Marzo ya está en marcha, así como también el retorno a clases. A pesar del contexto actual de la pandemia del Covid-19, tanto la apertura de los colegios como la asistencia presencial de los estudiantes será obligatoria, según el Ministerio de Educación.

Junto con esta vuelta de las aulas, también vuelven las situaciones tanto de discriminación como de aceptación en el ambiente escolar, donde algunos grupos tienden a estar más expuestos. Según datos del Informe Anual de Derechos Humanos de 2021 –relacionados con la diversidad sexual y de género– del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), un 80,6% de estudiantes parte de grupo LGBT+ se siente inseguro en los colegios por su orientación sexual y el 33,9% en torno a su expresión de género.

“La inseguridad podría estar relacionada con el hecho de que el 74,2% reportó haber escuchado comentarios homofóbicos; el 81% contra la expresión de género masculina; el 85,6% contra la expresión de género femenina y el 43,1% contra las personas trans”, señaló el documento.

Foto referencial de bullying

Ahora, una nueva investigación sobre la inclusión de infancias trans en las escuelas de Chile llevado a cabo por las organizaciones Núcleo Diversidad y Género: abordajes feminista interseccionales y la Organizando Trans Diversidades evaluó las distintos aspectos y elementos –tanto positivos como negativos– a la hora de una integración orgánica de estas disidencias.

Visibilización e iniciativas

El estudio, liderado por Caterine Galaz, investigadora y académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, vio por los efectos de la Ley de Identidad de Género y la Circular n°0768 –relacionada con los derechos de estudiantes trans en el área de educación–. A raíz de esto, se destacaron algunas acciones de visibilización u inclusión por parte de las comunidades educativas estudiadas, entre las cuales se encontraron: el uso del nombre social, modificación de planificaciones de asignaturas y adaptación de baños, además de impartir talleres sobre género y diversidad.

“Hay iniciativa de parte de estas escuelas en establecer prácticas inclusivas, a pesar del contexto de la educación tradicional, dando paso a una educación crítica sobre las lógicas de exclusión y discriminación hacia estudiantes trans. Esto posibilita un tejido social estudiantil fuerte, capaz de mantener la unidad y actuar en favor de sus miembres”, citó el estudio.

Esto adicionado al apoyo de una parte de la comunidad estudiantil –fomentando el respeto y la dignidad–, tiene un impacto positivo a la hora de enfrentar situaciones discriminación. Así mismo, son las estudiantes mujeres las que demuestran una mayor aceptación ante compañeros trans.

“Lo que vimos dentro de las escuelas es que hay mayor conciencia feminista, sobre todo en la educación media (…) Las niñas tienen una mayor conciencia de derechos, de apertura a las disidencias”, explica Caterine Galaz, relacionándolo con las luchas compartidas de derechos y reconocimiento. Sin embargo, ella afirma que no se debe generalizar.

Foto: Bulent Kilic, AFP.

Un estudio de 2018 llevado a cabo por universidades en Estados Unidos y Canadá, indagó sobre el uso del nombre social y entrevistó a 129 jóvenes trans entre 15 y 21 años para ello. ¿Los resultados? Quienes tenían la oportunidad de usar su nombre social tenían 71% menos síntomas de depresión severa, además de un 34% de disminución en los pensamientos suicidas.

“Desde ese punto de vista, una modificación que para algunos podría parecer menor como modificar el nombre social, iniciativa que han tomado varias universidades, es importante”, dijo en una entrevista a La Tercera Jaime Barrientos, psicólogo y académico de la Universidad Alberto Hurtado, afirmando también la importancia del nombre social en la propia identidad.

Deficiencias y amenazas

Según la National Transgender Discrimination Survey Report, existen tasas de acoso escolar del 78% al colectivo trans. Así como también, existen casos en que no se respeta la identidad del individuo, hay exclusión, rechazo y agresiones verbales.

Algunos colegios no se envuelven en las temáticas de integración hasta que un niño o niña trans llega a sus puertas, dejándolos en un ambiente expuesto e impredecible. El hecho de que pueda existir un desconocimiento por parte de la comunidad educativa de conceptos claves o normativas pueden llevar a comentarios y prejuicios hacia estos niños.

“Se puede relacionar directamente con el déficit en la formación de docentes y paradocentes, de quienes se mencionó a lo largo del análisis FODA que se les identifican una serie de prejuicios respecto a las nociones sobre lo transgénero y transexual, que van más allá de la ignorancia, sino que responden a creencias heteronormativas muy normalizadas”, explicó el estudio.

