Andrés Couve: “La discusión del alza al 1% del PIB en ciencia es obsoleta, no ha funcionado y no va a funcionar”
Entre otros temas, el exministro de Ciencia cuenta en qué se basó para publicar su primer libro, "La liebre y el compás", un ensayo que habla sobre el valor de la formación de conocimiento y cómo esto transforma a la sociedad en múltiples aspectos.
Intuición y técnica, eso es lo que se necesita para trasgredir en la ciencia. Así al menos lo cree Andrés Couve (55), el exministro que estuvo a cargo de preparar y encabezar el debut de dicha cartera en 2018. Hoy, alejado del mundo público, cuenta cómo han sido los años posteriores a su paso por la política. Un tránsito entre la ciencia y el poder que están siempre relacionados.
Recientemente publicó un libro llamado La liebre y el compás (Planeta), donde profundiza esta idea de entender la ciencia como un motor de transformación, en múltiples sentidos. Desde cómo crecen los países, las democracias, y cómo el quehacer científico puede influir fuertemente en el poder. Según dice, el nombre del libro fue producto de una reflexión mientras subía un cerro. El mismo sendero que él seguía mediante un GPS, una liebre ya lo había transitado orientándose solamente por su intuición.
Andrés Couve: “La discusión del alza al 1% del PIB en ciencia es obsoleta, no ha funcionado y no va a funcionar”
En entrevista con Qué Pasa, el también investigador y académico cuenta en quién pensó al momento de escribir este libro, cómo ha sido su tránsito entre la técnica y la intuición, así también como el tránsito de la ciencia en Chile y de la actual gestión del ministerio que hoy encabeza Aisén Etcheverry. Según adelanta, no necesariamente la clave para potenciar esta disciplina depende de subir el presupuesto en investigación y desarrollo de un 0,34% a un 1% del PIB, como lo prometió este gobierno.
-¿Cómo es la vida de Andrés Couve fuera del mundo público?
Desde que salí del gobierno volví a la Universidad de Chile. Estoy de vuelta en la Facultad de Medicina haciendo clases de pregrado en las carreras de la Salud y también un curso de formación general que se llama Ciencia, Sociedad y Poder. Además estoy trabajando en la universidad, en el Centro Nacional en Sistemas de Información en Salud, el CENS.
Estoy haciendo algunas cosas también administrativas en la universidad, un poquito de investigación, no en neurociencia, sino más bien en temas de transferencia de conocimiento y transferencia tecnológica. He estado haciendo muchos seminarios, charlas, y además estoy de asesor científico de una consultora. Estamos incorporando ciencia y tecnología al sector privado para una economía más sofisticada y más compleja en Chile.
-¿Cómo nace la idea de escribir este libro y a quién está dirigido?
El libro se origina a partir de la lectura de un muy breve ensayo de Richard Feynman, Premio Nobel de Física, que se llama El valor de la ciencia, donde explora por qué los seres humanos hacemos ciencia. Y yo tomé ese texto y organicé un breve curso respecto a cómo uno reflexiona sobre el valor de la ciencia.
Y ahí surgió la idea de ir escribiendo un ensayo, dirigido básicamente a cualquier persona. No es un libro exclusivamente para los científicos, no es un libro de divulgación científica, sino que es una reflexión sobre por qué los seres humanos hacemos ciencia, por qué nos interesa esta forma de conocer el mundo.
-¿Cómo diría usted que se puede gestar ciencia de manera sana en un país?
La ciencia es un quehacer humano, y por lo tanto tiene las virtudes y los vicios de cualquier actividad humana. Y hay que considerarla como una actividad dentro del desarrollo de la sociedad. Y por lo tanto, la ciencia que tiene algunas características como de la búsqueda de la objetividad, del rigor, con metodologías muy establecidas, tiene que funcionar dentro de una sociedad que es caótica, y por lo tanto hay que considerar a la ciencia como parte de una sociedad que es muy desordenada. Esa yo creo que es la visión sana.
A diferencia de esta visión donde la ciencia es la nueva religión, que provee una verdad, que no se puede cuestionar, que las personas que son los referentes científicos son como los nuevos sacerdotes, que traen una verdad al mundo. Y eso es lo que yo considero que hay que cuestionar y más bien proponer esta visión mucho más sana, donde es evidente que es mucho más desordenada y mucho más caótica. Pertenece mucho más al mundo social y esa es una visión sana, a mi juicio, una visión donde reconocemos las virtudes pero también las limitaciones.
-¿Cómo cree que este país resguarda el quehacer científico?
Tenemos una historia donde nuestras instituciones, desde los orígenes de la República, han promovido la producción de conocimiento. Y obviamente que a uno le gustaría que esa promoción fuese más decidida. Uno habla mucho del presupuesto, de la inversión, y nos gustaría que fuese mucho más, pero no hay que olvidarse que Chile ha apoyado la ciencia de manera muy estable y continua. Quizás la intensidad no ha sido la que la comunidad científica y la que el país, a mi juicio, requiere. Pero por lo menos tenemos una estabilidad y una pendiente positiva.
