Como todos los años, las diferencias en puntajes PAES han copado los titulares y columnas de opinión. Paradójicamente, las propuestas son en su mayoría vacías, del tipo “hay que mejorar la educación pública”.
Una política pública que puede mejorar los puntajes ahora es permitir que se rinda la prueba durante cuarto medio, en la toma de junio. Actualmente solo los egresados de cuarto medio pueden rendir la prueba en esa fecha. Poder rendir la prueba durante cuarto medio permitiría un ensayo general a estudiantes con menos acceso a preuniversitarios y/o que asisten a colegios donde los preparan menos para la prueba. Con la regla en funcionamiento de que se considere el mejor puntaje entre tomas, esta oportunidad solo generaría potenciales ganancias a estos alumnos.
¿Qué nos dicen los datos? Según los microdatos de la PAES 2025, la tasa de retoma de estudiantes de colegios particulares pagados prácticamente duplica la de estudiantes de colegios públicos entre tomas regulares; y la cuatriplica cuando considera toma de invierno versus regular.
Según los mismos datos, quienes retomaron en 2025 mejoraron sus puntajes en 40 puntos promedio (entre tomas regulares) y 20 puntos entre toma de invierno y regular. Esto está alineado también con la evidencia internacional (ver por ejemplo Goodman 2020 para EEUU). La literatura explica esto, en parte, por la familiaridad adquirida con el formato del examen, lo que reduce la ansiedad durante la evaluación. Además, quienes repiten, naturalmente se prepararon relativamente más, por ejemplo, mediante preuniversitarios o tutorías.
Por supuesto que el conjunto de quienes retoman la prueba hoy puede ser distinto de quienes retomen la prueba cuando esté disponible esta nueva opción. Pero aun así, esta práctica tiene importantes argumentos a favor porque tener la posibilidad de rendir durante cuarto medio entrega información anticipada y útil.
Anticipada, ya que permite a estudiantes y familias planificar con mucho menos estrés su próximo año. Podrán decidir un potencial conjunto de instituciones donde postular con bastante menos presión de tener que decidir todo en un par de días en enero. Útil, porque estudiantes podrán ajustar expectativas y tendrán un puntaje base sobre el que pueden mejorar.
¿Cómo mejorar? Está bien documentado que los puntajes en este tipo de pruebas responden a programas de entrenamiento y reforzamiento académico, incluso en períodos breves (Millán y Nuñez, 2002). Con puntaje base en mano los colegios pueden diseñar una mejor preparación para sus estudiantes antes de la toma en diciembre, y ellos mismos pueden explorar alternativas de preuniversitarios (existen varios gratuitos) o preparación online.
Por último, descansando en el impecable trabajo que hace el DEMRE con estos procesos, parece altamente factible implementar esta política de forma gradual y con un buen diseño de evaluación. Por ejemplo, se puede introducir una promoción aleatoria para rendirla a mitad de año y revisar resultados de puntajes, admisiones y matrícula al finalizar el proceso. Por supuesto que esta política no va a resolver todos los males endémicos de nuestro sistema educativo. Pero si puede generar algunos de los beneficios descritos arriba, no nos vendría nada mal.
*Economista de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez e Investigador COES