Análisis: The Last of Us Parte II, la inevitable carga del pasado

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Un titulo más oscuro que su predecesor llega a PlayStation 4 como la mejor despedida para la segunda consola de sobremesa mas vendida de la historia. Un emocionante entramado de violencia y sangre en medio de una atrayente historia, imprescindible para los amantes del juego de 2013.


*El siguiente análisis no contiene spoilers*

Cuando en 2013 la séptima generación de videojuegos comenzaba a decir adiós, Naughty Dog, los mismos de Crash Bandicoot y la enorme saga Uncharted, sacudieron la estancada industria con The Last Of Us, título que ayudó a levantar las ventas de una PlayStation 3 que tuvo un difícil pasar frente a Xbox 360, y que a la vez sirvió como una digna despedida para la consola, dejando en claro que aún tenía mucho por entregar.

Pero The Last Of Us fue mucho más que un simple juego de zombies -o infectados, siendo rigurosos-, género saturado a más no poder en aquellos años. Desde el primer minuto, la profundidad, el impacto emocional, la exquisita narrativa, jugabilidad simple pero efectiva, gráficos impresionantes y un desarrollo creíble de los personajes fueron motivo suficiente para que se llenara de elogios y premios, y no fueron pocos quienes exigieron una secuela para la generación que recién daba sus primeros pasos. Sin embargo, nos tuvimos que contentar con “sólo” tuvo una remasterización más que decente, y un spin-off para ahondar en la historia de Ellie, uno de sus personajes.

Fue entonces cuando Naughty Dog nuevamente sorprendió con un título que no sólo ampliaba el universo del juego, sino que daba una idea del pasado de la co-protagonista, aprovechando al mismo tiempo de incluir una escena que abría los juegos de esta envergadura a la temática homosexual, relegada a un segundo plano en la industria.

Justo siete años después -el juego fue lanzado un 14 de junio de 2013-, el escenario es casi similar. PlayStation 4 esta vez aprendió de sus errores y fue el ganador de esta generación, mientras que Naughty Dog le daba una digna sepultura a la consola de Sony en espera de su sucesora. Y el último clavo elegido para su ataúd fue el mismo The Last Of Us, que en su segunda parte no sólo alcanza el estatus de su primera versión, sino supera largamente las difíciles expectativas impuestas en el estudio desarrollador, una historia que justificara el nuevo juego, la exploración de temas como la relación amorosa de Ellie y la complejidad humana en situaciones límites de supervivencia, algo que hace un extraño sentido en medio de una pandemia como la del coronavirus.

Porque a medida que los videojuegos evolucionan, jugadores nuevos llegan y otros más experimentados crecen, los desarrolladores también comienzan a explorar temas más significativos, buscando otras formas de contar sus historias.

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Una nueva historia

El juego no estuvo exento de polémicas por la salida del director del primer juego, aunque el director creativo se mantuvo al igual que los actores principales de voz. También se habló de una crisis debido a las agotadoras sesiones de Naugthy Dog para su equipo, quienes sacaron la tarea adelante con creces.

En The Last Of Us Parte II se amplía lo que ya era una historia bien elaborada, y la perfecciona con un universo menos feliz que el anterior, además de nuevos personajes y un entramado a ratos, angustiante. Esto, sin dejar de lado una mecánica de juego afinada, y un alto nivel de detalle tanto en el juego mismo como muchos detalles visuales que exprimen la potencia gráfica de la consola.

Así, la historia se expande sin alejarse demasiado de sus bases más primitivas, ya en un mundo completamente devastado y en donde la vegetación hace mucho le ganó la pelea a las urbes de cemento. Nuestros enemigos, humanos e infectados, también han evolucionado y la supervivencia del más fuerte se hace sentir en cada paso. El peso de The Last of Us Parte I es innegable, ya que ahora podemos apreciar las ramificaciones de las acciones en el pasado de Joel, y la historia no se olvida fácilmente. El contrabandista, junto a una crecida, fuerte e independiente Ellie han hecho una nueva vida en Jackson, Wyoming, pero continuar no siempre es tan simple.

La trama es ciertamente oscura, y hay ratos que incluso podríamos sentir algo de empatía con nuestros enemigos. Como es de esperar, cada pasaje del juego nos sumerge en un espiral de giros inesperados, violencia, sangre, revelaciones y relaciones humanas que con su complejidad y lo inestable de sus emociones nos deja con los nervios destrozados. Pero no todo es gratuito. Cada paso y acción tiene su justificación, y cada cierto tiempo el juego nos recuerda que esta nueva historia, trae algo más consigo: venganza.

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Lanzar un título de estas características, más aún si es muy querido, puede fácilmente decepcionar a los fanáticos. The Last of Us Parte II logra la difícil hazaña sin esfuerzo, pero tendrá un costo enorme para sus protagonistas y para nosotros, los jugadores, que más de alguna vez nos sorprenderemos con la boca abierta, incrédulos por lo que ocurre en la historia.