El hecho de tener lógicas heteronormativas sobre los temas de sexualidad le quitan espacio a otras formas de sentir. “Todos estos elementos tienen por consecuencia la invisibilización, subvaloración y no reconocimiento de otras posibilidades afectivas y diversidades sexuales que están fuera de lo establecido por estas lógicas hegemónicas imperantes”, afirma la investigación.

Según datos del informe del Movilh, un 64,3% de los profesores intervino para enfrentar algún discurso de odio. Sin embargo, una debilidad de algunas instituciones educativas son las repercusiones negativas hacia estos docentes “promotores de enfoque de derechos y estudiantes trans dentro de los establecimientos”.

Una investigación de la Universidad de Cambridge sobre la salud mental de los jóvenes trans en Australia demostró que tres de cada cuatro participantes habrían sido diagnosticados con depresión y/o ansiedad. Mientras que las experiencias negativas que habían vivido incluyeron el rechazo de compañeros (89%), bullying (74%) y discriminación (68,9%).

Así mismo, el estudio chileno también señala dentro de las amenazas para la integración la sobreexposición de casos de estudiantes trans -dejándolos expuestos a agentes externos y/o persecución-, la inestabilidad política de la institución y los problemas de financiamiento en función de las iniciativas, además de que las estrategias para enfrentar el desconocimiento “son casi nulas de parte del estado”.

Circular n°0768 y paternidad

Pero hay otros problemas que son a nivel normativo, ¿cuáles? Un ejemplo es que la Circular n°0768 no forma parte de un proceso obligatorio, son recomendaciones para el establecimiento para abordar la inclusión. Además, el rol de los padres también es primordial a la hora de hablar de la circular.

Padres e hija frente a un computador

“El último hallazgo en torno a las amenazas se refiere al requerimiento de la aprobación de les padres o tutores de le estudiante trans para activar la circular, en cuanto a esto, las estrategias para incentivar la aprobación y el apoyo familiar son nulas, excluyendo así a les jóvenes sin apoyo y con ello, dejándoles sin garantías sobre sus derechos”, explicó la investigación encabezada por Galaz.

Es muy importante que las personas trans sean acogidas por sus familias, dijo en una entrevista a La Tercera Franco Fuica, de la Asociación Organizando Trans Diversidades (OTD Chile), “ojalá desde el primer momento”. Necesitan, agrega, tener la confianza para manifestar que son trans. “Lamentablemente, la gente no tiene confianza, principalmente porque hemos escuchado desde pequeños que todo lo que tiene que ver con diversidad de género es algo malo, pecaminoso y que debe ojalá destruirse”.

¿Qué falta por mejorar?

Emma es una niña transgénero de 12 años, ha estado en tres colegios, pero solo en la comunidad estudiantil en la que se encuentra ahora es donde se siente cómoda, comprendida y segura. Se trata de la Comunidad Educativa Selena, que vela por el cumplimiento de la Ley de Identidad del Género, al mismo tiempo que les da el espacio a las infancias trans para desarrollarse en un espacio de respeto.

Lo que les faltaría a otros colegios para poder tener este ambiente de comodidad, dice Emma, es una mayor inclusión y menos bullying.

Foto: Dan Peled, AAP Image.

Su madre, Cintia, afirma que la pequeña nunca sufrió este tipo de acoso. De hecho, uno de los colegios en los que estuvo “era muy inclusivo, ellos querían aprender mucho, nunca me cerraron las puertas a pesar de ser un colegio católico”, pero su hija no se sintió cómoda, pues existía el miedo a la incertidumbre de cómo reaccionarían sus compañeros al saber que ella era transgénero. Finalmente, se quedaron callados con este tema y tiempo después volvieron a la Comunidad Educativa Selena.

“Pienso que falta un poco más inclusión en los colegios, porque en este, a pesar de todas las maravillas que te digo, la charla se hacía solo porque había una niña transgénero, entonces ¿por qué llegar a esa instancia?”, agrega Cintia.

El estudio de Núcleo Diversidad y Género: abordajes feminista interseccionales y Organizando Trans Diversidades también habla de las oportunidades para la visibilización e integración como talleres formativos, contacto con fundaciones para la educación en estas áreas y visitas de ex estudiantes trans para la reflexión.

El tener una educación sexual integral ayudaría a estos grupos, dice Galaz, pues “favorecería mucho que la gente se habitué a la diversidad y, por lo tanto, que todas las personas se habitúen a la diversidad, y que no sea un tema o un problema, que no sea una excepción dentro de un mundo”.

“Las experiencias de las personas trans serían como las de cualquier otra persona o cualquier otro estudiante, no necesitarían canales especiales. Estaría como normalizada la vida de todas independiente de su orientación o identidad”, explica.