Aquí se habría acordado hacer una Constitución: la desconocida historia del “Palacio de Versalles” chileno

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El palacio antes del terremoto de 1985. La foto pertenece al libro "Parques y jardines privados de Chile" de Cristián Boza Díaz. Crédito: Enterreno - Martin Vergara

Fundación Enterreno recibió un álbum familiar correspondiente al palacio de la Hacienda Quilpué en San Felipe, que perteneció a la familia Edwards y desde hace un año es un parque. Esta es su historia.


Existen muchas historias y secretos en torno a él, como por ejemplo, que la fragancia que desprendían los jardines era tan intensa, que llegaba a marear a los visitantes, o que la cocina estaba tan lejos del comedor que los platos de los reyes se enfriaban en el camino o que los urinarios eran todos de plata.

El Palacio de Versalles fue mandado a construir inicialmente por el rey Luis XIII en 1623, pero tras su muerte, fue el rey Luis XIV, quien verdaderamente lo convirtió en un palacio con espectaculares jardines. Incluso se transformó en la capital de facto de Francia en esa época.

Ubicado a 19 kilómetros de París, durante la Revolución Francesa fue abandonado, para posteriormente ser utilizado por Napoleón I como residencia de verano tras su coronación. En 1979 fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y hoy es visitado anualmente por más de 15 millones de personas.

En Chile, existía una versión propia de esta icónica e histórica construcción, el “Palacio de Versalles” chileno. Se trata de una construcción ubicada en la Hacienda Quilpué, a pocos metros del centro de San Felipe (Quinta Región). Actualmente en total abandono, tuvo un pasado glorioso. Recientemente la Fundación Enterreno recibió un álbum familiar con antiguas fotografías del sitio, que rememoran su esplendoroso pasado. Esta es su historia.

Aquí se habría acordado hacer una Constitución: la desconocida historia del “Palacio de Versalles” chileno

Contaba con un terreno de 380 hectáreas, y fue encargada en 1866 por Juana Ross de Edwards al arquitecto Juan Eduardo Fehrman, el mismo autor del Palacio Edwards, situado en el centro de Santiago. Luego el lugar pasó a manos de María Luisa Edwards Mac-Clure, casada con el parlamentario Arturo Lyon Peña, quien finalizó su edificación en 1915, pero que vendió la propiedad en los años 40.

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Imagen en las afueras de la casona. Crédito: Enterreno

Para su construcción, Fehrman se inspiró en el palacio ideado por los reyes franceses. La idea era replicar la construcción realizada en Europa, pero en Chile. No utilizó fierros, solamente ladrillos y ensamblajes. Contaba con más de 100 habitaciones, múltiples salones, variadas ornamentaciones, mobiliario y cuadros exclusivos traídos desde Europa.

Además, la Hacienda Quilpué se encontraba cerca del Tren Trasandino, lo que facilitó la llegada de renombradas visitas en aquellos años, entre los que se puede destacar al Príncipe Eduardo de Gales, Humberto de Saboya, Enrique de Prusia, Fernando María de Borbón y el Cardenal Benlloch, entre otros.

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Los antiguos propietarios de la hacienda. Crédito: Enterreno

Felipe Bengoa, director de la Fundación Enterreno, señala que actualmente la hacienda se encuentra en manos de privados, con un proyecto que desde el año 2022 están abriendo el espacio a la comunidad como un gran parque. “El palacio solo asoma por las ruinas que quedan, pero se ha hecho un gran trabajo con actividades familiares, eventos culturales y musicales para reabrir el espacio a los sanfelipeños”.

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Incluso existen algunos episodios históricos y aún sin resolver vinculados a la casona. Por ejemplo, se dice que en 1925, Arturo Lyon Peña habría estado en el lugar con el presidente Arturo Alessandri Palma, que era adversario político de Lyon Peña, y en ese momento se encontraba exiliado en Argentina tras el episodio denominado “Ruido de sables” en 1924.

Se cree que podrían haber estado conversando sobre la futura Constitución del 25, sin embargo, no existen pruebas que den cuenta cierta de aquello.

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Así lucía la hacienda en sus tiempos de gloria. Crédito: Enterreno

“Su época de mayor plenitud fue con la familia Lyon Edwards, ellos terminaron de construir el palacio y de ejecutar el diseño del parque”, añade Bengoa.

Su valor arquitectónico no deja dudas de que es una de las muestras más grandes de palacios de principios de siglo XX en el país, donde se buscó replicar a una menor escala el Palacio de Versalles, creando un representante ecléctico que incluía ornamentas inglesas. “La comunidad de sanfelipeños ve en este lugar un punto en común en la historia de sus antepasados, ya que movilizó gran parte de los trabajos de construcción, agrícolas y de transporte en la primera mitad del siglo pasado”, indica Bengoa.

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Hacienda Quilpué en la actualidad. Crédito: Enterreno

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Lamentablemente, con el paso del tiempo, la propiedad fue quedando abandonada, hasta el estado en el que se encuentra hoy, totalmente en ruinas. Uno de los sucesos que es señalado como el comienzo de su declive, fue el terremoto de 1985, que la dejó en muy mal estado, tras lo cual se ordenó su demolición. En ese entonces se vendieron sus piezas más valiosas, además de ser saqueada.

Luego en los años 90, pasó a manos de otro particular, aunque ya solo quedaban los cimientos y unos cuantos pilares de las escaleras de acceso a la planta subterránea.

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Con el paso del tiempo, la hacienda quedó abandonada. La piscina sufrió graves daños tras el terremoto de 1985. Crédito: Enterreno

Además de la iniciativa de transformarlo en un parque, existe otra que pretende rescatar su majestuoso pasado. Se trata de la corporación Mi Patrimonio, creada en 2018 por un grupo de sanfelipeños, quienes han liderado un proceso de concienciación ciudadana sobre el valor de la hacienda y su parque, además de lograr la visita de distintas autoridades especialistas en patrimonio, todo con el objetivo de preservarla.

Y ya han conseguido algunos objetivos. Por ejemplo, el Concejo Municipal de San Felipe determinó que sea declarada como zona de interés patrimonial, lo que impide que sea destruida y/o vendida para proyectos inmobiliarios por los próximos 30 años al menos. La corporación también buscará que las ruinas y el parque se declaren Monumento Histórico, además de una zona típica de 7,4 hectáreas que incluyen las llamadas “casas chicas de Quilpué”, construidas para que vivieran los herederos de los trabajadores.

Si bien su futuro aún es incierto, ya que podría transformarse en un museo por ejemplo, hoy en día es cuidada por “Don Juan”, un descendiente de antiguos inquilinos del lugar, quien preserva el lugar y riega distintas especies de árboles como araucarias, cipreses y alcornoques, entre otros.

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