Ahora, hemos sido menos buenos en promover que ese conocimiento se utilice y se aplique, no solamente que se produzca. Y ahí en Chile estamos al debe de cómo la ciencia se transfiere en beneficio de la sociedad, en términos tecnológicos, en términos de la educación, al mundo público. A Chile le falta mucho crear instituciones que también se encarguen de que ese conocimiento se aplique.
-Hay una parte del libro donde hace una relación entre el conocimiento científico y el poder ¿Cómo se pueden conectar estos dos conceptos?
La ciencia y el desarrollo científico ha tenido mucha relación con el desarrollo de la defensa, y en los países desarrollados ese desarrollo tecnológico es un driver muy fuerte de la producción de conocimiento. Parte importante del presupuesto va hacia esos desarrollos, que también tienen aplicaciones civiles. Entonces, la cuestión es si solamente aquellos países que son poderosos en defensa pueden desarrollar ciencia, y la respuesta es que no. Porque también la ciencia tiene que ver con otro tipo de poder, que tiene relación con la democracia, con este cuestionamiento permanente a la autoridad, con este reemplazo de las autoridades porque se les cuestiona permanentemente.
Nosotros cuestionamos permanentemente porque entendemos que en democracia nadie tiene la última palabra y es un experimento social que se hace por un período, se evalúa y se vuelve a votar. Entonces, es bien parecido a lo que ocurre en investigación científica. Después tienes la reflexión de por qué la sociedad científica es una sociedad que tiene poder, que incide en las decisiones, y es porque genera conocimiento, y el conocimiento es poder.
-¿Y cómo las distintas decisiones políticas que se toman influyen en el devenir científico?
Estoy convencido de que países como Chile tienen que promover la producción de conocimiento de forma libre, y eso significa que cada individuo investigue los temas que a él o a ella le parecen de interés, le parecen donde mejor puede poner su talento al servicio de esa línea de investigación, de ese propósito, de esa ambición por descubrir libremente.
Pero, por otro lado, también los países necesitan focalizarse en aquellos temas que son estratégicos, y en ese sentido es necesario también priorizar ciertas temáticas que para el país son necesarias. Hay ciencia orientada estratégicamente, también hay ciencia orientada por visión y ambas no son incompatibles.
-¿Cree que el gobierno debería seguir insistiendo con llegar al 1% del PIB en investigación y desarrollo?
Todos estamos convencidos de que tiene que aumentar el presupuesto. Pero para que ese presupuesto aumente no podemos seguir hablando de un número.
La discusión del porcentaje del aumento del presupuesto al 1% del PIB me parece obsoleta, porque es una estrategia que no ha funcionado y no va a funcionar para subir el financiamiento. Tenemos que cambiarlo a una discusión de política pública. De ahí traducimos eso y le pasamos esto a la gente que maneja el presupuesto, pero una vez que tengamos claras las ideas. Nosotros en el ministerio nunca prometimos el 1%.
-¿Por qué?
Porque sabemos que es una cifra que se llega en 15 a 20 años. Que requiere un componente público, pero que también requiere de una transformación en el sector productivo, y eso hay que incentivarlo. Donde el mayor incremento tiene que ser privado y por lo tanto es una tarea formidable de un impulso público, desde las políticas públicas para promover la investigación científica, de incentivos para el sector privado, y luego que el sector privado abrace esta nueva oportunidad para mejorar la economía y los negocios. Entonces, yo creo que una propuesta de aumentar el presupuesto al 1% en cuatro años no es factible.
Lo que vemos ahora es que habiendo hecho esa promesa, hoy día el Ministerio de Ciencia es uno de los ministerios que menos aumenta su presupuesto, y es sorprendente porque no se ha discutido el para qué, no ha convencido a las esferas políticas, no ha convencido al mundo empresarial. Y mientras eso no ocurra, el presupuesto va a seguir aumentando de forma marginal año a año. Ahora, no disminuye, y eso es importante, pero nosotros no hicimos la promesa, este gobierno sí la hizo. Yo siempre supe que eso no era factible.
-¿Cómo ve el rumbo que está tomando el actual Ministerio de Ciencia?
Yo creo que ha retomado un camino que está muy relacionado al que habíamos impulsado nosotros. Lamentablemente perdimos un par de años, donde ese rumbo se perdió, pero hoy día se está retomando porque se vuelve a discutir sobre las Becas Chile y cómo tenemos que pensarlas para el futuro.
Diría que en general, esta administración está retomando una dirección que me parece positiva, de cosas que nosotros hicimos y también planteamos, y con una agenda legislativa que me parece importante para un Ministerio de Ciencia, porque es parte de la razón por la cual también existe la política pública.
-¿Está dentro de sus planes volver al mundo público, a ejercer un cargo dentro de la política?
No, yo creo que el periodo que nos tocó en el ministerio pudimos vincularnos con la comunidad científica de una forma extraordinaria, además de incorporar a Chile de forma muy determinante en las decisiones climáticas a nivel internacional. Fue una tremenda experiencia, pero yo hoy día estoy dedicado al mundo académico, estoy dedicado a vincular ciencia y negocios, ciencia y economía, a producir también nuevo conocimiento en ese ámbito, a también tener contacto con estudiantes. Ahí me voy a quedar.
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