Después de casi dos años rodeando un antiguo asteroide a cientos de millones de kilómetros de distancia, una nave espacial de la Nasa intentará este martes descender en una traicionera superficie llena de rocas y arrebatarle un puñado de escombros.

Se trata de la misión Osiris-Rex, que busca traer de regreso a la Tierra 60 gramos de la superficie del asteroide Bennu, la muestra más lejana recolectada en otro mundo por la Nasa desde las misiones Apollo a la Luna.

La nave espacial, poco más grande que un auto, tiene como objetivo aterrizar en el centro relativamente plano de un cráter del tamaño de una cancha de tenis llamado Nightingale, un lugar comparable al estacionamiento de un centro comercial aquí en la Tierra. Rocas tan grandes como edificios se ciernen sobre la zona de aterrizaje objetivo.

Una vez que salga de su órbita a 0,75 kilómetros de altura alrededor de Bennu, la nave tardará deliberadamente cuatro horas en llegar hasta su objetivo, justo por encima de la superficie.

Luego, el brazo de 3,4 metros de Osiris-Rex se extienda y toque el asteroide. El contacto debe durar entre cinco y 10 segundos, lo suficiente para disparar gas nitrógeno presurizado y aspirar la tierra y la grava batidas.

Si el primer intento no funciona, Osiris-Rex puede volver a intentarlo. Las muestras recolectadas no llegarán a la Tierra hasta el año 2023.

Si bien la Nasa ha recuperado el polvo de cometas y las partículas del viento solar, nunca ha intentado tomar muestras de uno de los casi un millón de asteroides conocidos que acechan en nuestro sistema solar hasta ahora.

Japón, mientras tanto, espera obtener muestras del asteroide Ryugu en diciembre, en miligramos como máximo, 10 años después de traer de vuelta las partículas del asteroide Itokawa.

Paraíso de los asteroides

Bennu es un paraíso para los buscadores de asteroides. La gran roca espacial negra, redonda y rica en carbono, es más alta que el edificio Empire State de Nueva York, existía cuando nuestro sistema solar se estaba formando hace 4.500 millones de años. Los científicos lo consideran una cápsula del tiempo llena de prístinos bloques de construcción que podrían ayudar a explicar cómo se formó la vida en la Tierra y posiblemente en otros lugares.

Imagen del asteroide Bennu captada desde la sonda Osiris-Rex. Foto: Nasa

El asteroide en órbita solar, que pasa cerca de la Tierra cada seis años, podría apuntarnos a finales del próximo siglo. La Nasa calcula que las probabilidades de impacto son de 1 en 2.700. Cuanto más sepan los científicos sobre asteroides potencialmente amenazantes como Bennu, más segura será la Tierra.