Se acerca una de las festividades internacionales más grandes del año, instancia donde todo se llena de luces, pinos, adornos, colores, regalos y el sentimiento conocido como espíritu navideño.
El espíritu navideño ha sido un fenómeno generalizado durante siglos y comúnmente se describe como sentimientos de alegría y nostalgia mezclados con asociaciones de sentimientos alegres, regalos, olores deliciosos y buena comida.
Algunos estudios han tratado de comprender este sentimiento propio de la Navidad y ver qué es lo que genera a nivel neuronal y si puede ser un estado que modifica nuestro cerebro.
Un estudio de la Universidad de Copenhague y publicado en la revista The BMJ, mostró que el espíritu navideño sí podría estar localizado en el cerebro, lo que resulta visible a través de una resonancia magnética funcional (fMRI).
Así la Navidad modifica nuestro cerebro según los neurocientíficos
Una exploración por resonancia magnética funcional mide los cambios en la oxigenación y el flujo de la sangre que ocurren en respuesta a la actividad neuronal y puede producir mapas de activación que muestran qué partes del cerebro están involucradas en un proceso mental particular.
El cerebro percibe las estimulaciones derivadas de las modificaciones del entorno propias en esta época del año. La producción de los neurotransmisores como la dopamina, la serotonina o el cortisol se ve alterada por estos cambios.
Estos neurotransmisores se han visto que tienen relación con los estados de ánimo, “entonces una correlación fisiológica esperable” señala Pedro Maldonado, neurocientífico de la Facultad de Medicina Universidad de Chile. Lo mismo podría suceder con cualquier otro evento emocionalmente importante, como podría ser un matrimonio o un cumpleaños.
El equipo científico de Copenhague confirmó la teoría de que la actividad cerebral se modifica en estas fechas a través del análisis de dos grupos de personas.
El primero estaba compuesto por individuos que siempre habían celebrado y disfrutado de la Navidad y el segundo por personas que no tenían la costumbre de celebrarla. En el grupo que festejaba estas fechas, se pudo detectar cierta alteración cerebral al visualizar imágenes o recibir estímulos sobre la Navidad.
Los resultados mostraron cinco áreas donde el grupo navideño respondió a las imágenes navideñas con una mayor activación que el grupo no navideño.
Estos incluyeron la corteza motora y premotora primaria izquierda, el lóbulo parietal inferior y superior derecho y la corteza somatosensorial primaria bilateral. Estas áreas cerebrales se han asociado con la espiritualidad, los sentidos somáticos y el reconocimiento de emociones faciales, entre muchas otras funciones.
Se ha demostrado que los lóbulos parietales izquierdo y derecho desempeñan un papel en la autotrascendencia, el rasgo de la personalidad relacionado con la predisposición a la espiritualidad.
Además, la corteza premotora frontal es importante para experimentar emociones compartidas con otros reflejando o copiando su estado corporal, y las neuronas espejo corticales premotoras incluso responden a la observación de acciones ingeridas por la boca.
Aunque la experiencia de cada individuo es diferente y lo que muestra el estudio es que mientras más se disfrute de la Navidad, más actividad habían en distintas regiones del cerebro, los beneficios que el cerebro genere dopamina y endorfina, tiene que ver con la sensación de placer que está asociada a la liberación de dopamina, y que las endorfinas también tienden a reducir el dolor ,en general, “esa es su función fisiológica, pero también aumentan la sensación de bienestar y los eventos y acciones positivas tienden a producir este efecto, aunque este efecto es ciertamente de corto plazo”, afirma Maldonado.
“Aunque estos hallazgos son alegres e intrigantes, deben interpretarse con cautela. Algo tan mágico y complejo como el espíritu navideño no puede explicarse completamente ni limitarse únicamente a la actividad cerebral mapeada”, afirmaron los autores de la U. de Copenhague.
Alteraciones a la memoria
El grado de esta transformación cerebral dependerá de muchas cuestiones, como el entorno y el tipo de persona. Sin embargo, sí es posible confirmar que los eventos y las actitudes propias de estas fechas modifican directamente la actividad cerebral.