La pequeña, grácil y a veces inocente Ellie pasó de ser una niña valiente a una mujer hastiada, una sobreviviente que acepta su destino y trata de encajar en su vida de la mejor forma, pero que perdió toda esperanza tras los acontecimientos del primer juego. Entendible, si consideramos que no es fácil vivir en un mundo post apocalíptico en donde los humanos son tan peligrosos como los infectados.

Su relación con Joel, claramente mayor y más desgastado, es algo tensa y muy bien lograda. Pero también es más profunda, ya que el lazo que los une nos recuerda que la familia que elegimos no siempre está compuesta de nuestros parientes consanguíneos. El juego muestra con detalles bellísimos su angustia por querer contarle sobre su relación con Dina, una amiga que estará muy presente en esta aventura. Es especialmente creíble ver su relación, y cómo los desarrolladores cuentan su historia con sencillez y sinceridad, de la misma forma que una historia heterosexual.

Pero como dijimos, Ellie es mayor, tiene mucho carácter, y también tiene preguntas. Tiene dudas, desconfianzas, y no tardará en cuestionar cualquier autoridad, algo que se hace más presente tras un evento traumático que cambiará por completo su vida. De esta forma, vemos como Ellie enfrenta su nuevo camino dejando tras de sí un rastro de violencia que muchas veces la hace irreconocible.

Sin embargo, la historia se extiende más allá de las tribulaciones de Ellie. Resulta muy interesante conocer las historias paralelas de personas que alguna vez vivieron en el universo del juego, escudriñar entre sus recuerdos a través de las cartas que vamos descubriendo (tal como el primer título), pero esta vez con hilos más extensos. Así, vemos documentos al inicio que luego se conectan a otro mucho más adelante, o una persona mencionada al pasar es quien escribió una nota que encontraremos en algún punto. Lo peor es descubrir el mensaje final de alguien que murió esperando se rescatado, dando cuenta de la angustia de pasar sus últimos minutos de vida intentando no ser atacado por humanos o infectados.

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Porque además del hilo conductor del juego, el mundo está en guerra consigo mismo. Las facciones sufren en ambos lados después de la disipación de una tregua, sin que conozcamos quién tiene la culpa o sin saber de qué lado es el lado correcto. Hay personas alineadas con la Agencia Federal de Respuesta a Desastres (FEDRA), institución aprobada por el gobierno, el contra-movimiento de las luciérnagas, los “Lobos". Pero no se trata solo de supervivencia. Es cómo se ve la sociedad mientras los restos de la civilización humana intentan desesperadamente aferrarse a la vida.

Cabe destacar que The Last Of Us Parte II representa algo distinto a lo que muchas veces hemos visto en juegos de esta categoría, que a pesar de lo grotesco no deja de ser estremecedor y a la vez, extrañamente bello. Naughty Dog tiene gran mérito en mostrar que cada cráneo explotado sea inquietante al ver, pero todo eso deriva en algo distinto cuando la tristeza de la muerte se aparece en nuestra pantalla. Mata a un perro y el dueño reacciona desesperado. Mata al dueño y el perro gimoteará. A veces, el último enemigo sobreviviente en un encuentro te suplicará piedad que como jugador, no podemos otorgar. Sus aliados se verán devastados al encontrar su cadáver, y no sólo porque ello signifique que también están en peligro. Es un detalle desgarrador, realista, y hace que el juego brille mientras nos deja con un agujero en el estómago. Más sutil y mucho más efectivo, sin embargo, es el destello de terror que se encuentra en la cara de un enemigo cuando lo agarras por detrás. Incluso mientras te susurran amenazas, sus ojos parecen enfrentar su muerte inminente e inevitable.

A diferencia de su antecesor, The Last Of Us parte II es más amplio, y a veces tendremos que abrir un mapa. Aunque eso no implica que se trate de un mundo abierto -no sería mala idea-, algunos niveles son grandes, complejos, y explorarlos merece la pena. Aunque evidentemente nos llevaremos más de un susto que nos dejará con el corazón en la mano, y el mando en el suelo.

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En relación a la mecánica de juego, no hay para qué arreglar lo que funciona bien. El sigilo es más inteligente, la IA podría ser mejor pero cumple, los nuevos enemigos son más terroríficos, difíciles, y tendremos que utilizar toda nuestra astucia ya sea para correr y elaborar una nueva estrategia de ataque, esquivar a nuestro atacante gracias a la agilidad de Ellie, o hacer uso de los recursos que hayamos recolectado a lo largo del camino. Y eso no cambia con respecto al primer juego. Cada bala cuenta, y quienes no estén acostumbrados a establecer una paciente estrategia de uno por uno, pasarán largos minutos intentando lograr su objetivo. El árbol de habilidades es muy completo, y la curva hasta llegar a lo más alto está muy bien equilibrada.

