Apenas 49 hombres en el país son educadores de párvulos: U. de Chile y colectivo “Cotonas Verdes” buscan eliminar estereotipo de que solo las mujeres cuidan

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Luis Vergara, educador de párvulos y secretario general del colectivo “Los Cotonas Verdes”, en el aula en el año 2005.

Para que la paridad de género en educación superior sea real, no solo hay que fomentar que mujeres ingresen a carreras en que su participación es baja. También se requiere que hombres se abran paso en espacios tradicionalmente femeninos.


Los estereotipos de género en educación muestran marcadas tendencias en educación superior. Si bien cada vez más mujeres ingresan a la universidad, (en el año 2019 la diferencia entre hombres y mujeres alcanzó los 17.187 estudiantes a favor de ellas, según datos del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas, Cruch), aún existen áreas en las que predominan los hombres y otras con una mayor presencia de mujeres.

Las llamadas carreras femeninas, en que la participación de mujeres es mayor, suelen vincularse al cuidado y educación. En matrícula de pregrado, según el Servicio de Información de Educación Superior (SIES) del Ministerio de Educación (Mineduc), áreas como educación, salud y servicios sociales, concentran un 83,8% y 79,7% de participación femenina respectivamente.

Para que esa brecha se diluya, no se trata solo de fomentar que mujeres ingresen a las carreras en que su participación es baja. También se requiere que los hombres se abran paso en espacios tradicionalmente feminizados. Que eduquen y cuiden.

Una de las carreras íconos en presencia femenina es Educación Parvularia. Los docentes y asistentes están altamente representados por el sexo femenino. Según datos del Mineduc del 2019 en Chile hay 28.545 mujeres educadoras de párvulos, y otras 57.580 se desempeñan como asistentes y técnico de párvulos.

¿Y los hombres? Las mismas cifras Mineduc detallan que son muy pocos: hay 27 educadores de párvulos y 22 técnicos y asistentes de párvulo. El mayor número (10) se registran en colegios particular pagados y particular subvencionado (9) en el caso de los educadores de párvulos, y en los asistentes y técnicos de párvulo se concentran en los establecimientos administrados por Junji (14).

Luis Vergara, educador de párvulos, director del Liceo Nuestra Señora de la Paz en Viña del Mar y secretario general del colectivo “Los Cotonas Verdes”, red de Educadores de Párvulos creada en 2019 en Antofagasta, dice que a la fecha han identificado a 42 educadores de párvulos en el país y ocho en proceso de formación.

No es fácil, admite Vergara, desafiar los estereotipos. Que los hombres ingresen a un espacio reservado a las mujeres, es como ir contra la corriente. De los 29 los miembros de “Los Cotonas Verdes”, todos han sufrido discriminación. Ninguno pudo ejercer inmediatamente.

Una desconfianza que muchas veces nace de pensar en un hombre como un posible abusador. Un prejuicio lamentable, dice Vergara, pero que existe. Es la respuesta de “una sociedad morbosa y de mucha desconfianza hacia nuestra labor”. Un prejuicio que nadie reconoce abiertamente. Pero las miradas de desconfianza, admite Vergara, delatan.

Recuerda un trabajo en un pueblo en Arica, donde era educador y director, que cuando los apoderados fueron a dejar a los niños y niñas el primer día de clases no querían irse de la sala. “No querían dejarlos solos”, cuenta Vergara.

En reunión de apoderados contó de su formación y sus capacidades. Pero las preguntas se enfocaron en otro aspecto: ¿qué hacía un hombre en un trabajo de mujeres? Una apoderada que era buzo táctico habló de su caso. También estaba en una carrera reservada a hombres. También le costó un poco. Eran solo prejuicios.

“Eso ayudó a que me vieran con otros ojos. Hoy teniendo educadores de párvulos reconocidos y que estén en aula, se ha validado un poco al hombre en ese espacio. Pero tenemos que luchar con el prejuicio, el mismo prejuicio que se instala con la mujer mecánica, por ejemplo”, admite Vergara.

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Luis Vergara, educador de párvulos y secretario general del colectivo “Los Cotonas Verdes” (al centro).

Para cambiar eso, en la Universidad de Chile abrieron cupos de género para el ingreso a Educación Parvularia. Una carrera reconocida por la academia como profesión en el país en 1944 por la misma casa de estudios, y que actualmente la imparten 38 universidades.

Leonor Armanet, directora de Pregrado de la Universidad de Chile señala que la iniciativa responde a la preocupación por constituir una comunidad diversa. “Somos una sociedad mixta. Es fundamental para que el proceso de formación pedagógica sea representativo de la sociedad mixta”, dice.

