades oceánicas, lo que reduce el flujo hacia el sur de aguas profundas y frías del Atlántico y debilita la Corriente del Golfo, que es la principal vía de retorno hacia el norte de las aguas cálidas de la superficie.
La Corriente del Golfo es lo que proporciona a Gran Bretaña inviernos suaves en comparación con otros lugares a la misma distancia del polo norte, como San Pedro y Miquelón en Canadá.
La nueva investigación muestra que el agua de deshielo de la capa de hielo de Groenlandia y de los glaciares del Ártico en Canadá es la pieza faltante en el rompecabezas del clima.
Cuando incorporamos esto en simulaciones, utilizando un modelo del sistema terrestre y un modelo oceánico de alta resolución, la desaceleración de la circulación oceánica refleja la realidad.
La investigación confirma que la circulación de retorno atlántica se ha ido desacelerando desde mediados del siglo XX y también ofrece una visión del futuro.
Conectividad en el Océano Atlántico
La nueva investigación también muestra que los océanos Atlántico Norte y Sur están más conectados de lo que se pensaba anteriormente.
El debilitamiento de la circulación de retorno durante las últimas décadas ha oscurecido el efecto del calentamiento en el Atlántico Norte, dando lugar a lo que se ha denominado un “agujero de calentamiento“.
Cuando la circulación oceánica es intensa, se produce una gran transferencia de calor hacia el Atlántico Norte. Pero el debilitamiento de la circulación oceánica significa que la superficie del océano al sur de Groenlandia se ha calentado mucho menos que el resto.
La reducción de la transferencia de calor y sal al Atlántico Norte ha supuesto una mayor acumulación de calor y sal en el Atlántico Sur. Como resultado, la temperatura y la salinidad en el Atlántico Sur aumentaron más rápidamente.
Las simulaciones de la investigación muestran que los cambios en el extremo norte del Atlántico se sienten en el océano Atlántico sur en menos de dos décadas, lo que proporciona nuevas pruebas observacionales de la desaceleración de la circulación de retorno del Atlántico durante el siglo pasado.
¿Qué nos depara el futuro?
Las últimas proyecciones climáticas sugieren que la circulación de retorno del Atlántico se debilitará aproximadamente un 30% para 2060. Pero estas estimaciones no tienen en cuenta el agua de deshielo que fluye hacia el océano subártico.
La capa de hielo de Groenlandia seguirá derritiéndose durante el próximo siglo, lo que posiblemente aumente el nivel del mar en unos 10 cm. Si se incluye esta agua de deshielo adicional en las proyecciones climáticas, la circulación de retorno se debilitará más rápidamente. Podría ser un 30% más débil para 2040, es decir, 20 años antes de lo previsto inicialmente.
Una disminución tan rápida de la circulación de retorno en las próximas décadas alterará el clima y los ecosistemas. Se esperan inviernos más duros en Europa y condiciones más secas en los trópicos del norte. El hemisferio sur, incluida Australia y el sur de Sudamérica, puede enfrentar veranos más cálidos y húmedos.
Sin embargo, Cordero aclara que esto no significa que que las próximas décadas no tengamos cambios relevantes de nuestro clima, pero los “drivers” o agentes de esos cambios son diferentes al debilitamiento de la AMOC.
Pero ello advierte que aunque se ha hablado mucho sobre el “colapso” de la AMOC, este colapso podría tardar varios siglos. “Esto es extraordinariamente rápido en término geológicos, pero da a los humanos quizás suficiente tiempo para adaptarse. Lo importante es destacar que nadie espera que de un día para otro las corrientes marinas se detengan”.
Los autores de la investigación advierten que ahora hay menos tiempo para estabilizar el clima, por lo que es imperativo que la humanidad actúe para reducir las emisiones lo más rápido posible.