En 2007, astrónomos descubrieron unas misteriosas ondas de radio extremadamente rápidas. Los científicos las bautizaron ráfagas rápidas de radio (FRB, su sigla en inglés), que provenían desde lo más profundo del espacio y se convirtieron en uno de los mayores misterios del Universo.
Duran apenas unos milisegundos en el espacio y se originan a millones o miles de millones de años luz de la Tierra.
La mayoría de estas ráfagas solo se detectan una vez, no se repiten y tampoco se pueden predecir, lo que dificulta su estudio, pero generan más energía en ese tiempo de lo que el Sol emana a la Tierra en un siglo.
Varias ráfagas de radio rápidas han sido captadas en los últimos años, y cómo no se conoce qué las crea, se ha generado un sinnúmero de teorías respecto a su origen. Se han descubierto más de 100 hasta la fecha, pero solo unas pocos se han repetido y menos aún en un patrón predecible.
En abril, científicos descubrieron con los radiotelescopios CHIME ubicado en Canadá y STARE2, en EE.UU. el primer estallido de ondas de radio cósmicas que se detecta dentro de nuestra galaxia, arrojando nueva luz sobre uno de los grandes misterios del Universo.
Esta inesperada llamarada se remonta a una fuente previamente conocida a solo 25.000 años luz de la Tierra en la Constelación de la Vulcepula (o la Zorra), y los científicos de todo el mundo coordinaron sus esfuerzos para seguir el descubrimiento.
En mayo, un equipo de científicos dirigido por Franz Kirsten de la Universidad Tecnológica Chalmers en Suecia, apuntó cuatro de los mejores radiotelescopios de Europa hacia la fuente, una tipo especial de estrella conocida como SGR 1935 + 2154. Sus resultados se publicaron este lunes en un artículo en la revista Nature Astronomy.
En su investigación, los científicos revelaron que la ráfaga descubierta en abril se ha repetido dos veces en los meses posteriores. Los investigadores dicen que estas bengalas de radio recientemente descubiertas son las FRB más cercanas identificadas hasta la fecha y provienen de un objeto conocido como magnetar.
Los magnetares son un tipo de estrella de neutrones con un campo magnético enormemente poderoso; se cree que solo un puñado de ellos está presente en la Vía Láctea.
Los físicos habían especulado anteriormente que los magnetares podrían producir FRB, pero no había evidencia que lo probara.
El estudio demuestra que las señales no provienen de civilizaciones alienígenas, una teoría promocionada por algunos cazadores de ovnis pero ampliamente descartada por la comunidad científica.
Ese estudio confirmó que la señal de la estrella magnetar SGR 1935 + 2154 era una ráfaga de radio rápida.
La investigación de esta semana revela que desde abril se han emitido dos nuevas ráfagas de intensidad variable desde la estrella, lo que significa que la ráfaga se repite.
El 24 de mayo, el radiotelescopio Westerbork en los Países Bajos captó ráfagas de radio de 2 milisegundos del magnetar, con una diferencia de 1,4 segundos.
“No sabíamos qué esperar. Nuestros radiotelescopios rara vez habían podido ver ráfagas de radio rápidas, y esta fuente parecía estar haciendo algo completamente nuevo. ¡Esperábamos sorprendernos!”, dijo Mark Snelders, miembro del equipo del Instituto de Astronomía Anton Pannekoek, U. de Amsterdam, que hizo el descubrimiento.
“Claramente vimos dos ráfagas, extremadamente cercanas en el tiempo”, añadió Kenzie Nimmo, también de la U.de Amsterdam, y otro de los científicos que participó del hallazgo.
“Al igual que el destello visto desde la misma fuente el 28 de abril, esto se parecía a las rápidas ráfagas de radio que habíamos estado viendo desde el universo distante, solo que más tenues. Las dos ráfagas que detectamos el 24 de mayo fueron incluso más débiles que eso “, agregó Nimmo.
El estudio proporciona nuevas pruebas sólidas que vinculan a los FRB con los magnetares, lo que sugiere que uno de los mayores misterios del Universo está a punto de resolverse.
El hecho de que las explosiones sean de diferente intensidad sugiere que más de un proceso dentro de las estrellas puede producir señales cósmicas. Sin embargo, quedan dudas sobre cómo los magnetares producen FRB.