En cuanto al apartado gráfico, es increíble. Los detalles del entorno, el viento, la nieve, la lluvia y el frío extremo, las texturas, los paisajes, el viento, agua, animales, los objetos, los pequeños “huevos de pascua” ya sea en los dormitorios, tiendas o hasta una disquería, nos parecerán reconfortantes. El juego en una PlayStation 4 Pro con HDR y una pantalla 4K -como lo utilizado para este análisis-, realmente se ve bien. Incluso mirarse al espejo y ver que Ellie se arregla el pelo o hace caras distintas, o bien girar la cámara para ver su expresión de rabia cuando asesina a un enemigo, es impactante.

Un punto importante tiene que ver con la posibilidad de modificar los controles para hacerlos más accesibles. En términos visuales se pueden hacer cambios para que los subtítulos sean más fáciles de leer, para ver detalles importantes o una opción de texto a voz. Los jugadores pueden incluso cambiar la forma de tocar la guitarra (sí, tocamos una guitarra) o manejar un bote. Estas opciones también se hacen evidentes con las notificaciones en pantalla, y otras opciones de accesibilidad que se dan a conocer al principio del juego. Es un gran detalle que esperamos ver en más títulos.

Es innegable que tal como el primer juego, The Last Of Us Parte II nos recordará por qué los videojuegos hoy por hoy son una fuerza imparable, tal como el cine. Muchos recordarán por qué nos encanta jugar, y además veremos llegar satisfechos a una nueva generación de jugadores que continuará con el legado.

En síntesis, The Last of Us Parte II toma lo mejor del original y lo moldea con calidez, madurez y una historia impagable. El nivel de detalle y calidad en la creación de su universo vale los años de espera, la construcción de su historia puede ser tomado como la cúspide de esta generación, y los giros inesperados no se olvidarán fácilmente.

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Un golpe de empatía

Un punto destacable en el juego, como mencionamos al inicio, tiene que ver con el desarrollo personal de Ellie, su historia y su relación con Dina, a quien ya vimos en el primer trailer del juego, en la E3 de 2018. Esto implica además un importante paso no sólo para la apertura social en un título de estas características, sino la posibilidad de ver más mujeres protagonizando estos juegos.

Rocío Mieres, socióloga e investigadora de videojuegos, y miembro de RIV Chile, Red de investigadores en videojuegos de Chile, considera que “las minorías en el amplio sentido -que no son tan pequeñas en realidad- necesitan tener más pantalla para normalizar la discusión. Y si bien no es un juego para niños, sí va a llegar a un adolescente, y si llega a las manos de alguien que pueda servir como ejemplo, de verlo como algo normal y que pueda tener una vida afectiva e identidad sana, es bienvenido”.

Para la investigadora "la comunidad gamer ha sido un poco reactiva sobre todo en el ultimo tiempo a ingresar de forma abierta a nuevas narrativas o identidades por el miedo a que destruyan su fantasía, pero es necesario. Los productos culturales como los videojuegos están hechos para representar lo que somos, mostrar hacia dónde queremos ir y cuáles son las alertas que queremos tener. Es una madurez necesaria porque son títulos que si bien el hecho de mostrar a alguien homosexual no influye en la jugabilidad, hay muchos consumidores no cisgénero".

"He sabido de mujeres trans que parte de lo que habían utilizado para generar y asumir su identidad al público, habían primero experimentado este paso de forma virtual a través de los avatares. Entonces, que aparezcan estas historias es óptimo para que se sientan parte y la situación se normalice, porque han estado siempre. Que no sean tan obvios en la narrativa formal no significa que no existan. Si eso ayuda contra la depresión, a quererse y a salir del clóset de una forma más sana, lo apruebo totalmente. No todo producto tiene que ser hecho para mí, mujer blanca", sostiene.

En cuanto a la presencia femenina en el protagonismo de juegos ya más importantes, Mieres menciona que "ha pasado mucho no sólo en videojuegos que hay mujeres muy capaces pero quedan muy en segundo plano por la forma en que estamos acostumbrados en contar las historias. Si existe el espacio para que alguien se pueda identificar como una mujer de distintas formas y no sólo en sus roles más tradicionales, es grandioso".

"Hay muchos hombres que entran juegos online con avatares femeninos y haciéndose pasar por mujeres, y que sólo en este proceso y al ser acosados sexualmente de forma digital, han tomado una reflexión sobre lo que se siente estar ahí. Es un golpe de empatía", afirma.

“Esto ha generado en ciertos sectores un cambio de comportamiento. Que existan personajes femeninos jugables no es un golpe de realidad tan duro, pero sí nos hace empatizar con ciertas cosas como salir de lo tradicional y binario. Desde las ciencias sociales se habla de algo fluido, no dicotómico. Hay mujeres con características masculinas que no son menos mujeres por eso, y un hombre puede aceptar características más suaves, más femeninas. Las mujeres también pueden ver heroínas con cuales pueden identificarse”, asevera.

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