La importancia de la ciencia, no se discute. Es cada vez más relevante en un escenario de profundos cambios ambientales y sociales. Sin embargo, muchos de esos problemas pueden quedar sin resolver porque existe un alto porcentaje de niñas y mujeres que no son motivadas a desarrollar sus habilidades en ciencia.

Menos del 30% de los investigadores en todo el mundo son mujeres, indican datos de la agencia de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco.

En Chile, también existen brechas de género en ciencia. Si se analiza a las personas que trabajan en actividades de investigación y desarrollo (I+D), considerando a los trabajadores y trabajadoras de jornadas completas, las mujeres son menos del 50%, promediando un 38% entre los años 2011 y 2017. Uno de los porcentajes más bajos de toda Latinoamérica.

Ellas van perdiendo interés en materias de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) a medida que se acercan a la adolescencia, muestran los estudios.

Pero no se trata de que no les gusten las ciencias o que "sean malas para las matemáticas", establecen diversas investigaciones, sino de las barreras culturales que existen para su desarrollo.

El escenario es preocupante. Si la brecha de género en STEM no se cierra pronto, es probable que la brecha general de género se amplíe. Por eso, desde 2016 Naciones Unidas (ONU), instauró el 11 de febrero como el día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

La fecha busca que todos los estados miembros, el sector privado y el mundo académico, así como a la sociedad civil, adopten ese día como un modo de sensibilización pública sobre la ausencia de mujeres en ciencia. Se busca mejorar así el acceso y participación en condiciones de igualdad en la ciencia, la tecnología y la innovación para las mujeres y las niñas de todas las edades.

Estereotipos

El Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, recientemente lanzó una hoja de ruta para crear una política de género. Carolina Torrealba, subsecretaria del Ministerio de Ciencia, en conversación con Qué Pasa, indica que lamentablemente el diagnóstico de la Unesco es similar a la realidad en Chile. "Niños y niñas obtienen exactamente los mismos resultados en ciencias y matemáticas. Sin embargo, solo el 30% de esas estudiantes escogen carreras en esos campos, que es poquísimo", sostiene.

Y esa falta de participación debe cambiar. Por eso, hace dos semanas lanzaron lo que denominaron una hoja de ruta para una política de género en ciencia, tecnología e innovación.

La menor presencia femenina en las carreras científicas no se trata de un problema de opciones. Aún hay personas que creen que las niñas no eligen esas carreras porque naturalmente no les gusta o prefieren otras que tienen que ver más con el cuidado y con los servicios, indica Torrealba. Pero todos los estudios muestran que ellas tienen igual motivación e intereses, igual capacidades y rendimientos en todas las áreas de ingeniería, matemáticas y en las áreas científicas, que los niños.

¿Qué ocurre entonces? Existe un contexto social que las va determinando hacia tomar un camino que no incluye la ciencia, dice Torrealba. Lo que básicamente tiene mucho que ver con estímulos y con estereotipos.

Algo que se ejemplifica, dice, en las clases de matemáticas en que tanto profesores hombres y mujeres tienden a incentivar mucho más a los niños a dar respuestas. "Nosotros mismos vamos estimulándolos de manera diferente, de modo que cuando ya tienen que tomar la elección por una carrera las matemáticas y las ciencias duras, están fuera de las elecciones de las niñas", indica la subsecretaria.

Una elección que se observan en las titulaciones de pregrado por área y sexo (2009-2017), en que las opciones femeninas se orientan principalmente a carreras como salud y servicios sociales, y educación (ambas 80%). En tanto, en aquellas de ciencias y en las de ingeniería, industria y construcción, los porcentajes son muy bajos, con el 20% y el 17%, respectivamente (ver infografía).

Se necesitan a más mujeres y niñas en ciencia, explica, porque de su participación depende el modo en cómo se escribe y se hace la ciencia en general. Su ausencia se refleja actualmente que muchas preguntas de investigación no tienen foco de género. "Hay muchos estudios en tecnología, en medicina y en diagnóstico de enfermedades, que demuestran que al no tener un enfoque de género ciertas investigaciones terminan aplicándose de igual manera en hombres y mujeres", indica.

Lo anterior se aprecia, por ejemplo, dice, en cómo se ha socializado el diagnóstico en el caso de las enfermedades cardiovasculares. El área toma como referencia a los hombres, pero las mujeres tienen menos incidencia de esas enfermedades, pero mayor probabilidad de muerte, por lo cual no pueden usarse los mismos parámetros. "Ejemplos como ese se dan en distintas áreas como el desarrollo de la tecnología y medicamentos", aclara.

Diagnóstico y ambientes seguros

La hoja de ruta del Ministerio de Ciencia busca realizar como primer paso, un diagnóstico sobre la brecha en ciencia en Chile. Para ello, se han reunido con más de un centenar de mujeres que realizan investigación. Tarea que continuarán no  sólo en Santiago, también en regiones.

A la fecha, comenta Torrealba, se han identificado tres ejes de acción. El primero es la importancia de monitorear y evaluar cómo está la participación de las mujeres en el sistema de investigación y desarrollo del país. Lo que denominan un observatorio de datos en ciencia, tecnología e innovación con enfoque de género, que se alojará en la Subsecretaria de Ciencia, y estará disponible para toda la sociedad.

