Candida auris (C. auris), un hongo emergente considerado una amenaza urgente por su resistencia a los antimicrobianos (AR) y que se propagó a un ritmo alarmante en los centros de atención médica de Estados Unidos entre 2020 y 2021, según datos publicados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Igual de preocupante fue la triplicación en 2021 del número de casos resistentes a las equinocandinas, el medicamento antimicótico más recomendado para el tratamiento de las infecciones por C. auris.
En general, C. auris no es una amenaza para las personas sanas. Pero las personas que están muy enfermas, tienen dispositivos médicos invasivos o tienen estadías prolongadas o frecuentes en centros de atención médica tienen un mayor riesgo de contraer este hongo. Los CDC la considera como “una amenaza urgente”, porque a menudo es resistente a múltiples medicamentos antimicóticos, se propaga fácilmente en los centros de atención médica y puede causar infecciones graves con altas tasas de mortalidad.
“El rápido aumento y la propagación geográfica de los casos son preocupantes y enfatizan la necesidad de vigilancia continua, capacidad de laboratorio ampliada, pruebas de diagnóstico más rápidas y cumplimiento de la prevención y el control de infecciones comprobadas”, dijo la epidemióloga de los CDC, Meghan Lyman, autora principal del artículo sobre seguimiento de este hongo.
Como se explica con más detalle en el estudio, C. auris se ha propagado en Estados Unidos desde que se informó por primera vez en 2016, con un total de 3.270 casos clínicos (en los que hay infección) y 7.413 casos de detección (en los que se detecta el hongo pero que no causan infección) informados hasta el 31 de diciembre de 2021.
Los casos clínicos han aumentado cada año desde 2016, y el incremento más rápido se produjo entre 2020 y 2021. Los CDC han seguido viendo un aumento en el recuento de casos para 2022. Durante 2019 y 2021, 17 estados identificaron su primer caso. A nivel nacional, los casos clínicos en EE.UU. aumentaron de 476 en 2019 a 1.471 en 2021. Los casos de detección se triplicaron de 2020 a 2021, para un total de 4.041. La detección es importante para prevenir la propagación al identificar a los pacientes portadores del hongo para que se puedan usar controles de prevención de infecciones.
Los recuentos de casos de C. auris han aumentado por muchas razones, incluidas las malas prácticas generales de prevención y control de infecciones (PCI) en los centros de atención médica. El recuento de casos también puede haber aumentado debido a los esfuerzos mejorados para detectar casos, incluido el aumento de la detección de colonización, una prueba para ver si alguien tiene el hongo en alguna parte del cuerpo pero no tiene una infección o síntomas de infección.
El momento de este aumento y los hallazgos de las investigaciones de salud pública sugieren que la propagación del hongo puede haber empeorado debido a la presión sobre los sistemas de salud y de salud pública durante la pandemia de Covid-19.
La Red de Laboratorios de Resistencia a los Antimicrobianos de los CDC, que brinda capacidad de laboratorio a nivel nacional para detectar rápidamente la resistencia a los antimicrobianos e informar las respuestas locales para prevenir la propagación y proteger a las personas, proporcionó algunos de los datos para este informe.
Los CDC trabajaron para fortalecer significativamente la capacidad de los laboratorios, incluso en los departamentos de salud estatales, territoriales y locales, a través de fondos complementarios respaldados por la Ley del Plan de Rescate Estadounidense.. Estos esfuerzos incluyen aumentar la capacidad de pruebas de susceptibilidad para C. auris de siete laboratorios regionales a más de 26 laboratorios en todo el país.
Sobre la expansión de la Candida auris la doctora de la Clínica Santa María, Milenna Chiappe, asegura que “es un hongo tipo de levadura distribuida en todo el mundo”, pero que aún no alcanza a Chile o, al menos, no se conoce de ningún caso en el país. El sector de riesgo son los inmunosuprimidos, las personas hospitalizadas, los adultos mayores y pacientes con largas estadías hospitalarias.
El problema “es la gran resistencia a los antifúngicos habituales de tal manera que hace difícil su erradicación y da grandes problemas de salud pública, en la economía y altísima mortalidad”, concluye.