Hace algunas semanas la ONU advirtió que comer menos carne podría ayudar a combatir la crisis climática que hoy enfrenta el planeta, ya que la ganadería es uno de los sectores que emite gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera (por el metano que producen los animales) y además, aporta a la deforestación.
Sin embargo, y aunque algunas posiciones extremas plantean que la solución es que la humanidad se vuelva vegana, investigadores de la Universidad Austral tienen una mirada distinta.
Máximo Alonso, director del Instituto de Producción Animal (IPA) de la Facultad de Ciencias Agrarias de la U. Austral de Chile y el académico de esta misma casa de estudios, Rodrigo Arias, plantean que fue el consumo de carne y grasas el que permitió a la humanidad evolucionar y creen que hoy existe mucha desinformación.
"La producción de metano en el ganado es parte de un ciclo de carbono natural en que el metano se oxida en la atmósfera durante un período de años convirtiendo el carbono en dióxido de carbono (CO2) que se puede fijar a través del crecimiento de las plantas para formar carbohidratos en los alimentos", dice Arias.
Si las emisiones de metano y la oxidación están en equilibrio, no hay impacto a largo plazo en el clima, añade el académico.
Ambos especialistas agrónomos afirman que reducir o eliminar la carne o leche de nuestra dieta tiene un impacto mínimo en el ambiente. Es más, cambios de hábito como el reciclaje, el menor desperdicio de alimento, el uso de transporte público y sobre todo, aquellos que reducen la utilización de los combustibles fósiles que terminan liberando parte del carbono secuestrado hace miles de años, tiene un mayor impacto positivo.
"Existe mucha desinformación, ya que en las sociedades modernas que viven en las grandes ciudades no se tiene conocimiento sobre cómo se desarrolla la actividad pecuaria. El conocer los hechos es importante en este debate, que no va a desaparecer pronto", señala Alonso.
Metano
Según los académicos de la U. Austral, el gas metano proveniente de los rumiantes es parte del ciclo natural del carbono el que es completamente diferente al metano proveniente de fuentes fósiles, como el gas natural.
"Los rumiantes han sido actores importantes en el desarrollo de la humanidad, contribuyendo a convertir carbohidratos estructurales y no estructurales en grasa, así como también proteína vegetal de baja calidad en otra de alto valor, calidad y biodisponibilidad (leche y carne)", dice Arias.
Es más, agrega el académico, toda la evidencia científica, muestra que "hoy somos lo que somos, es decir, que evolucionamos, gracias al consumo de carne y grasa (incluyendo médula ósea, cerebro, entre otros)".
"Según diversos antropólogos, esto permitió el crecimiento del cerebro y el desarrollo de las capacidades cognitivas que caracterizan al ser humano", añade.
Plantear que dejar de comer carne y alimentarse solo de vegetales no es la solución dicen los agrónomos. "Una parte importante del suelo en el planeta no puede ser cultivado, siendo cada vez menor la superficie arable disponible, pues las ciudades que originalmente ocuparon los mejores suelos, al crecer se expandieron cubriendo suelos agrícolas con hormigón".
Solución
La solución según los doctores en Agronomía pasa por una mayor eficiencia en la actividad pecuaria para así obtener más producto con menos animales y generando menos contaminantes.
Según ellos, los sistemas pastoriles cumplen un rol importante, al secuestrar una cantidad importante de CO2. Existe una estrecha relación entre el suelo, las plantas y los animales, y como tal, la generación de GEI debería ser analizada desde esa perspectiva, advierten.
Estudios recientes plantean que cuando los rumiantes están bajo un manejo adecuado del pastoreo, no solo reducen las emisiones de GEI, sino que también facilitan la provisión de servicios ecosistémicos esenciales, aumentan la sección de carbono en el suelo y reducen el daño ambiental, convirtiéndose así en parte de la solución y no del problema.