Una de las características principales de la Navidad son los compromisos sociales, y se concentran más actividades vinculadas al consumo y las compras, en tiendas llenas, lo que provoca un aumento del estrés.
Por lo que, personas acostumbradas a celebrar la Navidad también pueden experimentar cierta tristeza cuando estas finalizan, ya que lo perciben como una vuelta a la rutina, pero todo depende de la memoria a la que se asocie.
“En realidad todo evento en la vida de uno puede ser asociado a una memoria, pero las memorias que permanecen más tiempo típicamente tienen un componente emocional fuerte, por eso que nos acordamos o recordamos el día de Navidad, no de los días previos o posteriores”, explica Maldonado.
En ese sentido, las actividades que generan un estado emocionalmente positivo o negativo tienen una mayor probabilidad de mantenerse en memoria de largo plazo.
“Lo que ellos llaman espíritu navideño es una remuneración de eventos positivos”, añade el científico de la U. de Chile, particularmente, de aquellas personas que disfrutan la Navidad, que es la habilidad de recordar eventos positivos y buscar replicarlos en el futuro.
De acuerdo al neurocientífico, siempre es positivo recordar eventos que han sido agradables, ya que uno tiende a repetirlo particularmente si esto han permitido fomentar la unión social y la relación entre otras personas, y “generalmente se sabe que aquellas, personas que tienen una mente o “psicología más positiva” tienden a tener mejor calidad de vida e incluso vivir más tiempo”.
La magia de la Navidad
Otro estudio de University College de Londres (UCL), Inglaterra, utilizó electrodos de electroencefalograma (EEG) colocados en el cuero cabelludo para medir los potenciales relacionados con eventos (ERP), es decir, la actividad eléctrica que ocurre como respuesta a eventos o estímulos específicos.
También utilizaron la tomografía de impedancia eléctrica (EIT), que es un método emergente y no invasivo de imágenes médicas que utiliza electrodos para administrar una serie de dosis bajas y seguras de corriente.
Muchos estudios han encontrado una relación entre la actividad eléctrica en el cerebro y procesos como el estado de alerta, la excitación, la atención, la memoria y el procesamiento cognitivo.
Se cree que los ERP reflejan la actividad sumada de todas las respuestas eléctricas en el cerebro cuando miles de millones de neuronas en la corteza cerebral se activan a la vez mientras procesan información.
Los investigadores del Departamento de Física Médica y Ciencia UCL descubrieron que las personas que recibieron estímulos con imágenes relacionadas a la Navidad tuvieron respuestas 20% mayor que el grupo con imágenes no navideñas.
“Fue interesante que las imágenes ‘insinuadas’, en las que se sugería la presencia de Papá Noel (Viejito pascuero) pero no se lo mostraba en persona, provocaron una respuesta más fuerte que cuando aparecía en la imagen”, comentó el Dr. Kirill Aristovich, investigador del estudio.
“Todos estos eran temas de adultos también, por lo que casi sugiere que incluso cuando hace tiempo que dejaste de creer en Santa Claus, la magia de la Navidad nunca desaparece. Fue la promesa mítica de la llegada de Papá Noel lo que pareció atraer a nuestros sujetos, más que la realidad. Una vez que Santa Claus se muestra, la magia parece morir”.
“Esperábamos que el ‘Papá Noel oculto’ fuera más emocionante que el ‘Papá Noel obvio’ porque el procesamiento neuronal de orden superior entre la percepción, el almacenamiento en la memoria y los componentes emocionales de la información insinuada inducen una respuesta cortical significativamente mayor observada con el EEG” concluye el autor del estudio.
“Es importante hacer notar que aunque muchos estudios buscan identificar regiones del cerebro asociada con cosas particulares, como en este caso, el espíritu navideño, hoy se sabe que el cerebro es una red en la cual para cada acción o conducta hay distintas estructuras que están involucradas, que se superponen de gran manera, y en ese sentido no existe un lugar de espíritu navideño, sino que más bien nuestro cerebro es una red multipropósito que es capaz de usar muchos lugares distintos combinada de distinta manera para producir esta riqueza” finaliza Maldonado.