Amarga verdad: estudio dice que azúcar añadida además de obesidad puede causar hipertensión, hígado graso, insulino resistencia y gota
Una nueva revisión de un estudio sobre la fructosa muestra cómo el consumo excesivo de este aditivo puede contribuir a la aparición de enfermedades metabólicas.
Se sabe que la azúcar refinada puede generar riesgos para la salud si se consume de manera excesiva, e incluso se ha demostrado que la ingesta excesiva de fructosa (inclusive dentro de los rangos “normales”, hasta cierto punto) es dañina para nosotros. Pero entonces, ¿qué hace a la azúcar añadida (fructosa) en nuestros alimentos que sea tan mala para el cuerpo humano?
Para eso hay que entender qué es la fructosa. “Es un carbohidrato que se encuentra de forma natural en frutas, vegetales y principalmente la miel. Además, también la podemos encontrar en el azúcar de mesa o sacarosa, la cual se encuentra compuesta por glucosa y fructosa” explica Bárbara Castillo, nutricionista infantil de Clínica Universidad de los Andes.
Además, es aquella que le otorga dulzor a los alimentos que la contienen. “Por esta razón, la industria alimentaria la utiliza para poder endulzar los productos que elaboran como: bebidas, refrescos, mermeladas, jugos, salsas, entre otros” agrega.
Por eso, una nueva revisión de un estudio publicado en la revista Chinese Medical Journal, fue más allá y mostró los mecanismos subyacentes detrás del metabolismo de la fructosa y su papel potencial en los trastornos metabólicos que no se han entendido completamente hasta ahora.
La investigación muestra que la fructosa se ha asociado a diversas enfermedades metabólicas, dentro de ellas la obesidad, la insulino resistencia, el hígado graso, el colesterol alto, la hipertensión e incluso la hiperuricemia y la gota.
El profesor Weiping J. Zhang, autor del estudio explicó a EurekAlert que su revisión “proporciona una actualización integral sobre el progreso en los aspectos moleculares y celulares del metabolismo de la fructosa y su papel en el desarrollo de enfermedades metabólicas. Estos hallazgos pueden ayudar al desarrollo de nuevas estrategias diagnósticas, preventivas y terapéuticas para enfermedades metabólicas”.
Si bien los mecanismos fisiopatológicos aún no están tan dilucidados, según señala el estudio, lo que más se ha demostrado es que el exceso de fructuosa, que puede estar por ejemplo en los jarabes de fructosa o endulzantes que son consumidos a diario, básicamente generan una cascada inflamatoria en el organismo.
Pero, ¿qué sucede en el organismo?
Primero hay que entender que al consumir fructosa, “esta viaja al hígado y este la metaboliza convirtiéndola en glucógeno que finalmente es utilizado como energía de reserva” explica la nutricionista.
Sin embargo, cuando una persona consume un exceso de alimentos con fructosa, el hígado en vez de guardarla como glucógeno, la transforma a grasa, y esta grasa se acumula en nuestro cuerpo, añade Castillo.
Según señala la revisión del estudio, también se secretan factores proinflamatorios que producen estrés oxidativo y estimulan la adipogénesis, que es es la formación de adipocitos (las células que contienen los lípidos y las grasas) por lo que el consumo de fructosa no solamente promueve o fomenta el desarrollo de obesidad, sino que también estas células se pueden acumular en el hígado y producir hígado graso.
Por otro lado, también se muestra que la fructosa se ha asociado a una disminución de la sensibilidad de la insulina y por lo tanto, se cree que este compuesto de la azúcar podría ser un gran culpable de la resistencia a la insulina. “Que, si no es tratado a tiempo, puede llevar a una persona que presente diabetes tipo 2” señala la especialista.
Además, a esto se suma que según la investigación, el dulzor de la fructosa estimula el apetito y genera una alteración en las hormonas que se encargan de la regulación del apetito (la lectina y el neuropéptido Y) que se secreta nivel hipotalámico. Por lo que su consumo genera mayor sensación de hambre y menor sensación de saciedad, lo que lleva finalmente a pensar que la fructosa mediante esta vía promueve el desarrollo de la obesidad.
¿Cómo frenar el consumo de fructosa en el consumo de alimentos diarios?
Primero, no hay que mal entender el dejar de consumir alimentos que contienen fructosa es dejar de consumir alimentos que la tienen de forma natural como la fruta, “ya que la cantidad de fructosa presente en la fruta es pequeña, y la fibra contenida en las frutas disminuye el efecto negativo que pueda tener en el organismo” señala Castillo.
Quien además recomienda que para disminuir el consumo de fructosa extra, hay que evitar la compra y consumo de alimentos ultra procesados, “que son preparaciones industriales comestibles que han sido elaboradas en base a productos provenientes de otros alimentos”.
Para poder identificar estos alimentos la profesional explica que podemos revisar el listado de ingredientes los cuales usualmente son listas interminables de alimentos y aditivos. “Dentro de los ingredientes vamos a encontrar materias primas como fructosa, azúcar refinada, jarabe de maíz alto en fructosa, edulcorantes, aditivos, entre otros”.
Otra manera de disminuir el consumo de alimentos con azúcar añadida es disminuir o suspender la compra de estos. “Si no existe la oferta, no va a existir la demanda de este producto en el hogar” agrega.
También, aconseja volver a consumir alimentos en su formato natural como frutas y verduras, y preferir las preparaciones más caceras y si es con alimentos envasados, que dentro de lo posible tengan pocos ingredientes.
“En caso de que ya se tengan signos o síntomas de insulino resistencia, hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia, sobrepeso u obesidad se recomienda que asista a un profesional de la salud (nutricionista, cardiólogo, diabetólogo, nutriólogo) para ser asesorado en la alimentación y estrategias de tratamiento nutricional y médico” finaliza Bárbara Castillo.
En tanto, el Profesor Zhang dijo a EurekAlert que “los avances futuros en este campo (de investigación) beneficiarán nuestros esfuerzos para lograr una mejor salud cardiometabólica e informar las recomendaciones clínicas sobre la ingesta dietética de azúcar”.
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