A partir del año 2014 se crea el Programa de Ingreso Prioritario de Equidad de Género (PEG), el cual buscaba especialmente que en las carreras del área Stem, como las ingenierías, se fomente el mayor ingreso de mujeres. Armanet reconoce que el programa ha tenido una buena acogida: “Las experiencias de las mujeres que ingresan a ingeniería ha ido enriqueciendo ese aprendizaje y han ido dando ideas para ir mejorando”,

Y para 2021 se sumó Pedagogía en Educación Parvularia, una carrera con altísima participación de mujeres. Las vacantes PEG en la carrera se otorgarán a los dos estudiantes hombres que postulen y queden con los dos mejores puntajes en la lista de espera de la carrera.

Los interesados deben postular en primera preferencia a la carrera, explica Armanet. Además, deben contar con un puntaje ponderado igual o superior a 600 puntos, y estar identificado oficialmente en DEMRE y en el Registro Civil como sexo masculino. Los cupos se adjudicarán automáticamente a quienes cumplan con los requisitos. No requiere una postulación especial.

Cupos de paridad que en la carrera de Trabajo Social partieron en el año 2018, son siete cupos para hombres, explica Lorena Pérez, jefa de carrera de Trabajo Social. Actualmente hay 50 hombres en la carrera, lo que corresponde al 18% del total de estudiantes en estado regular.

Pérez dice que en los últimos años por la mayor conciencia social de los temas sociales, producto de todos los movimientos que han puesto en el tapete el tema de la justicia social, “hay una inclinación casi natural hacia estas carreras que piensan e instalan la idea de la transformación social en el horizonte”.

Hombres cuidadores y educadores

Social y culturalmente todos los roles de cuidado han estado asociados a mujeres. Como resultado las carreras vinculadas al cuidado y a lo pedagógico tradicionalmente cuentan con más mujeres. En el mismo contexto un hombre que es cuidador y educador levanta sospechas.

Pero la participación en la educación no solo la tienen que ejercer las mujeres. También deberían ejercerla los hombres, detalla Armanet, “especialmente en la educación temprana que es el foco de la educación parvularia”. El aprendizaje además se sabe que resulta mucho más rico, más profundo y real cuando son hombres y mujeres quienes lo imparten.

Actualmente en la carrera de Educación Parvularia de la U. de Chile solo hay un hombre estudiando. Está en segundo año. María Jesús Viviani jefa de la carrera de Educación Parvularia en la U. de Chile explica que con la medida buscan aumentar la cantidad de hombres que ingresen “porque es una carrera casi exclusivamente femenina y queremos que estén representadas las distintas diversidades de género”.

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Social y culturalmente todos los roles de cuidado han estado asociados a mujeres. En el mismo contexto un hombre que es cuidador y educador levanta sospechas.

Viviani indica que si bien la carrera está abierta a que puedan postular y matricularse hombres y mujeres, “solo lo hacen mujeres y muy pocos hombres o ninguno, en general en Chile y en el mundo”.

A nivel mundial, el 90% de quienes estudian la carrera son mujeres. En Chile, dice Viviani, ellas son el 99%. En países como Australia y México a través de las mismas políticas cuotas, han logrado que el porcentaje de hombres aumente entre 20% a 30%.

La profesión debe representar la diversidad. Si los niños y las niñas son educados en los jardines y en los colegios por hombres, aprenden a que tienen miradas, formas distintas de trabajar, acercamientos diferentes, señala Viviani, “que son complementarios y que son aportes, y que al ser puras mujeres se están perdiendo”.

En cuanto a la empleabilidad, Armanet dicea que en la medida en que empiezan a aparecer hombres en esas carreras se van abriendo caminos. Además, en Educación Parvularia hay muchas prácticas tempranas en los lugares de trabajo, “lo que instala el valor de que no solo las mujeres pueden hacer ese trabajo, el hombre es un aporte a todo el equipo que mira con perspectiva distinta las situaciones o problemas”.

Para los niños es algo normal. “En el aula agradecen que haya hombres, no existen diferencias, es algo tan simple para ellos”, dice Vergara. No tienen los prejuicios de los adultos. Agradecen, por ejemplo, “que esté el tío que juegue a la pelota con todos”, y cuenta que muchas veces ante ausencia de figura paterna, “un educador colabora en esos aspectos que no están presentes”.

Lograr un equilibrio de género en la educación de la primera infancia, es esencial para que niños y niñas experimenten y normalicen a los hombres en roles de cuidado y cariño. Por eso, lo que va a pasar en la U. de Chile, dice Vergara, es una gran oportunidad: “Somos muy pocos los varones dentro de la carrera y son muchos también los estereotipos que nos ha provocado el ser educador de párvulo y ejercer la profesión, con esto de algún modo es una ayuda”.

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