"Esa será la primera modernización. Es una medida estructural, nosotros nos comprometemos que para avanzar en un tema primero hay que visualizarlo profesionalmente y tener una métrica, junto con ello también que esos datos potencien los estudios de género en distintas disciplinas. De aquí a fin de año estará creado, no sólo se va a enfocar en género, sino también tendrá foco en regiones y materia presupuestaria", dice Torrealba.

Junto con tener cifras, también se requiere contribuir al cambio cultural y así eliminar las brechas. "Si no consideramos que este es un asunto que está muy entretejido con nuestra cultura, es difícil que generemos cambios. Tenemos ciertas medidas que apuntan a contribuir a este cambio cultural".

Por ejemplo, apuntando a la mujer investigadora que ya entro al sistema, se planea crear un programa para reconocer y evitar los sesgos de género. Se debería implementar en todo el sistema de la Agencia Nacional de Investigación (Anid) que en enero comenzó a operar y reemplazo a la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt). "La idea es que sea parte de todo el sistema de evaluación, para que de una manera profesional generar un manual y poder entregarlo a todo nuestro sistema que evalúa, que entrega recursos", dice Torrealba.

También en esa línea, dice, se busca fomentar las redes de investigadoras, sobretodo en aquellas  áreas del conocimiento en que las mujeres tienen poca participación. "El agruparse entre sí genera mayor empoderamiento para participar, compartir buenas prácticas y animarse a participar en esos espacios", sostiene.

Para favorecer el cambio cultural una medida muy importa es visibilizar el trabajo de investigadoras nacionales. El propósito es invitar a las niñas a participar en disciplinas de ciencia y tecnología, para abrir espacio a las investigadoras del futuro. "Necesitamos que las niñas sepan que estamos construyendo un sistema más amable que las acoge y que las necesita", sostiene.

Ese trabajo se realizará en distintas áreas. Un plan que incorpora a la Subsecretaria de Párvulo y con el Programa Explora, que harán transversal el mensaje.

El tercer pilar, con cual esperan lograr cambios importantes, es promover el acceso de más mujeres a carreras de ciencia y tecnología, conocimiento e innovación, que incluye un trabajo con la nueva Anid, que desde que inició sus labores en enero incorpora nuevas medidas de género. "Estamos partiendo con una que ha sido muy bien recibida por la comunidad científica, que tiene que ver con la evaluación ciega, es decir cuando se evalúa un proyecto en los Fondecyt de iniciación, se genera un sistema en el cual quien evalúa primero evalúa sin conocer la identidad, el género y la universidad de origen de la persona que presenta ese proyecto, y luego con esa evaluación se evalúa el curriculum", sostiene. Una medida que está acorde a los mejores estándares internacionales, dice, y que en la medida de cómo funcione se va a ir ampliando a otros instrumentos de la agencia.

Otra medida, tiene que ver con reconocimiento de la maternidad en la productividad de investigación. Esta medida apunta, explica, que todos los instrumentos de la agencia tengan una medida en que los hijos que ha tenido una mujer se incorporen en su productividad: "eso se materializa que para cada postulación en que se pide la productividad de los últimos cinco años, si una mujer tuvo un hijo, le pidan de los últimos 6 años, y si tuvo dos hijos se le pide de los últimos 7 años, es decir, se incorpora dentro del periodo de tiempo que si la investigadora tuvo un hijo se considera un año más para poder rendir la productividad".

Otra tarea, que realizarán con la Subsecretaria de Educación Superior y de Subsecretaria de la Mujer, es trabajar con las universidades en construir protocolos de buenas prácticas que promuevan la carrera de las mujeres en investigación, y que promuevan ambientes seguros y libres de acoso en las universidades y centros de investigación.

La idea es reconocer que a dos años del mayo feminista en las universidades, dice la subsecretaria, "las universidades han avanzado, han escuchado, han creado unidades de género, quizá menos de lo que las expectativas de algunas personas quieren, pero reconozco que ha habido un avance importante".

De ese modo hoy, prácticamente todas las universidades tienen o departamentos o unidades de género que están involucrados en tomar protocolos y medidas, tienen grupos de trabajos en esa materia. "La idea es pararse en ese esfuerzo, tomarlo y poner a disposición nuestro trabajo para poder consensuar un protocolo general para que luego sea exigible para la postulación de fondos públicos", dice Torrealba.

Esa última medida, es una de las esperadas por asociaciones de investigadoras que han criticado académicos e investigadores acusados de acoso en universidades, y continúan recibiendo financiamientos de esas casas de estudios. Ante eso, Torrealba reconoce que si se perpetúa el abuso en los ambientes de producción de conocimiento, donde esos abusos recaen principalmente sobre las mujeres, "todas las medidas que podamos tomar en acceso y participación van a verse frustradas, porque el sistema de abuso es brutal en impedir la incorporación plena de las mujeres en estos ambientes".

Pero esa demanda, aclara, tiene que recaer sobre el organismo que tiene juzgar aquello: "La agencia no puede enjuiciar a un investigador, para eso están los sistemas judiciales que entregan una pena que es proporcional al delito. Ese es un tema complicado que nosotros queremos verlo con las universidades, porque son las universidades las que financian y patrocinan los proyectos de investigación. La responsabilidad de enjuiciar a un investigador o investigadora por haber cometido acoso laboral, no recae en la agencia recae primero en quien emplea a esa persona, en quien lo contrata, quien tiene que promover que ese espacio sea seguro, por eso es que queremos construir este protocolo conjunto, de manera en que la universidad se comprometa en generar ambientes seguros".